Teatro

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La eterna juventud de Shakespeare

Ximo Flores presenta en el Canal «Hamlet, retrato de familia», versión del drama con el acento en la juventud y sus conflictos. Cuándo: del 20 al 31 de marzo. De jueves a domingo. Dónde: Teatros del Canal. Madrid. Cuánto: de 8 a 22 euros. Tel. 91 08 99 99.

EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS. Cristina Esteve y Bruno Tamarit, como Ofelia y Hamlet, en escena
EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS. Cristina Esteve y Bruno Tamarit, como Ofelia y Hamlet, en escenalarazon

Hay pocas obras, acaso ninguna, tan representadas como «Hamlet», el texto más conocido de William Shakespeare. Con casi todo inventado a estas alturas, la versión que esta semana aterriza en los Teatros del Canal propone un acercamiento algo diferente al texto. «Hamlet, retrato de familia», como se titula esta producción de Teatres de la Generalitat, pone el acento en los conflictos de dos de sus protagonistas, el príncipe danés y su enamorada, en tanto que jóvenes casi adolescentes. «Esa apuesta por la juventud viene por dos lados: uno es el lenguaje escénico utilizado en la obra», explica el director de esta propuesta, el valenciano Ximo Flores, un creador curtido en el circuito más independiente, fundador de un espacio emblemático, el Teatro de los Manantiales, en el que la experimentación y el riesgo han estado siempre presentes.

Actores jovencísimos

La juventud, prosigue Flores, está presente de una segunda manera: «Hamlet y Ofelia están interpretados por chavales muy jóvenes. Siempre que veía a actores de cuarenta y tantos años en esos papeles me parecía que no se ajustaban a los personajes. Se partía, tradicionalmente, de un concepto del teatro muy academicista. Nosotros hemos optado por chicos muy jóvenes; eso le ha dado un grado de coherencia, de solvencia actoral y, por supuesto, de frescura a las interpretaciones».

Cuenta el director que cuando arrancó este montaje, hace ya casi tres años, Bruno Tamarit y Cristina Esteve, sus respectivos Hamlet y Ofelia, no pasaban de 20 años, y ahora andan en 22. Adentrarse en las profundidades éticas, familiares, políticas y psicológicas de un ser tan complejo como el príncipe danés es algo que suele requerir más experiencia. Quizá por eso, el papel es una meta de madurez para muchos intérpretes. Pero Flores asegura que Tamarit «lo asumió con esa frescura que te da la ignorancia: cuando se lo ofrecimos estaba todavía en la Escuela Dramática y no le dio tiempo ni a pensar nada. Lo metimos a ensayar cuando acababa el curso académico. El pobre lleva ya tres años haciéndolo. Ahora me dice: "¡Qué inmaduro era yo entonces!". Pero ha avanzado muchísimo».

La apuesta por la juventud le sirve además para hacer hincapié en los conflictos familiares: «La obra se llama "Hamlet, retrato de familia"para enfatizar algo que tiene que ver con la parte más psicoanalítica, más freudiana –aclara Flores–. En este caso se trataba de analizar la relación de Ofelia con su padre y de Hamlet con su madre. Ahí lo dejo...», suelta con intención. Y es que, analiza, «no deja de ser casualidad que en Shakespeare las niñas nunca tienen una madre, siempre un padre, y los niños al revés... Ahí hay algo de edípico en un caso, y de Electra en el otro. Con eso hemos jugado. Vamos a indagar la destrucción del seno más pequeño que es la familia, a través de la cual se desmorona el otro mayor, que es el Estado».

El lenguaje visual del montaje, prosigue el director, se ayuda en proyecciones audiovisuales, aunque aclara que «no es por estética o por modernidad; tienen una necesidad dramatúrgica. La obra me planteaba retos, como la aparición del espectro del padre de Hamlet, o la trampa que el príncipe tiende con los cómicos». ¿Cómo hacerlo sin transitar caminos dramatúrgicos trillados? «Hemos apostado por una generación que prácticamente lo graba todo con su cámara: en la escena de los cómicos, Hamlet graba un cortometraje, que sería la representación de los actores. Incluso, cuando le anuncian el fantasma, es alguien que le hace llegar un DVD, y se le aparece casi como en una película de terror japonesa», sigue Flores. Y profundiza en esta explicación: «La obra está planteada, desde las luces al ritmo, para que tenga un pulso muy cinematográfico».

Guiños a Lewis Carroll

Siempre habrá, claro, quien ponga el grito en el cielo ante propuestas como este «Hamlet». Pero el director lo tiene claro: « ¿Se supone que yo tendría que tener una visión academicista o historicista? Se da por supuesto que te pones un traje y eso es hacer "Hamlet"tal cual, aunque nadie sabe cómo se vestía en la época isabelina. Yo lo veo absurdo, han pasado 400 años y entiendo que hay otras formas, hay una coautoría en cuanto a que junto al texto hay una creación en escena». Eso sí, tranquiliza el director, «el texto es el de William Shakespeare, si bien sí que se ha hecho una adaptación, pero para llevar el montaje a un tiempo que creíamos oportuno». Dos horas diez minutos de revisión. Y alguna referencia a «Alicia en el País de las Maravillas». Ya saben, sigan al conejo blanco...