Internacional

Xi Jinping vaticina la hegemonía china para 2050

Con un discurso de casi tres horas y media, el presidente de China dio inicio a la semana del XIX Congreso del Partido Comunista. Prometió imprimir una «nueva dirección histórica en el desarrollo» del gigante asiático para que ocupe un «lugar central» en el concierto internacional.

El presidente chino, Xi Jinping, da un discurso durante la ceremonia inaugural del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China en el Gran Palacio del Pueblo en Pekín (China) hoy
El presidente chino, Xi Jinping, da un discurso durante la ceremonia inaugural del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China en el Gran Palacio del Pueblo en Pekín (China) hoylarazon

Con un discurso de casi tres horas y media, el presidente de China dio inicio a la semana del XIX Congreso del Partido Comunista. Prometió imprimir una «nueva dirección histórica en el desarrollo» del gigante asiático para que ocupe un «lugar central» en el concierto internacional.

Bajo la atenta mirada de los 205 miembros del Comité Central y los 2.300 delegados que asistieron ayer a la inauguración del XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, anunció el comienzo de una «nueva era» para China y su Partido. En un encuentro en el que no hubo lugar para la improvisación, Xi se felicitó por sus primeros cinco años en el poder gracias a los cuales «China ocupa ahora una posición nueva en el mundo» y auguró que en el lustro siguiente habrá una «nueva dirección histórica en el desarrollo de nuestro país».

La gestión del PCCh «es un milagro en la tierra», aseguró con aplomo el líder en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín al tiempo que elogiaba cómo la nación que gobierna se ha mantenido «firme» frente a Occidente resolviendo problemas que «nunca antes nadie consiguió solucionar». No dio pie al cambio cuando afirmó que no copiarán el modelo de otras naciones extranjeras y que continuarán con las mismas políticas que han llevado a la nación china a ese punto. Con esa premisa, Xi exigió a sus interlocutores «hacer lo posible para defender la autoridad del partido y el sistema socialista, y oponerse de forma absoluta a cualquier palabra o acción que pueda socavarla».

Durante las casi tres horas y media que duró su alocución, los allí presentes pasaron las páginas del discurso casi al unísono mientras aplaudían cada vez que así lo exigía el guión. En este evento, del que saldrán los dirigentes del país para los próximos años, el actual mandatario esbozó sus prioridades para la nueva legislatura. Entre ellas, posicionar a China como una potencia hegemónica, un objetivo para el que todavía harían falta 30 años, fecha en la que una completa modernización convertirá al país «en una potencia global», afirmó. En el terreno económico, China apostará por un sistema más sólido que contenga los riesgos financieros y aliente la innovación al tiempo que aumenta el gasto del consumidor. De la misma forma que las empresas estatales se hacen mayores, más fuertes y más eficientes, se propondrá una regulación más estricta de los bancos. Mientras estas medidas siguen la tónica de los últimos años, la sorpresa vino cuando prometió «apoyar el crecimiento de las empresas privadas» y romper los monopolios, iniciativas ya demandadas por diversos economistas, pero sin muchas esperanzas de que cristalizaran.

Expansión regional

Mientras las camareras servían té de una manera casi coregafiada, los dos predecesores más recientes de Xi, Hu Jintao y Jiang Zemin, le escuchaban decir cómo el desarrollo de China todavía se encuentra en una etapa de «importantes oportunidades estratégicas» en la que «las perspectivas son brillantes, pero los desafíos también». Tras alardear de la construcción de varias islas artificiales en el Mar del Sur de China y restarle importancia al aumento de la tensión con otros países de la zona y con Estados Unidos, Xi sacó a relucir otro de los puntos fuertes de su carrera: la reforma del Ejército. Pese a la determinación de China por buscar una mayor «apertura» y tratar de no cerrar sus puertas al mundo, la modernización de las Fuerzas Armadas perseguirá que para el año 2035 el país cuente con «un Ejército de nivel mundial» creado «para combatir». Otro de los puntos fuertes para los próximos años tiene que ver con los asuntos internos del país. «Hay que estar en contra de todo lo que perjudica los derechos del pueblo, en contra de todos los que quieren separarse de China», resaltó el líder de un régimen que en los días previos al congreso había detenido, enviado fuera de Pekín o prohibido hablar a cualquier disidente o activista que pudiera suponer una voz crítica. La nación asiática dejó ayer claro que no permitirá que ni Hong Kong, donde los llamamientos a la democracia se han saldado con encarcelamientos y un estrangulamiento de las libertades, ni Taiwán puedan plantearse la independencia. En esa misma línea, promovió un estricto control de internet y de la censura, de los cuales se hará uso para limpiar los «puntos de vista erróneos» que puedan ser fuentes de descontento, disconformidad y disturbios y suponer una afrenta a la seguridad nacional.

El virus de la corrupción

Continuar con la campaña anti corrupción para mantener el Partido libre de «virus», reducir la contaminación, mejorar las escuelas y el sistema sanitario y garantizar un acceso más igualitario al sistema de justicia fueron otras de las metas que coparon su prédica en un congreso que se ve como su «coronación» como líder. Precisamente, uno de los momentos más aplaudidos fue cuando se anunció que lo que hasta ahora se conocía como «el pensamiento de Xi Jinping» pasará a llamarse «Pensamiento sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era», una especie de guía a largo plazo a la que el Partido deberá adherirse.

Respecto a la sucesión del presidente, el profesor de Harvard Anthony Saich destaca que se trata de una carrera abierta después de que recientemente se apartase a Sun Zhengcai, quien sonaba como posible sucesor.