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El tiempo se agota para los atrapados bajo tierra
El fuerte seísmo de 7,1 grados, que deja de momento 238 muertos, coincide con el 32º aniversario del sismo más letal. Esta tragedia hunde Ciudad de México doce días después de otro terremoto
"La norma oficial mexicana considera que, después de 72 horas, no es posible que una persona sea rescatada", expresó el doctor Manuel Bárcenas
Las personas atrapadas bajo los escombros de los edificios arrasados por el sismo del martes en México juegan con el tiempo en contra, pues el aguante del cuerpo humano en situaciones extremas es de 72 horas, segúÜ expertos, y los equipos de rescate siguen desbordados trabajando por salvar vidas".
La norma oficial mexicana considera que, después de 72 horas, no es posible que una persona sea rescatada", expresó a Efe el doctor Manuel Bárcenas, quien se encontraba en un perímetro acordonado asistiendo a las autoridades en un rescate en la colonia Linda Vista de Ciudad de México.
Las condiciones a las que se enfrentan las personas son extremas, ya que los escombros provocan "un aplastamiento de órganos", lo que puede causar que se lastimen más rápidamente, "se destruyan"y, finalmente, conducir a la muerte.
México amaneció un día después de la catástrofe sin haberse ido todavía a dormir, envuelta en una atmósfera que huele a gas, polvo y muchos sueños rotos. Las autoridades mexicanas cuentan víctimas por decenas según los servicios de emergencia avanzan en las tareas de rescate. Con las primeras luces del día ha quedado evidenciada la situación catastrófica que se vive en Condesa y Roma, dos de los barrios de Ciudad de México que los extranjeros eligen como residencia. En la misma capital hay más de 40 edificios derrumbados con gente atrapada bajo los escombros que los servicios de emergencia y miles de voluntarios tratan de socorrer antes de que sea demasiado tarde. Un terremoto que llega doce días después del mayor temblor vivido por México en 85 años y en el trágico aniversario del que hace 32 le costó la vida a 10.000 de personas en todo el país.
Esta vez el temblor, con epicentro en la frontera entre los estados de Morelos y Puebla, fue menor, de 7,1 grados, pero su cercanía a la capital y su escasa profundidad, de sólo 57 kilómetros, han provocado que la factura sea mucho mayor. Por ser 19 de septiembre, como es habitual cada año, las autoridades capitalinas programaron un simulacro en recuerdo al terremoto del 85. Los oficinistas abandonaron sus puestos y las familias salieron de sus casas aunque sabían que no había nada que temer. Tampoco se esperaban lo que llegaría dos horas después. Una sacudida que hizo temblar los cimientos del subsuelo.
Circula una polémica al respecto de esos primeros momentos de temblor, ya que la alerta sísmica no empezó a escucharse por los megáfonos instalados en la ciudad hasta varios segundos después de que la tierra se moviera. Algo que impidió anticipar el golpe y que seguro que habría salvado más de una vida. Pero no fue así y la sociedad mexicana tuvo que reaccionar de manera rápida y por su cuenta. Tras los segundos de movimiento telúrico llegó el caos. Edificios colapsados, cortes de electricidad y dificultad para que los servicios de emergencia llegaran rápido a los lugares afectados. En total fueron cerca de cuatro millones de personas las que se vieron afectadas por estos cortes, lo que aumentó el caos y la tensión ante la imposibilidad de localizar a los seres queridos. Las operaciones en el aeropuerto estuvieron suspendidas durante unas horas, después de que una de las terminales se viese afectada por el temblor.
Ante ese retraso tuvieron que ser los propios mexicanos quienes asumieran las veces de bomberos y enfermeros. Su actitud ha sido más que ejemplar y vuelve a poner de manifiesto la gran capacidad que tienen para enfrentarse y superar estos envites de la naturaleza. Todas las manos son bienvenidas en una tragedia semejante. De hecho, el Gobierno de Peña Nieto ha desplegado más de 3.000 soldados en la capital.
Preocupa especialmente la situación en el colegio de Coapa, donde tras la sacudida quedaron atrapados la mayor parte de profesores y alumnos. Cientos de rescatistas trabajan sin descanso en este centro que ya se ha convertido en icono del desastre y de la esperanza de todos los mexicanos. Al cierre de esta edición, el saldo de víctimas era 25, de los cuales 21 eran menores. Además habría más de 30 personas sepultadas bajo los escombros de la escuela esperando a ser rescatadas.
En otras regiones del país la situación no es diferente. Mientras temblaba el suelo en Puebla, entró en erupción uno de los volcanes activos, el Popocatepetl, obligando a decretar una alerta en la zona por «peligro de caída de fragmentos y ceniza». En las últimas 24 horas se han identificado 188 exhalaciones de baja intensidad y tres seísmos volcanotectónicos. Además el movimiento provocó la caída de las torres de la iglesia de Cholula, así como daños importantes en varios templos. De hecho, en el del poblado de Atzala murieron once personas de una misma familia al ser sorprendidos por el temblor cuando estaban celebrando un bautizo y quedar atrapadas en su interior. El saldo de víctimas se acerca a las 50 personas, más de cien heridos y 33 municipios afectados.
Sin embargo ha sido el vecino Estado de Morelos el que ha sufrido las peores consecuencias del seísmo de 7,1 grados. Los mayores desperfectos se registraron en su capital, Cuernavaca, y en los poblados de Axochiapan y Jojutla, donde edificios, casas y construcciones históricas se vinieron abajo. Su cercanía al epicentro hizo que el golpe fuera especialmente duro en esta región rural donde las víctimas superaban anoche las 70.
México sigue en estado de «shock», pero es consciente de que no se pueden bajar los brazos mientras queden personas bajo los escombros. Los relevos se suceden entre profesionales del rescate y exhaustos voluntarios, y la ayuda humanitaria se reparte con eficiencia mientras los que han perdido todo buscan refugio en los 15 albergues instalados en la capital mexicana o en casas de familiares o amigos. Todavía harán falta varios días para conocer el balance final de este fatal terremoto y varios meses, incluso años, para reparar los daños en infraestructuras y en el corazón de la sociedad mexicana.
Las condolencias de la comunidad internacional por la catástrofe no tardaron en llegar. El presidente Donald Trump telefoneó a Peña Nieto después de las críticas recibidas por la tardanza en expresar su solidaridad con el país vecino en el terremoto de hace apenas dos semanas. En el mismo sentido, se expresaron Rajoy y los líderes latinoamericanos. Peña Nieto ha decretado tres días de luto por la tragedia que vuelve a hundir en escombros el país.
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