Terrorismo yihadista

Terroristas cada día más jóvenes cometen atentados suicidas de la yihad

Les hacen ver que actúan “en nombre de Alá” y con su “bendición”.

Abu Muhannad y Abu Khattab, los dos individuos que cometieron un atentado contra un cuartel militar en Filipinas
Abu Muhannad y Abu Khattab, los dos individuos que cometieron un atentado contra un cuartel militar en Filipinaslarazon

Daesh aprovecha la poca formación de los jóvenes para cometer atentados suicidas, por eso los terroristas yihadistas son cada vez más jóvenes.

La imagen de dos individuos jóvenes suicidas, Abu Muhannad y Abu Khattab, que ilustra esta noticia, que cometieron recientemente un atentado contra un cuartel militar en Filipinas, no es una anécdota. Es la prueba fotográfica del fanatismo que Daesh logra transmitir a sus “combatientes·, en especial si son jóvenes y tienen escasa formación. No hace muchas semanas era detenido en Bulgaria un muchacho de 16 años que fabricaba un chaleco bomba con el que cometer una masacre contra los “infieles”.

El nombre de Dios se antepone a cualquier otro argumento y el silogisma es perfecto para los cabecillas terroristas: tú actúas en nombre de Alá, Él está contigo y, conclusión, estás en tu derecho de quitar la vida a los enemigos de tu Dios. Hay ejemplos en la historia de argumentos tan falaces, que movieron ejércitos enteros, pero que ocurra en el siglo XXI...

“Que la paz y la misericordia de Dios sean con vosotros. Le ofrecemos un boletín sobre las Noticias del Estado Islámico sobre el vigésimo séptimo día de Shawwal para el año mil cuatrocientos cuarenta”. De esta manera comienza hoy Daesh su “noticiario” que facilita a través de las redes sociales.

Cada vez que da cuenta de un atentado, sea cual sea el número de muertos y heridos, la consigna se repite: “todo alabanza y gratitud” a Alá; “gracias a Dios”; “gracias a Dios Todopoderoso”; “le pedimos a Dios que acelere su destrucción”; “con la ayuda de Dios Todopoderoso”; “después de confiar en Dios Todopoderoso”. “Acepte el saludo de sus hermanos, la paz sea con ustedes y la misericordia y las bendiciones de Dios”. concluye.

Por lo que respecta a la agencia Amaq, del Estado Islámico, ocurre lo mismo. Un repaso a las noticias de atentados facilitadas en lo que va de tarde: “gracias a Dios Todopoderoso, los soldados del califato atacaron...”; “Gracias a Dios Todopoderoso, los soldados del Califato detonaron...”; “Por la gracia de Dios, los soldados del Califato asesinaron...; etcétera. Asimismo, incluyen comentarios “teóricos”: ¡Oh Mujahid!. Estás en el camino de Alá defendiéndolo con tu vida. ¿Qué sacrificio puede ser mayor que esto?. Eres la esperanza y una de las más nobles de esta Ummah. Estás en el camino a los rangos más altos. 100 pasos que Alá no otorga a nadie excepto a los muyahid. Así que se feliz de lo que te espera”.

Estamos ante un caso claro de la apropiación de una religión por una banda terrorista, tan claro como que tienen que ser los propios responsables de esa religión, que no compartan los métodos violentos, los que pongan solución a un problema que, al amenos en apariencia, lejos de decrecer, aumenta cada día. Ante un problema tan grave, que, es cierto, conlleva terribles amenazas, no vale “el no podemos”; o “no hay quien pueda con ellos”.

Bastante tienen, tenemos, los supuestos “enemigos de Alá” con combatir el terrorismo, con el elevado coste que ello supone, y sumar víctimas a la siniestra lista de los asesinados por los yihadistas.

Pretender, si alguien lo piensa, que un no musulmán va a dictar a esa religión lo que tiene que hacer o dejar de hacer, es, sencillamente, una quimera. Jamás lo aceptarán y parece lógico. Y ello, pese a vivir, cada día en mayor número y sin mayores problemas, en el seno de las sociedades occidentales, caracterizadas por amparar la libertad de cultos.

En el caso de Daesh, el problema se agrava ante la presencia del “califa”, Abu Bark Bagdhadi, que en su afán de acumular en su persona todo el poder pretende, además de hacer desaparecer de la faz de la tierra a sus rivales de Al Qaeda, la adhesión inquebrantable de sus “wilayas” (franquicias). Ni una disidencia y, si la hay, vendrá el castigo... El nombre de Alá, el dios de los musulmanes, y de su profeta, Mahoma, no puede ser utilizado por los terroristas como bandera de sus fechorías.