Irán
Una UE alejada de los ciudadanos
«Debemos escuchar a los pueblos. El proyecto europeo se ha convertido en una cosa de élites», advierte el embajador
«Debemos escuchar a los pueblos. El proyecto europeo se ha convertido en una cosa de élites», advierte el embajador
SANTIAGO GONZÁLEZ. ¿Son extrapolables las reformas francesas a un Gobierno de Pedro Sánchez o a uno hipotético de Albert Rivera?
–Las reformas de Francia no son las mismas que se deben hacer en España. Debemos seguir en la convergencia europea, pero son distintas. No sabemos aún qué hará este Gobierno o lo que haría Albert Rivera. Son países distintos con necesidades de reformas distintas.
–S.G. ¿Cómo se ve desde Francia la crisis catalana y qué solución vislumbra?
–El presidente Macron ha sido desde el primer momento de una claridad absoluta sobre lo que estaba pasando porque el Estado de Derecho basado en la Constitución es la base absolutamente fundamental de nuestros países. España es una gran democracia con todos los principios fundamentales de una democracia en Europa. Los que quieran salir de esto no sé dónde van. No voy a dar consejos, pero la idea es siempre la misma: Constitución, unión y Estado de Derecho.
–JULIÁN CABRERA. Con la llegada de Trump, las relaciones internacionales no son una balsa de aceite. ¿Está pasando a la historia la relación transatlántica?
–No hay que tomar la historia sólo instantáneamente, sino en una secuencia larga. Francia es aliada de EE UU desde que nació como país. Además somos socios en la OTAN y compartimos los valores democráticos y universales. Afectivamente, en el norte de Francia o Normandía no se puede olvidar a todos esos jóvenes que duermen en nuestra tierra tras dar su vida por nuestra libertad. Cuando llegó Macron, quiso obviamente un trato de amistad, pero no de alineados, sino con nuestra autonomía para poder decir que no estamos de acuerdo. Cuando visitó Estados Unidos, se trataron muy bien, pero al mismo tiempo en el Congreso el presidente francés repitió las cosas fundamentales: el Acuerdo de París, la solidaridad internacional, el pacto con Irán, la defensa del libre comercio... Es por eso importante que la primera potencia comercial del mundo, Europa, esté presente en todos los foros internacionales defendiendo nuestros principios. Es cierto que existen amenazas frente al multilateralismo, pues en ciertas partes del mundo se piensa que la fuerza es el principal motor. Nosotros vamos a seguir con el multilateralismo para convencer con nuestras fuerzas y capacidad de organización.
–J.C: ¿El proyecto europeo está en peligro por el auge populista y nacionalista?
–Debemos escuchar a los pueblos. El proyecto europeo se ha alejado de los ciudadanos. Yo tuve el honor de ser el primer responsable de Erasmus en Francia y estábamos muy ilusionados hace 30 años. Las promesas del Erasmus se han cumplido, pero no para todos los pueblos europeos en todos los ámbitos. El proyecto europeo ha sido una cuestión de élites y convencidos. Es por ello que hay que volver a unos principios fundamentales (los valores democráticos y la economía social de mercado) que no se pueden poner en tela de juicio y ver luego cómo se implementan y organizan. Pero existen dos riesgos. El primero que la gestión europea entre en las costumbres y formas de vivir de los pueblos. Debe ponerse el proyecto europeo a una sana distancia del día a día de la vida de los ciudadanos de cada país. En segundo lugar, en algún tiempo se ha pensado en una Europa postnacional, en unos Estados Unidos de Europa. Jacques Delors proponía, en cambio, la Europa Unida de los Estados. Pensar que los Estados nación siguen vigentes con una identificación de los pueblos con su larga historia. Los Estados no deben diluirse en Europa, sino integrarse en Europa. Ése es nuestro ADN.
–FRANCISCO MARHUENDA. A Europa le cuesta avanzar en política exterior, unión económica y monetaria e inmigración. ¿Qué podemos hacer para que sea algo más que la Europa de los mercaderes?
–Europa se ha hecho gracias a la capacidad de construir proyectos que la gente esté en capacidad de llevar a cabo. Por ejemplo, en el caso de Erasmus, la educación no formaba parte del Tratado de Roma, pero la gente sí quería impulsarlo. Una Europa sin el tejido de voluntades no se puede hacer, pero tampoco sin voluntad política. Una entidad política europea ha sido muy difícil de lograr hasta ahora, pero debemos tomar el toro por los cuernos. Para la inmigración, Europa no estaba preparada para afrontar crisis externas. No se ha solucionado todo, pero puede mejorar con los nuevos recursos a partir de 2020. Se pide mucho a Europa con un presupuesto del 1,1% del PIB y no hay recursos para todo, pero tampoco se la puede culpar de todo.
–F.M: ¿Europa estará más unida tras el Brexit?
–Es una mala noticia para todos. No me permito hablar sobre lo que quieren los británicos. Los europeos estamos muy unidos, lo que no era tan evidente porque tenemos intereses diversos. Supimos organizarnos y llevar una negociación para el Brexit de una manera muy transparente y eficiente que ha demostrado que uno no sabe qué es ser europeo hasta que afronta una amenaza sobre el conjunto. Es un momento de consolidación de la identidad europea, aunque pienso que es una pena que salga Reino Unido.
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