Sucesos
Humanos como «Tigres»
Por Madrid circulan los peores criminales que pueda imaginarse. Entre ellos, una fracción de los temibles mercenarios serbios llamados los «Tigres de Arkan», a los que se atribuye el magnicidio del primer ministro Zoran Djinjic, ocurrido en el año 2003. Parte de aquella cédula, al mando del temible Luka Bojovic, participó en un supuesto horrible crimen, ocurrido a principios de marzo de 2009, en un piso de la calle Lago Salado, en Madrid.
La banda dio muerte a uno de sus miembros, Mila Jurisic, alias «Jura», al que mataron con un martillo, desollaron, descuartizaron, trituraron su carne con una máquina de picar y lo cocinaron, según una extraña confesión escrita por uno de ellos. Este impresionante holocausto caníbal se hizo para castigar a la víctima, que trataba de disputarle el poder a Bojovic. Según el relato caníbal, de cuya credibilidad dudan algunos miembros, Bojovic pidió una pistola Beretta para darle el pasaporte a «Jura», pero se impacientó antes de que el arma le fuera proporcionada. Entonces se hizo con un martillo que guardaba la víctima y le dio varios golpes en la cabeza. Enseguida lo cortaron por las rodillas, los brazos y las caderas. Asimismo fue decapitado. Los trozos del cuerpo fueron acomodados en el frigorífico. Ya tenían claro que querían triturarlo, para hacer un guiso, pero era de noche, cuando en la comunidad de vecinos quedaba prohibido hacer ruido. Tuvieron que esperar al día siguiente.
Fueron a unos grandes almacenes y compraron una máquina de triturar carne. También trajeron una sierra para cortar madera, bolsas y papel adhesivo transparente. Pero el cuerpo del triturado tenía una bala dentro, producto de un tiroteo, y ese trozo de plomo estropeó la máquina de picar. Hubo que comprar otra.
Algunos dicen que trataron de enterrar a «Jura» antes de comérselo, pero que en el Parque del Oeste apareció la Policía cuando intentaban encontrar un buen lugar para la tumba. Picaron la carne y parte la arrojaron por la cisterna del cuarto de baño.
Kalinic, al que llaman «El Carnicero», se encargó de desprenderse de los huesos. Utilizó su bicicleta y se llevó todos los fragmentos en una mochila, hasta las aguas del río Manzanares. De allí los recuperó la Policía.
«El Carnicero» salió huyendo. Pensaba que lo perseguía Bojovic. Se escondió en Zagreb, sintiendo el aliento del asesino en su cogote. Nada más juntarse con Simovic, le contó su exasperante aventura. Según «El Carnicero», no es verdad que cocinaran a la víctima, sino que uno del grupo se lo inventó. Pero la Policía se lo toma en serio, porque tiene antecedentes de descuartizamientos y «carne picada» en otro juego de estos muchachos. El piso de Lago Salado ha sido inspeccionado de nuevo por la Policía para ver los raspados de espátula con los que quitaban la sangre de las paredes.
Los viejos «Tigres de Arkan» se transformaron para sobrevivir. Eran un grupo autor de un magnicidio y están buscados por ello: la única forma de escapar era convertirse en un presunto grupo mafioso, con un nombre nuevo: «Zemun», aunque siguen supuestamente con las viejas prácticas de cocinar al enemigo. Los presuntos autores de tanto horror fueron capturados en Valencia y la Audiencia Nacional ha autorizado la entrega de Vladimir Milisavljevic, uno de los tigres, a las autoridades de Serbia.
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