Francia
«Tras degollar al cura, el segundo terrorista me sonrió feliz»
Los dos yihadistas que atentaron en Normandía conversaron con las monjas sobre religión tras asesinar al sacerdote Hamel
Son las 09:43 del martes, 26 de julio. Dos hombres entran en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray, una popular ciudad de cerca de 30.000 habitantes, a menos de 10 kilómetros de Ruán. El padre Jacques Hamel, de 85 años, sacerdote auxiliar de la parroquia, celebra la misa de la mañana. Hay cinco fieles a su lado: tres hermanas de la comunidad de San Vicente de Paúl y una pareja de feligreses, Guy y Jeanine.
Vestidos de negro, Adel Kermiche y Abdel Malick Petitjean, ambos de 19 años, se precipitan hacia el altar, y se tiran sobre el Padre Hamel. A través de amenazas, le confían a uno de los feligreses, Guy, de 86 años, la tarea de hacer fotos y de grabar. El padre Hamel tiene el tiempo justo de gritar: «Parad, ¿qué hacéis?» a estos dos agresores, quienes le cortan la garganta y le apuñalan en el pecho. El sacerdote muere a causa de las heridas sufridas.
Los dos terroristas, que ya han pronunciado sermones en árabe y ya han reivindicado su afiliación al Estado Islámico, la toman ahora con Guy. Utilizan el mismo método: le cortan el cuello y le apuñalan en el pecho. A raíz del ataque, el hombre pierde el conocimiento. Su mujer, Jeanine, presencia con impotencia la escena. Uno de los terroristas la retiene y le apunta al cuello con una pistola. «Creí que estaba muerto», cuenta Jeanine. «Lo que ha salvado a Guy es que se hizo el muerto. Hizo presión sobre las heridas para parar la hemorragia». Cuando los equipos médicos se hacen cargo de él, poco después de las once de la mañana, Guy se encuentra «entre la vida y la muerte». Operado por primera vez el martes, pasó por quirófano en el Centro Hospitalario Universitario de Ruán el 28 de julio. Ahora está fuera de peligro.
Conversación sobre religión
Jeanine y las dos monjas que siguen en la iglesia (la tercera se escapó al principio del ataque y dio la voz de alarma) son avisadas de que ha llegado su hora, pero los terroristas cambian de opinión. Comienzan un debate religioso con ellas. «Me sonríe el segundo yihadista. No con una sonrisa de triunfo, sino una sonrisa dulce, la de alguien feliz», cuenta la hermana Huguette. Uno de los terroristas le pregunta a Huguette si conoce el Corán. «Sí, lo respeto como respeto la Biblia, he leído ya varias suras», le responde al joven. «Y lo que más me ha fascinado son los pasajes sobre la paz». Aparentemente movido por sus palabras, su interlocutor responde: «La paz, eso es lo que queremos. Cuando vayáis a la televisión, le diréis a vuestros gobernantes que mientras haya bombardeos en Siria, nosotros continuaremos los atentados. Y habrá todos los días. Cuando paréis, nosotros pararemos». Bajo amenazas, Hélène opina. «¿Tienes miedo a morir?», le pregunta el asesino. «No», responde la monja. «¿Por qué?», le pregunta él. «Creo en Dios, sé que seré feliz».
Con la hermana Huguette, la conversación trata sobre Jesús y la disputa que existe entre musulmanes y cristianos: «Jesús no puede ser hombre y Dios. Sois vosotros los que estáis equivocados», manifiesta el otro terrorista de 19 años. «Tal vez, pero no importa», replica entonces la hermana. «Yo no quería echar aceite al fuego y renegar de lo que pensaba», dijo ella. «Pensando que iba a morir, interiormente le ofrecí mi vida a Dios».
Antes de salir para desafiar a las fuerzas del orden que han rodeado la iglesia, los dos terroristas gritan «Alá es grande», y salen armados con cuchillos y una pistola. La Policía de Ruán, situada en el exterior de la iglesia, dispara para neutralizarles. Alcanzados en la cara, Adel Kermiche y Petitjean mueren en el acto.
¿Cómo pudo Adel Kermiche, quien vivía en Saint-étienne-du-Rouvray (Normandía), ponerse en contacto con Abdel Malick Petitjean, quien vivía con su madre en Aix-les-Bains? ¿Cómo se radicalizaron? La investigación deberá determinarlo.
Adel Kermiche había pasado varios meses en la prisión de Flaury-Mérogis ya que, en dos ocasiones, había intentado unirse al EI en Siria. Después de su segundo intento, había sido condenado a prisión antes de ser puesto en libertad con un brazalete electrónico. «Ha sido un fracaso del seguimiento judicial», admitió el viernes Manuel Valls, el primer ministro francés.
Adel Kermiche viene de una familia perfectamente integrada de Saint-Étienne. Su hermana es cirujana en el Hospital Universitario de Ruán. Desde los seis años, Adel había sufrido problemas psiquiátricos. Durante casi cuatro años (desde los 13 a los 17) frecuentó un instituto terapéutico y educativo en Seine-Maritime. Sus profesores le describen como un chico «que no quería nada, muy violento, provocador e irresponsable». «Cuando nos enteramos de lo que había pasado en Saint-Étienne-du-Rouvray, pensábamos que había sido él». Son observaciones corroboradas por los jóvenes de su barrio: «No paraba de decir que iba a hacer algo en la iglesia. Sin embargo, como contaba siempre cualquier cosa, no le creímos. Si lo hubiéramos sabido, hubiéramos avisado a la Policía».
Una comunidad destrozada
Una ciudad comunista, dirigida desde 2002 por Hubert Wulfranc, Saint-Etienne-du-Rouvray es una antigua población obrera donde las comunidades cohabitan en paz. Es, en cualquier caso, la parroquia de Santa Teresa la que les ha ofrecido a los musulmanes un terreno para que éstos puedan construir una mezquita. El jueves, casi 5.000 personas asistieron a un homenaje al padre Hamel, en el estadio de fútbol, organizado por el alcalde y el arzobispo de Ruán, Dominique Lebrun.
El viernes, el padre Auguste Moanda, sacerdote titular de la parroquia de Saint-Étienne, participó en la oración en la mezquita. Y hoy son los musulmanes los invitados a participar en la misa-homenaje al Padre Hamel, que se celebrará en la catedral de Ruán y la oficiará el arzobispo Lebrun. Las exequias del religioso asesinado se celebrarán el próximo martes a las dos de la tarde, también en la catedral de Ruán. El sacerdote será enterrado en el norte de Francia, donde reside su familia. Es importante destacar que la mezquita de Saint-Étienne-du-Rouvray ha indicado que no celebrará las exequias de Adel Kermiche. Existen dos cementerios musulmanes en la ciudad: corresponde ahora al alcalde emitir el permiso de entierro.
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