Estados Unidos
Trump dilapida en 100 días su crédito y ya es el presidente peor valorado en su estreno
Su índice de aprobación es del 41% y solo uno de cada cinco estadounidenses sigue siendo un fiel partidario
El debate sobre si 100 días son suficientes para evaluar el trabajo de un presidente ha sido siempre una constante en la política estadounidense, tan acostumbrada a las mediciones. Muchos creen que las agendas de la Casa Blanca toman tiempo en dar resultados, y además, generalmente los mandatarios aún atraviesan una suerte de “luna de miel” en cuanto a su popularidad apenas tres meses después de asumir el cargo. Sin embargo, en el caso de Donald Trump -particularmente en esta segunda oportunidad como Jefe de Estado- ninguna de estas variables se cumplen.
El republicano llega a esta marca en su segunda presidencia habiendo desatado un terremoto de medidas políticas que han tenido efectos más allá de las fronteras de Estados Unidos, tanto en lo económico como en lo diplomático.
A nivel interno la inmigración, la economía, el apurado desmantelamiento de las estructuras gubernamentales en Washington, y una serie de medidas ejecutivas destinadas a “traer de regreso el sentido común” al país a través de presiones a Universidades sobre lo que deberían enseñar o ataques a la comunidad transgénero, han sido las banderas protagonistas de sus primeros 100 días en el cargo.
En su relación con el mundo, Trump ha iniciado una agresiva política exterior que en lo comercial lo llevó a tensionar los mercados internacionales con la imposición de aranceles a prácticamente todos los países aliados de EE.UU., además de sus constantes comentarios sobre la “necesidad” de hacerse con Groenlandia o Canadá. Pero quizá la posición más sorprendente ha sido la presión a Ucrania para que ceda más de lo que el país está dispuesto con tal de acabar con la guerra iniciada por Rusia hace más de tres años.
En medio de este panorama, las opiniones de los estadounidenses sobre lo que ha hecho hasta ahora Trump se han vuelto profundamente negativas, según revela una encuesta de CNN realizada por SSRS. El índice de aprobación del mandatario es del 41%, el más bajo para cualquier presidente recién electo a los 100 días, al menos desde Dwight Eisenhower, incluyendo el propio primer mandato de Trump.
La aprobación de su gestión en la presidencia ha caído 4 puntos desde marzo y 7 puntos en comparación con finales de febrero. Solo el 22% dice aprobar firmemente su trabajo, un nuevo mínimo, mientras que aproximadamente el doble, el 45%, afirma desaprobarlo.
Desde marzo, Trump ha visto caídas notables en la aprobación entre las mujeres y los hispanos (una disminución de 7 puntos en cada grupo, situándose en 36% entre las mujeres y 28% entre los hispanos). Por su parte, entre los independientes políticos, el índice de favorabilidad ha caído al 31%, igualando su punto más bajo entre ese grupo durante su primer mandato y situándose aproximadamente al mismo nivel que tenía en enero de 2021.
Este resultado muestra que, en términos de opinión pública, los primeros días han estado marcados por el continuo apoyo de una base leal de simpatizantes, pero también por una creencia generalizada y creciente entre otros sectores de que la administración se está enfocando demasiado en los aranceles y no lo suficiente en la reducción de precios como lo prometió en campaña.
Al mismo tiempo, sigue recibiendo aprobación mayoritaria por su programa de deportaciones, aunque más estadounidenses priorizan la economía a la hora de evaluarlo.
Por el contrario, los republicanos de MAGA dicen que sus evaluaciones se basan más en el tema migratorio y aprueban abrumadoramente sus esfuerzos en esa área. Además, tienen una visión mucho más optimista de la economía estadounidense ahora que Trump está en el cargo, y la mayoría de ellos afirma que aún es demasiado pronto para juzgarlo.
Mientras tanto, los analistas políticos coinciden en que la respuesta demócrata a estos primeros 100 días de Trump ha sido lenta. Esto ha generado ansiedad entre muchos opositores en el Congreso y miembros del partido sobre qué puede hacer el partido para contrarrestar la agenda acelerada del presidente.
Según reportes, gran parte del enojo se manifestó en la débil respuesta de los demócratas frente a Trump, y en particular a la decisión de algunos senadores demócratas de apoyar un proyecto de ley de financiamiento gubernamental republicano para evitar el cierre del gobierno federal.
Y es que esa decisión del líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, atrajo críticas dentro del partido. Los opositores argumentaron que rechazar la ley y forzar un cierre del gobierno habría obligado a Trump y a los republicanos a replantear su estrategia y negociar un acuerdo más aceptable para los demócratas. Sin embargo, Schumer argumentó que permitir que "Trump asumiera aún más poder mediante un cierre del gobierno" era una opción mucho peor.
La ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, criticó duramente el enfoque de Schumer, diciendo: "Estados Unidos ya ha experimentado un cierre de Trump antes, pero esta legislación dañina solo empeora las cosas. Los demócratas no deben caer en esta falsa elección. Debemos luchar por un camino mejor".
Algunos dentro del partido vieron esto como una oportunidad perdida para que los demócratas se mostraran como una oposición activa frente a la agenda de Trump, especialmente considerando que los republicanos controlan actualmente tanto la Cámara de Representantes como el Senado.
Datos de encuestas publicados en marzo mostraron que los demócratas tienen un índice de favorabilidad del 29 %, el punto más bajo del partido desde 1992.
Para contrarrestar esto, algunos demócratas destacados están tratando de movilizar a sus simpatizantes. Alexandra Ocasio-Cortez y el senador Bernie Sanders de Vermont han organizado una serie de concentraciones que reunieron a más de 200,000 personas, en su mayoría en estados tradicionalmente republicanos, para difundir su mensaje anti-Trump. Sanders declaró que "el futuro del Partido Demócrata no descansará en el tipo de liderazgo que hemos tenido".
Hasta el momento Trump goza de un mandato popular que se manifestó en su llamado “Día de la Liberación”, el pasado 2 de abril, cuando impuso nuevos aranceles generalizados a muchos de los principales socios comerciales del mundo.
La agitación económica que siguió presentó una oportunidad política para los demócratas. Sin embargo, su respuesta inmediata fue contenida y poco enérgica. Semanas de caos en los mercados han dado a los demócratas una oportunidad para desafiar el dominio republicano en Washington antes de las elecciones de medio término del próximo año, algo que no está claro si sabrán aprovechar.