Relaciones EEUU/Cuba

Una carrera de fondo hacia la normalización

La Razón
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La reapertura de las embajadas de Estados Unidos y Cuba en ambos países hoy es el resultado inevitable del proceso de normalización entre ambas naciones. De hecho, es un paso histórico para la Administración Obama, que dejó claras desde su llegada al poder sus intenciones de descongelar las relaciones entre los dos países, que han sido tensas y adversas desde los años sesenta. Para los que apoyan los esfuerzos del deshielo, el anuncio agrada enormemente. Por otro lado, los que se oponen a este giro ya han anunciado sus intenciones de obstaculizar el avance del proceso, que ya comprende tanto la atenuación de sanciones –económicas, financieras y las relativas a la posibilidad de viajar a Cuba– como la eliminación de la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional a finales de mayo de este año. Ahora hay varios desafíos que resolver. Uno primordial será el importante y difícil encuentro entre la política doméstica y la política exterior del país. Primero, el núcleo de cubano-americanos, la mayoría de los cuales están radicados en el sur de Florida, que se opone frontalmente a los cambios y «concesiones» a la política exterior hacia Cuba hasta que los Castro no se alejen del poder y se modifique el sistema de gobernanza. De este modo, manifiestan su disgusto a través de los medios y harán lo imposible para presionar a sus representantes legislativos al nivel estatal y nacional.

En segundo lugar, algunos legisladores, sobre todo los de origen cubano –por ejemplo, el senador Ted Cruz de Texas, la congresista por Florida Ileana Ros-Lehtinen y el senador Marco Rubio de Florida– están totalmente en desacuerdo con la normalización y ya han anunciado sus intenciones de imposibilitar el nombramiento del embajador. Intentan bloquear así la asignación de dinero por el Departamento de Estado y la confirmación legal del futuro embajador por parte del Senado.

En tercer y último lugar, la oposición a la normalización toma una dimensión magnificada porque los senadores Cruz y Rubio ya se han declarado candidatos para la nominación presidencial del Partido Republicano, dándoles así una plataforma más amplia para exponer sus opiniones al público americano a través de su mayor exposición a los medios de comunicación de cara a las elecciones de 2016. De acuerdo con el pasado, enfocarán sus argumentos y proyectarán sus percepciones de la normalización como un fraude de los principios y valores fundamentales de Estados Unidos –concretamente el abandono del énfasis en apoyar la democracia y la condena a los abusos de los derechos humanos y la falta de libertades– y por ende una aberración de la política exterior del país. A pesar de los retos que supone este deshielo entre Washington y La Habana, y del paso de hoy de restablecer relaciones diplomáticas a través de la reapertura de las embajadas, ya mencionado, el éxito que han tenido hasta ahora seguirá firme. Tarde o temprano el Congreso se verá obligado a reconsiderar otras piezas de legislación pertinentes a Cuba –como las del embargo y del estatus migratorio de los cubanos– y modificarlas, o quitarlas. La carrera será de fondo y no estará exenta de dificultades.