Estados Unidos
El espionaje ruso salpica al yerno de Trump
El Senado cita al joven asesor para que testifique sobre su encuentro con el embajador Kislyak y el banquero Gorkov. La Casa Blanca confirma ambas reuniones, aunque niega que en ellas buscara proteger los intereses de Rusia
►El Senado cita al joven asesor para que testifique sobre su encuentro con el embajador Kislyak y el banquero Gorkov ►La Casa Blanca confirma ambas reuniones, aunque niega que en ellas buscara proteger los intereses de Rusia
El yerno del presidente Donald Trump, Jared Kushner, testificará ante el Comité de Inteligencia del Senado, que investiga las interferencias de Rusia en las elecciones presidenciales. Así lo confirmaron ayer desde la Casa Blanca tras la filtración del periódico «The New York Times» que apuntaban a que los senadores habían mostrado interés en interrogar al yerno de Trump, que se ha convertido en el principal intermediario entre los líderes internacionales y el presidente de EE UU.
Desde que la nueva Administración llegó a la Casa Blanca, los miembros del equipo Trump se han saltado todo tipo de protocolos y formas entre los líderes extranjeros. Tradicionalmente son los diplomáticos del Departamento de Estado quienes tramitan los contactos de Washington con los mandatarios extranjeros. Ahora es Kushner el enlace entre la Casa Blanca y las capitales extranjeras, que suelen recurrir a sus contactos en Wall Street para llegar primero al yerno de Trump y luego al presidente.
Sin embargo, lo que se investiga en el Senado es lo que Kushner pudo hacer o prometer antes de instalarse en el Despacho Oval como consejero sénior. Desde la victoria electoral del 8 de noviembre y la investidura de Trump del 20 de enero, ningún miembro de la futura Administración puede prometer ni interferir de ningún modo en la política estadounidense. Los senadores desconfían de que Kushner siguiera estas máximas y muestran preocupación por las entrevistas que mantuvo en diciembre pasado con representantes del Gobierno ruso y con un banquero de una entidad sancionada por EE UU.
Hasta ahora, desde la Casa Blanca habían reconocido que Kushner y el embajador ruso en Washington, Sergey I. Kislyak, mantuvieron un encuentro a primeros de diciembre que tuvo lugar en la Torre Trump, en la Quinta Avenida de Manhattan. A la cita también acudió el ex consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn, que tuvo que dimitir debido a la controversia generada por su conversación telefónica con el diplomático ruso el día en el que la Administración Obama puso en marcha las sanciones contra Rusia como castigo por la anexión de Crimea. Flynn ofreció el levantamiento de las represalias a Rusia. Y no sólo eso, mintió incluso al vicepresidente Mike Pence sobre una promesa que más tarde tuvo que reconocer.
Tras su primer encuentro con Kislyak, el embajador quiso ver de nuevo Kushner y entonces éste, consciente de las consecuencias, pidió a un miembro del equipo de Trump que acudiera en su lugar.
Sin embargo, sí se vio días después con el jefe del banco Vnesheconombank, Sergey N. Gorkov, que está incluido en la lista de entidades señaladas por la Administración Obama después de que el presidente Vladimir Putin irrumpiese en Ucrania y decidiera hacerse con Crimea. Según el «Times», los investigadores del Senado quieren consultar al yerno de Trump sobre si la reunión con el banquero ruso buscaba asegurar financiación para las reformas de un edificio en Manhattan propiedad del grupo inmobiliario de la familiar Kushner.
De momento, la portavoz de la Casa Blanca, Hope Hicks, se ha limitado a confirmar estos encuentros restándolos importancia. Según Hicks, la conversación que tuvo Kushner con Gorkov, el que fue con anterioridad vicepresidente del consejo del mayor banco estatal de Rusia, Sberbank, fue algo rutinario, una labor que forma parte del trabajo de los miembros del equipo de transición. «No está tratando de ocultar nada y quiere ser transparente», agregó la portavoz, que negó tajantemente que el tema de la financiación se tratara en la conversación entre el «yernísimo» y Gorkov, que duró media hora. También rechazó que hablaran sobre la posibilidad de que se levantaran a partir del 20 de enero las sanciones al banquero ruso.
Sobre el primer encuentro con el embajador de Moscú, Hicks señaló que sólo buscaba explorar la posibilidad de mejorar las relaciones entre Rusia y Estados Unidos y avanzar en la cooperación entre las dos naciones para solucionar el conflictos de Oriente Medio.
Hasta ahora, estas reuniones del equipo Trump con representantes del Kermlin han provocado la dimisión de Flynn, y la retirada del fiscal general del Estado, Jeff Sessions, de la misma investigación. Mientras, parece que desde la Torre Trump todos los caminos llevan a Rusia. Kushner es la persona más cercana a Trump que ha sido llamada a declarar.
En verano, meintras Trump pedía de forma pública a los rusos que se infiltrasen en los correos electrónicos de la candidata demócrata, Hillary Clinton, el ex consejero de Política Exterior de Trump Carter Page mantuvo también contactos con el citado diplomático ruso. A esto se añade que el magnate lleva intentado desde 1987 hacer negocios en Rusia, algo que su secretario de Estado, Rex Tillerson, sí consiguió con su petrolera Exxon Mobile antes de ocupar su cargo.
El perfil
Entre el escándalo y la opulencia
Su padre pagó 2,5 millones de dólares, a modo de donación, para que su hijo pudiera entrar en Harvard y, ahora, a sus 36 años, Jared Kushner se ha convertido en uno de los hombres más poderosos del país. Su suegro, Donald Trump (padre de Ivanka, su esposa), confía en sus consejos y le agradeció sus esfuerzos en la campaña con el premio de asesor sénior en la Casa Blanca. El ADN empresarial corre por sus venas y a los 21 años ya se lanzó a la compra del entonces reputado (hoy desprestigiado) periódico «New York Observer» por diez millones de dólares. Judío ortodoxo, saltó a las primeras páginas del papel cuché cuando en 2009 se casó con Invanka, con la que ha tenido tres hijos. Creció en la abundancia y heredó los negocios inmobiliarios de su padre, que fue condenado por evasión fiscal, lo que le obligó a pisar la cárcel, algo que Jared nunca olvidó.
El servicio secreto se arruina
La presidencia Trump ya se sabe que no es una Administración al uso. Tampoco en cuanto a la seguridad. El hecho de que el mandatario no renuncie a sus escapadas de fin de semana a su resort de Miami, Mar-a-Lago, o que su esposa se haya negado a instalarse en la Casa Blanca para que su hijo Barron termine sus estudios en Nueva York no hace más que aumentar el gasto en la seguridad de la «Trumpfamily». Por este motivo los servicios secretos necesitan 55 millones de euros extra para cubrir los gastos de la actividad del presidente. Pero la Oficina de Presupuestos ha denegado la petición.
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