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Un muerto y tres heridos en las graves protestas de Brasil

Un muerto y tres heridos en las graves protestas de Brasil
Un muerto y tres heridos en las graves protestas de Brasillarazon

El anuncio de las autoridades de Río y Sao Paulo en el que se comprometían a bajar las tarifas del transporte público no ha conseguido aplacar la ira de los «indignados» brasileños. Las últimas protestas dejan un muerto y varios heridos.

Un joven ha muerto atropellado en el marco de la manifestación que se ha celebró ayer en la localidad de Ribeirio Preto, ubicada en el estado de Sao Paulo, como parte de la gran protesta social que recorre Brasil desde hace días. Las circunstancias del suceso no están claras. Se cree que una camioneta o una moto ha atropellado a doce personas a la altura de la avenida de Jaoa Fiusa, al término de la protesta.

Como consecuencia de ello, una persona --que la cadena O'Globo ha identificado como Marco Delfrati, de 18 años de edad-- ha fallecido y las demás están heridas, algunas en estado grave.

El anuncio de las autoridades de Río y Sao Paulo en el que se comprometían a bajar las tarifas del transporte público no ha conseguido aplacar la ira de los «indignados» brasileños. El anuncio sorprendió a los líderes del Movimiento Pase Libre, convocante de las manifestaciones junto a otros muchos grupos. «La suspensión [del aumento] nos agarró de sorpresa», reconoció Mateus Preis, un miembro del movimiento.

Pero el gesto de las autoridades se ha quedado en eso, un gesto que no ha servido para aplacar las demandas ciudadanas. De hecho, más de un millón de brasileños salieron hoy de nuevo a las calles en cerca de 80 municipios para exigir mejores servicios públicos, en manifestaciones en su mayoría pacíficas aunque empañadas por enfrentamientos con la policía.

Grupos violentos trataron de invadir el Congreso y la cancillería brasileña, que sufrió rotura de cristales y fuegos junto a sus columnas externas. También intentaron entrar en la alcaldía de Río de Janeiro, la sede de Gobierno en Fortaleza y se enfrentaron a la policía en otras ciudades, como Salvador y Campinas. Los agentes antidisturbios respondieron con bombas de gas lacrimógeno y unidades a caballo para reprimirlos. Una persona murió atropellada cuando un vehículo arrolló a algunos manifestantes en la ciudad de Riberão Preto, en el estado de São Paulo, lo que supone el primer fallecimiento relacionado con las protestas, que comenzaron la semana pasada. Además, solo en Río de Janeiro hubo una cuarentena de heridos por los enfrentamientos.

Como en días anteriores, las marchas fueron retransmitidas vía Twitter. Algunas fotos, como la de una señora atacada con gas pimienta por la Policía, o el vídeo de una agente que arroja su arma y se une a los jóvenes ya han dado la vuelta al mundo.

Río, la «ciudad maravilla», parecía ayer un búnker de guerra. Edificios de la Asamblea Legislativa, el Palacio Imperial o el Palacio Guanabara amanecían rodeados de vallas de más de tres metros de altura. En la avenida Río Branco, la mayoría de las agencias y bancos protegieron sus cristales con chapas de metal. El hotel Windsor Guanabara también cubrió las ventanas de su fachada con tablones de madera, y en el hall todas las luces permanecían encendidas, como si fuera de noche. Jorge Campos, carpintero, asegura a la televisión que los pedidos aumentaron. «Las ventas de hoy son grandes. La mayoría de los pedidos son los bancos, que temen el vandalismo», declara Campos. El Banco Central, en la avenida Presidente Vargas, por ejemplo, fue más precavido y, además de la instalación de vallas de madera, colocó placas de acero a lo largo de la fachada del edificio. Ya parece un ritual que se repite cada día a la espera de la noche y de los manifestantes.

Patrullas de la Policía federal transitaban las calles. También los temidos escuadrones de la BOPE, la tropa de élite carioca, recorrían con sus blindados negros las inmediaciones de los estadios. «Los calaveras» son un cuerpo de choque utilizado para combatir el crimen en las favelas, sin embargo, también pueden intervenir en situaciones de emergencia. Que hayan sido llamado a filas, teniendo en cuenta su carácter violento, es un claro síntoma de la gravedad de la situación: hay que recordar que la última protesta en Río comenzó pacíficamente, pero terminó en enfrentamiento. Al menos 34 personas resultaron heridas y otras 25 fueron arrestadas. A medida que evolucionan las protestas cada ciudad ha ido amoldando las demandas a su realidad. Las exigencias varían entre mayor seguridad, menos corrupción o mejores hospitales y educación. En general, y con la Copa Confederaciónes de fondo, todos denuncian las enormes inversiones en eventos como el Mundial y las olimpiadas. La represión policial de los primeros días también despertó la ira popular. Los analistas no se cansan de recordar que el aumento de los precios del transporte fue sólo la chispa que desató la «tormenta». En sus interpretaciones de las causas de las protestas, los sociólogos y politólogos destacan la insatisfacción de los jóvenes. Y es que en las grandes ciudades era normal ver comercios repletos de gente dispuesta a pagar pizzas más caras que en Venecia o ropa más cara que en París. Pero el consumo de las familias se ha enfriado en el primer trimestre del año (subió 0,1% respecto al anterior) y ahora el Gobierno se esfuerza por revertir el debilitamiento del real frente al dólar y controlar la inflación. Esa inquietud por los precios y la menor confianza en la economía han reducido la popularidad de Rousseff y se ha transformado en revueltas. Todo esto plantea una pregunta simple: ¿se cansaron los brasileños de vivir en un país caro?