Argentina

Una cárcel de once millones de cubanos

La Razón
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La cínica respuesta del general Raúl Castro, cabeza de la junta económico-militar cubana y heredero en el poder de su hermano Fidel, nos trajo a la memoria aquella casi idéntica que justo un día como ayer otro militar, el general Videla, diera a la Prensa sobre las violaciones de los derechos humanos por parte de su régimen en Argentina: «¿Desaparecidos? ¿Que desaparecidos?» Su émulo Raúl casi lo parafraseó: «¿Presos políticos? ¿Qué presos políticos?».

El dictador cubano, olvidando incluso las buenas maneras que insiste en tratar de vender sobre su régimen, aseguró al entrevistador que le diera los nombres de los prisioneros políticos y él los liberaría esa misma noche. Si alguien tenía alguna duda respecto a si en la isla existe o no un verdadero Estado de Derecho, la autoridad con que el presidente del Consejo de Estado se salta a la torera cualquier formalidad de institucionalidad, igual para encarcelar, desterrar o decidir sobre la vida y la muerte de los cubanos, espero que ese simple minuto de su intervención frente al presidente de la democracia más antigua del mundo haya sido más que ilustrativa.

No es la primera vez que aprovechando la visita de alguna personalidad del mundo democrático el régimen, como muestra de su «magnanimidad», ofrece como prenda de cambio prisioneros políticos. Los Castro saben que es mejor mantener siempre alguna reserva de éstos tras las rejas que ceder un ápice y reformar las leyes que coartan el derecho a la libertad de expresión y asociación, las libertades económicas o el derecho a elegir libremente el Gobierno del país.

En la primavera de 2003 un grupo de 75 opositores cubanos, 42 de ellos gestores de la demanda por el Referéndum sobre el Proyecto Varela, fuimos secuestrados, juzgados en juicios sumarísimos y dispersados por prisiones de todo el país a cientos de kilómetros de nuestros hogares. Fue preciso que pasaran siete años y medio para que finalmente el régimen aceptara enviar a España, tras negociaciones con el ex ministro Moratinos y el cardenal cubano Jaime Ortega, a los principales prisioneros de conciencia que habían movilizado el país por la consulta.

Habíamos pasado casi una década en celdas húmedas, calurosas, donde las ratas, los mosquitos y las cucarachas pululaban a su antojo. Permanecíamos junto a criminales comunes y casi no podíamos mantener comunicación con nuestros familiares y amigos. Nosotros sabemos perfectamente lo que son las prisiones cubanas. Por eso nos alegramos siempre que un compatriota es liberado, aun cuando la pena sea cambiada por el destierro. También fuimos un «listado», nada ha cambiado porque las leyes opresivas en la isla no lo han hecho.

Ayer por la mañana varias organizaciones cubanas de derechos humanos hicieron públicos varios listados de prisioneros políticos en respuesta al desmemoriado dictador. Un listado parcial enviado por el Directorio Democrático Cubano, basado en informes de tres grupos de la disidencia que trabajan en condiciones de persecución y acoso dentro de la isla resalta 51 nombres de activistas, una mujer entre ellos, arrestados por diversas causas políticas.

Pero no se incluyen las personas que están bajo «libertad condicional», aquéllos que cumplen «prisión domiciliaria» también por su activismo a favor de la democracia. Sería casi imposible confeccionar un listado de individuos sancionados bajo la siniestra figura de «peligrosidad predelictiva» que están encarcelados porque a alguien se les ha ocurrido, quizás luego de una tormentosa y húmeda noche de malos sueños, que pudieran cometer un delito aún por planificar, una especie de «minority report» a la caribeña y subdesarrollado.

Podríamos estar en ese listado por el que inquiere el olvidadizo general los más de 40 prisioneros de la Primavera de Cuba desterrados, que entre Europa y Estados Unidos continuamos exiliados porque no se nos permite regresar a nuestro país. En noviembre de 2014, cuando el canciller Margallo visitó la isla y planteó el caso de mi regreso a su interlocutor del Ministerio de Relaciones Exteriores del régimen, la respuesta fue no dar respuesta. No tengo los detalles exactos, pero imagino que en ese momento el representante de la dictadura, luego de una pausa silenciosa, debió interesarse por las quinielas para el partido Madrid-Málaga que se celebraría en esos días.

¿Tu quieres una lista de presos políticos, Raúl Castro? Yo te voy a dar una lista y es ésta: Más de ONCE MILLONES de CUBANOS dentro y fuera de la isla que no tienen derechos.

¡Ahora la Libertad!