Opinión
«Trump first»: las exigencias económicas de EE UU (I)
El déficit comercial ha contribuido a la disminución de la capacidad de la de la base manufacturera y de defensa estadounidense
El 3 de abril de 2025 fue denominado por Donald Trump como «el día de la liberación». Seguramente por estimar que después de diversidad de argumentaciones, incluyendo argucias y razonamientos no bien asentados, iba a haber un cambio decisivo en la política comercial de Estados Unidos frente al resto del mundo. Con el intento global de poner fin a los ingentes déficit comerciales padecidos por su país, especialmente con China y la Unión Europea. Considerando que en ambos casos se ha llegado a la situación de máxima explotación de su gran mercado USA para impulsar su propio desarrollo. Lo que el presidente estimó como una auténtica estafa a los empresarios y trabajadores estadounidenses.
No puede decirse que esa política de Trump tan radical llegara de improviso ahora en 2025, pues ya se había planteado en su primer mandato (2017-2021). Si bien es verdad que la pandemia paralizó muchos de los proyectos de cambio: el largo confinamiento establecido en los programas de lucha contra el covid-19 contribuyó a la derrota del propio Trump en las presidenciales de 2021. Joe Biden fue quien al final de esa campaña se alzó con la presidencia.
El sistema planteado ahora por Trump es castigar a sus más duros competidores, con fuertes aranceles a la entrada de sus productos en el mercado de Estados Unidos. Rompiendo así el sistema de intercambios internacionales establecido al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando dentro del marco del General Agreement on Trade and Tariffs (GATT), los aranceles recrecidos durante la Gran Depresión (1929-1939) y la propia Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se situaron al más alto nivel, para asegurar el mercado propio a las industrias de cada país. Pero, a partir de 1947, en el marco del GATT, los aranceles nacionales de los distintos países fueron negociándose para suprimir el proteccionismo en pro de un mayor desarrollo del comercio a escala internacional.
Para el proyecto «America First», se fijan altos aranceles protectores del mercado USA, utilizándose el mecanismo de las órdenes ejecutivas. Que son los decretos del presidente de EE UU, un arma contundente que no precisa el visto bueno ni del Congreso ni del Senado.
Existe la previsión de unas cien órdenes ejecutivas para el completo desarrollo del proyecto global de Trump, de las que hasta el 2 de abril se habían emitido 46. Siempre con la escena del presidente firmando ante el público esos ucases a la americana; ante la televisión, en propaganda de todo el proyecto, por el que el país más rico quiere recuperar su máxima presencia industrial.
«El 20 de enero de 2025 –dijo Trump– firmé la primera de esas órdenes ejecutivas, para determinar los largos y persistentes déficit comerciales del intercambio exterior de Estados Unidos. Debido al hecho principal de que nuestros socios comerciales fuerzan sus exportaciones a nuestro país, rompiendo lo que debería haber sido el nivel de reciprocidad, propio de la filosofía del GATT, de un comercio compensado, con la mayor creación de empleo, a partir de una mayor liberalización del comercio internacional que beneficie a todos».
Así sucedió durante un tiempo, merced a la cláusula de nación más favorecida, de todos los acuerdos suscritos en el marco del GATT, hasta 1985, y desde entonces, según lo pactado en la entidad sucesora, la Organización Mundial de Comercio (OMC). Creándose situaciones de proteccionismo muy distintas, en general bajo, según los países. Con un promedio de protección «ad valorem» del 17% en India, 11,2% en Brasil, 9,4% en Vietnam, 7,5% en China, y 5% en la Unión Europea, por mencionar solo los países más importantes en relación con Estados Unidos.
En ese contexto, según el cuadro de aranceles presentado por la Administración Trump, resulta que China protege su mercado propio con un 67% «ad valorem» (a.v.). Y para la entrada de productos chinos en Estados Unidos, la barrera efectiva se sitúa solamente en el 34% a.v. Siendo pues la diferencia 67-34=33 puntos de mayor protección para China, lo que le duele a EE UU, que quiere nivelar esa diferencia con aranceles más altos para sus mayores proveedores.
Puede verse también el caso entre la UE y EE UU con el 39%, con un gran margen, pues, en favor de sus 27 Estados miembros, que sólo tienen que superar el 20 a.v. para entrar en Estados Unidos.
Tanto la primera Administración Trump de 2017, como en la Administración Biden, en 2022, se reconoció que era preciso aumentar la exportación USA de manufacturas nacionales y garantizar así la seguridad nacional de Estados Unidos, evitando un mayor deterioro de la situación de EE UU, pues, según datos de Naciones Unidas de 2023, manejados por Trump, la producción manufacturera estadounidense como porcentaje de la mundial es ahora de solo el 17,4%, muy por debajo del 28,4% alcanzado en 2001. En otras palabras, en los últimos años, la vulnerabilidad de la economía estadounidense quedó especialmente dañada en el comercio exterior.
Ese declive de la capacidad manufacturera estadounidense, precisó Trump, significó la pérdida de empleos en el sector manufacturero de Estados Unidos. En ese sentido, entre 1997 y 2024, Estados Unidos perdió alrededor de cinco millones de empleos en el sector manufacturero, una de las mayores caídas de esa clase de trabajo. Además, mucho de esa pérdida se dio en zonas geográficas específicas, ya con tendencias depresivas muy negativas, incluyendo el alto abuso del consumo de opioides en su población. Con gran efecto en la salud física y mental, con todo un fuerte coste para la economía y la sociedad estadounidenses.
Y una nación que no produce manufacturados –dice también Trump– no puede mantener su base industrial y su seguridad nacional. Y tampoco puede sobrevivir a largo plazo si no produce sus propios alimentos. Razón por la cual ya con la Orden Ejecutiva del 12 de febrero de 2013 (Seguridad y Resiliencia de Infraestructuras Críticas) se designó la agricultura/alimentación como un «sector de infraestructura crítica para EE UU, que debe ser considerado vital».
Por las razones expuestas, Trump declaró la emergencia nacional, de grandes y persistentes déficit anuales del comercio de bienes de Estados Unidos, que han crecido más del 40% tan solo en los últimos cinco años, alcanzando los 1,2 billones de dólares en 2024. Déficit comercial que refleja asimetrías en las relaciones comerciales que han contribuido a la disminución de la capacidad USA de producción, especialmente la de su base manufacturera y de defensa. De modo que Estados Unidos ataca exigiendo mucho. Lo que no está nada claro es que sus exigencias sean impuestas casi «manu militari».
Seguiremos en un segundo artículo, para examinar la verdadera posición de Trump en la guerra comercial que ha declarado al resto del mundo.