Crítica de cine
«La por (el miedo)»: Miedo que se palpa
Dirección: Jordi Cadena.Guión: J. Cadena y Núria Villazán. Intérpretes: Igor Szpakowski, Ramon Madaula, Roser Camí, Alicia Falcó. España, 2013. Duración: 72 minutos. Drama.
¿Cómo filmar el miedo? El que acecha en lo cotidiano, el que no tiene imagen porque incluso en el fuera de campo, en la ascética fragmentación de su cuerpo, parece controlar el despertar de los que un día le quisieron, que desean evitar a toda costa compartir encuadre con él, como si eso fuera a conservar sus últimos restos de sentido común. El arranque del filme de Jordi Cadena es perfecto, por lo que tiene de perturbador: no es necesario que el Padre esté en el plano, porque su ausencia anuncia que, en cualquier momento volverá. Por eso no puede decirse que «La por (El miedo)» sea una película sobre la violencia doméstica, del mismo modo que «Elisa K» (que Cadena, también inspirándose en un cuento de Lolita Bosch, co-dirigió con Judith Colell) no era una película sobre la pederastia. Ambas pueden considerarse un díptico sobre una emoción pura que lo paraliza todo, que condensa un compás de espera en un puñado de decisiones que pretenden escapar de lo inevitable.
Estamos frente la antítesis de «Te doy mis ojos» o «Sólo mía». No debe extrañarnos que Cadena hable de «El séptimo continente», la ópera prima de Haneke, como modelo. La historia de aquella familia burguesa que decide encerrarse en casa y autoinmolarse sin motivo aparente ilumina las intenciones de «El miedo», que, aunque menos radical, busca una estética asfixiante, para contar lo incontable en poco menos de una hora y cuarto de metraje. Con la excepción de un desafortunado «flash-forward» que adelanta innecesariamente el desenlace, Cadena conduce el relato con mano firme hasta su devastador final. Es una palabra pillada al vuelo («solo») la que desencadena la furia de un patriarca (excelente Madaula) que no necesita alzar la voz para ser despreciable.
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