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El atacante del metro de San Petersburgo es un ciudadano de Kirguistán

Akbarzhon Dzhalílov, de 22 años, fue también el que colocó un segundo artefacto explosivo en otra estación del metro

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, deja un ramo de flores a las afueras de la estación de metro, después del atentado
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, deja un ramo de flores a las afueras de la estación de metro, después del atentadolarazon

Un ciudadano ruso de origen kirguís, Akbarzhon Dzhalílov, es el autor del atentado terrorista perpetrado el lunes contra el metro de San Petersburgo, en el que murieron 14 personas, informaron hoy las autoridades rusas.

Un día después del sangriento ataque terrorista en el metro de San Petersburgo aún son muchas las preguntas que se hacen los políticos y los ciudadanos, pero una de ellas quedó resuelta ayer, cuando el Comité de Instrucción ruso confirmó que el atentado fue perpetrado por un ciudadano de Kirguistán de 22 años, naturalizado ruso. «La investigación ha podido establecer la identidad del hombre que llevó a cabo la explosión en un vagón de un tren en el metro de San Petersburgo, Akbarzhon Jalilov, nacido el 1 de abril de 1995», anunció la portavoz del Comité, Svetlana Petrenko. Las autoridades rusas informaron además de que el mismo kamikaze colocó un segundo artefacto en la otra estación del suburbano de San Petersburgo que no llegó a explotar y fue desactivado por la Policía. «Hace tres años trabajamos juntos y era un chaval muy tranquilo. No noté nada raro», dijo un ex compañero de trabajo de Jalilov en un Sushi Bar de San Petersburgo, en el que tampoco mostró señales de radicalización. Sí era musulmán, pero no realizaba las cinco oraciones diarias, pues en el trabajo nadie le vio rezar.

Antes del sushi bar, el autor del atentado en San Petersburgo trabajó en un taller de reparación de automóviles. «Su padre le trajo a Rusia en el año 2011 y juntos trabajaban en un taller mecánico», relató una fuente de los servicios de seguridad rusos. Según la misma, el joven simpatizaba con el Estado Islámico y pudo recibir instrucciones de la organización terrorista. La última vez que Jalilov viajó a su Kirguistán natal fue el pasado febrero. En marzo, el hombre volvió a Rusia pero a diferencia de las otras veces no tomó un vuelo directo a San Petersburgo, sino que hizo escala en Moscú, donde, según la inteligencia rusa, podrían encontrarse los organizadores del atentado. Hace meses sus conocidos le perdieron el rastro. Los investigadores están tratando de determinar ahora si el joven aprovechó ese tiempo para recibir entrenamiento en algún país árabe.

El atentado se produjo el lunes en un tren que circulaba entre dos céntricas estaciones del metro de la segunda ciudad más grande de Rusia, siendo la primera vez que la antigua ciudad imperial se convierte en blanco de los terroristas. El ataque, que hasta el momento no ha sido reivindicado, se perpetró en la ciudad natal del presidente Vladimir Putin. Según el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, el atentado en San Petersburgo es un desafío para el pueblo ruso y para su líder. «Cada acto terrorista que ocurre en el país es un desafío para cada ruso, incluido el jefe del Estado», dijo Peskov a los medios. Asimismo, el representante del Kremlin afirmó que el hecho de que el ataque ocurriera en el momento en que Putin visitó la ciudad «da que pensar» y va a ser analizado detenidamente por los órganos competentes rusos.

De acuerdo al director del Centro de Información Política Alexei Mujin, se trata de una «respuesta» del Estado Islámico (EI) a los éxitos de la acuación de Rusia en Siria. «Los representantes de esta organización y los que están detrás de ella (...) quieren influir en la opinión de la sociedad para mermar el apoyo a la campaña siria», dijo el analista al diario ruso «Nezavisimaya Gazeta».

Algunos medios rusos también indican que los servicios secretos tenían información sobre los planes de los terroristas de atentar en el suburbano de San Petersburgo, pero no conocían los detalles de la operación para poder prevenirla. Con eso relacionan ahora los recientes cierres de estaciones en la ciudad para investigar la información sobre objetos «sospechosos» abandonados en el metro.

Las especulaciones sobre los posibles autores del ataque comenzaron a aparecer en la prensa poco después de producirse el atentado. El primer «sospechoso» del crimen -un hombre barbudo, vestido de negro y con un maletín en la mano– cuya imagen mostraron todos los medios rusos, acudió a la comisaría por su cuenta para demostrar su inocencia.

«Vio su foto en la tele, se asustó y vino a la comisaría», dijo un agente al portal RBC. El policía agregó que según se pudo comprobar ese hombre no tenía ninguna relación con la explosión en el metro. Más tarde los medios difundieron la foto de otro hombre como el presunto autor del crimen. Esta vez se trataba de un joven estudiante de la república de Kazajistán, pero la versión quedó descartada por las autoridades del país centroasiático. Prácticamente al mismo tiempo, los servicios secretos de Kirguizistán informaron que un hombre oriundo de esta república podía ser el autor del atentado del 3 de abril. Esta última hipótesis resultó ser la definitiva al obtener horas más tarde la confirmación de las autoridades rusas.