Estados Unidos
Trump solicita al Congreso que investigue el presunto «pinchazo» telefónico
El presidente de Estados Unidos solicita a los comités de Inteligencia del Capitolio que determinen si la anterior Administración demócrata abusó de su poder por motivos políticos.
El presidente de Estados Unidos solicita a los comités de Inteligencia del Capitolio que determinen si la anterior Administración demócrata abusó de su poder por motivos políticos.
Donald Trump ha solicitado al Congreso que investigue las presuntas escuchas de sus conversaciones antes de las elecciones presidenciales y determine si el Ejecutivo de Barack Obama abusó de sus poderes, anunció ayer el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. «El presidente Donald J. Trump está pidiendo que como parte de su investigación de la actividad rusa, los comités de inteligencia del Congreso apliquen su autoridad de supervisión para determinar si los poderes de investigación del brazo ejecutivo fueron abusados en 2016», señaló Spicer en un comunicado. La víspera, el mandatario acusó a su antecesor, sin ofrecer pruebas, de haber ordenado la grabación de sus conversaciones en la Torre Trump de Nueva York antes de las elecciones de noviembre, algo que Obama rechazó categóricamente. El portavoz remarcó que «las informaciones sobre investigaciones potencialmente políticamente motivadas justo antes de las elecciones de 2016 son muy preocupantes», sin aportar detalles del origen de éstas.
Las acusaciones de Trump han sonado como un disparo en medio de una noche tranquila. Como es habitual en el mandatario estadounidense, la noticia no ha surgido a través de los medios de comunicación convencionales, sino por su cuenta de Twitter, donde se pudo ir leyendo que, supuestamente, Obama habría recibido incluso una negativa judicial de grabar las conversaciones del actual presidente, pero que la desobedeció de manera flagrante. Trump aludió al «Watergate» y «macarthysmo».
La acusación vino acompañada del recuerdo de las veces en que los miembros de la anterior Administración se habían reunido con el embajador de Rusia sin que por ello tuvieran que renunciar a su puesto, como sucedió a Michael Flynn, ex consejero de Seguridad Nacional, que se vio obligado a dimitir recientemente.
La afirmación de Trump no surge de la nada. A decir verdad, el primero en cargar contra el ex presidente demócrata fue Mark Levin, el director de un programa de radio ultraconservador. El jueves, Levin apuntó a que la Administración Obama articulaba un «golpe de Estado silencioso» y exigió que el Congreso investigara el episodio. Las graves acusaciones de Levin fueron repicadas por Breitbart News, una página web de noticias, también de signo ultraconservador y dirigida en otro tiempo por Steve Bannon, el jefe de Estrategia de Trump. Breitbart News fue mucho más lejos afirmando que el anterior Gobierno había buscado y obtenido autorización para colocar micrófonos y que, pese a no encontrar ningún indicio de conducta ilegal, continuó vigilando al candidato republicano a la Casa Blanca. Por añadidura, el Gobierno saliente habría relajado las normas de seguridad de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de tal manera que la información pudiera llegar a civiles y se filtrara a la Prensa.
La reacción ha sido, como era de esperar, diversa. Los republicanos, como el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, han insistido en que lo importante es determinar si la anterior Administración pudo conseguir autorización judicial para investigar a Trump. Los demócratas afirman, por el contrario, que la acusación del presidente no pasa de ser una mentira destinada a encubrir las relaciones entre miembros de su equipo y Rusia, pero insisten en que habría sido legal vigilar las relaciones del entonces candidato republicano con una potencia extranjera, como la rusa.
Mientras, James Clapper, ex director de Inteligencia Nacional con Obama, negó que se espiara a Trump. «Diré que desde el aparato de seguridad nacional que coordinaba como DNI, no hubo esa actividad de escuchas al presidente electo en ese momento, como candidato, o contra su campaña», dijo a la NBC Clapper, que ocupó el cargo entre 2010 y 2017.
Precisamente, ese argumento de los demócratas ha despertado la desconfianza de muchos ciudadanos, que entrevén una mera excusa frente a una acusación basada en hechos reales. Por desgracia para la credibilidad de Obama, la situación cuenta con preocupantes antecedentes. El más grave, posiblemente, sea el de Edward Snowden, que desveló la existencia de un conjunto de programas de vigilancia global que eran llevados a cabo por la NSA y la Alianza de Inteligencia de los Cinco Ojos, formada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, con la cooperación de empresas de telecomunicaciones. La Administración Obama no sólo habría espiado sin orden judicial a millones de ciudadanos europeos sino también a estadounidenses. En España, millones de llamadas telefónicas habrían sido objeto de la atención de este plan.
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