
Guerra Ucrania
Viktoria Roshchina: el rostro de la tortura y los maltratos en las cárceles rusas
Unos 16.000 civiles ucranianos están detenidos en más de 180 prisiones y centros de detención improvisados en Rusia y los territorios ocupados de Ucrania

Viktoria Roshchina, periodista ucraniana de 27 años, consideraba su deber profesional no permitir que el mundo olvidara a los habitantes de los territorios ocupados por Rusia. Ignorando los riesgos, viajó cuatro veces a esas zonas para documentar con sus propios ojos detenciones ilegales y represión, y contar sus historias.Un año y medio después de su última visita, su cuerpo fue devuelto a Ucrania. Sin cerebro, ojos ni parte de la tráquea. El estado deplorable del cadáver impidió determinar la causa de su muerte, según la Fiscalía General de Ucrania. Sin embargo, los investigadores hallaron múltiples evidencias de tortura: hemorragias, hematomas, marcas de quemaduras por electrocución en los pies y una costilla rota. Un grupo de 45 periodistas de 13 medios internacionales, incluido el periódico «Pravda Ucraniana», para el que escribió, el «Washington Post» y «Le Monde», reconstruyeron su último viaje. Además de aclarar las circunstancias de su muerte, aspiraron visibilizar la situación en las zonas ocupadas, en un momento en que este tema, junto con la justicia por los crímenes rusos, corre el riesgo de ser olvidado en medio los esfuerzos de paz liderados por el presidente de EE UU, Donald Trump.
Roshchina, una profesional valiente e intransigente, emprendió un peligroso viaje a través de Rusia hasta la ciudad ocupada de Energodar, donde se encuentra la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, también utilizada por el ejército ruso como base militar. Fue durante su intento de recopilar pruebas sobre la tortura de los empleados de la planta y otros civiles cuando fue detenida, en agosto de 2023.
Lo que siguió fue una trágica historia de tortura y deterioro físico y mental, reconstruida parcialmente gracias a los testimonios de los supervivientes de las detenciones rusas. Tras pasar varios días en Energodar, Roshchina fue trasladada a Melitopol, un centro clave del Servicio Federal de Seguridad de Rusia, encargado de reprimir la disidencia en los territorios ocupados. Allí fue retenida en uno de los numerosos centros de detención improvisados, donde fue golpeada y electrocutada, dejando su cuerpo cubierto de cicatrices de cuchillo y de un tono morado. Meses después, fue drogada y trasladada a una prisión en la ciudad rusa de Taganrog, donde soldados y civiles son rutinariamente sometidos a ahogamiento simulado, golpizas y electrocución, según múltiples testimonios. Los presos recibían raciones mínimas de comida –unas pocas cucharadas al día, a menudo patatas podridas– y eran obligados a permanecer de pie durante horas en posiciones incómodas, mientras escuchaban los gritos desesperados de otros torturados. En esas condiciones, Roshchina dejó de comer, y su salud física y psicológica se deterioró rápidamente. «Intentamos hablar con ella, pero estaba perdida en su mente, con los ojos aterrorizados», relató una mujer que compartió celda con ella antes de ser liberada, bajo condición de anonimato. Roshchina yacía durante días en posición fetal, incapaz de levantarse o siquiera alzar la cabeza sin ayuda.
Durante todo ese tiempo, permaneció aislada de su familia, sin cargos formales ni acceso a un abogado. Sus padres fueron notificados de su detención siete meses después, y el único contacto con el exterior fue una llamada de cuatro minutos un año más tarde.Rusia parecía haber reconocido que tenía una rehén valiosa. Su familia fue informada de su inminente liberación en un intercambio de prisioneros de guerra. Sin embargo, aunque fue sacada de la prisión de Taganrog, nunca llegó a Ucrania, falleciendo en circunstancias poco claras en septiembre de 2024. Según Kiev, unos 16.000 civiles ucranianos están detenidos en más de 180 prisiones y centros de detención improvisados en Rusia y los territorios ocupados de Ucrania. La mayoría no ha recibido cargos formales y está completamente aislada de sus familias o abogados.
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