Panamá

Un continente dividido recibirá a Obama

El presidente estadounidense, Barack Obama.
El presidente estadounidense, Barack Obama.larazon

Al final lo histórico podría eclipsar lo cultural. La ansiada foto de Raúl Castro apretando la mano de Barack Obama podría darse a un precio demasiado elevado: Olvidar la represión y la falta de respeto por los derechos humanos que sostiene una dictadura.

Al final lo histórico podría eclipsar lo cultural. La ansiada foto de Raúl Castro apretando la mano de Barack Obama podría darse a un precio demasiado elevado: Olvidar la represión y la falta de respeto por los derechos humanos que sostiene una dictadura. Y es precisamente un presidente norteamericano quien encabeza los esfuerzos para que Cuba vuelva a integrarse a las Cumbres de las Américas. Los papeles han cambiado. La región, también. De todo esto se hablará en la reunión que arranca el viernes en Panamá. Se hablará, pero por encima, porque durante el encuentro todos serán sonrisas y palmaditas entre corbatas y guayaberas. Diplomacia de ron y langosta. Los asuntos espinosos ya los están tocando las delegaciones cubana y norteamericana en las negociaciones que pretenden acabar con un brindis al sol y el fin del bloqueo.

Sin Fidel Castro haciendo de diablo y sin Hugo Chávez regalando libros socialistas, al que le tocará el papel de malo es al presidente bolivariano, Nicolás Maduro. Cuba es la reina mientras que Venezuela es la niña fea con la que nadie quiere bailar. El mandatario caribeño llega en un momento muy delicado, con el país inmerso en una crisis social sin precedentes. Ya no cuenta con las mismas amistades que su maestro compró a golpe de talonario. Está debilitado, sin crédito internacional. Maduro desembarca con una carta debajo del brazo llena de firmas estampadas en las calles de Caracas y la Habana, donde se muestra el rechazo a las sanciones impuestas por Washington. Una misiva que pretende entregar al mismo Obama, quien seguramente no pueda escapar al encuentro del venezolano. Durará segundos, lo que tarde en encarar en su mal inglés al líder norteamericano. Los ataques a EE UU no serán tan duros. Venezuela montará un pequeño circo a las afueras de la sala de congresos. Una tarima antiimperialista que armarán sindicalistas rojillos trasladados hasta Panamá.

Obama evitará los choques, intentando pasar de puntillas en una cumbre en la que no se siente cómodo. Con todo, estará bien escoltado por aliados como Panamá, Paraguay, México y los países centroamericanos. Colombia, Chile o Brasil no condenan ni a Caracas ni a La Habana, pero coquetean con EE UU.

Del otro lado, los países de la órbita bolivariana. El nicaragüense Daniel Ortega asistirá al desayuno que ha programado Obama con los presidentes centroamericanos, aunque podría sumarse a las críticas de Maduro. El grifo se cortó tras la muerte del comandante y su lealtad ya no es la misma. La presidenta argentina, Cristina Kirchner, viene herida por el contencioso de los «fondos buitre». El boliviano Evo Morales también estará dispuesto a entonar el discurso antigringo. Serán sólo algunas voces. Poco ruido porque no hay pelea si dos no quieren.