Londres

Saatchi, devorado por su propia bestia: la imagen

El gurú del arte moderno se divorciará antes de que acabe el mes de Nigella Lawson tras la publicación de las fotos en las que la agarra por el cuello

Una imagen de Saatchi en tiempos mejores
Una imagen de Saatchi en tiempos mejoreslarazon

Charles Saatchi es muy consciente del valor de una imagen. Durante sus años como publicitario, le sirvió una sola imagen para dar el poder al Partido Conservador. Durante sus años como coleccionista de arte, también fue gracias a una imagen –esta vez, de un tiburón en formol– como se ganó la fama mundial y el respeto de la crítica. Nadie como él sabe que si el público queda impactado por lo que ve, aquello se queda fijo en la retina y se convierte en poder. El problema es que, por primera vez en su vida, la imagen mostrada en esta ocasión no estaba bajo su control. Es más, habría pagado lo que fuera para que no saliera a la luz. Al fin y al cabo, con una fortuna valorada en más de 135 millones de libras (unos 157 millones de euros), el dinero nunca ha sido obstáculo. Cuando una obra le gusta, le da igual pagar 100 que 100 millones. El gurú del arte moderno, de 70 años, firmará antes de que acabe el mes los papeles de divorcio después de haber sido retratado en la terraza de su restaurante favorito, Scott, en el lujoso barrio de Mayfair, agarrando la garganta de su esposa, Nigella Lawson, de 53 años. La chef más mediática de la televisión, hija además del ministro del Tesoro del Gobierno de Margaret Thatcher, ha permanecido en silencio desde entonces.

La impactante imagen ha cambiado la vida del mecenas. Su nombre, el mismo que salía a relucir cuando Damien Hirts o Tracy Emin –sus niños bonitos– rompían récords cuando sus obras alcanzaban los 111 millones de libras en subasta, ha pasado ahora a protagonizar las revistas de corazón que siempre intentó esquivar.

Se trata del divorcio más sonado del año. Ambos son millonarios y, ante un posible acuerdo prematrimonial, no habrá reparto de bienes. El perfil de los involucrados hacía ya de por sí atractiva la historia. El mundo del arte, la política y la televisión se daban cita. Pero el nombre de la abogada de ella no ha hecho otra cosa que aumentar la expectación. Se trata de la baronesa Shackleton de Belgravia, más conocida como Fiona Shackleton. Sus clientes incluyen al príncipe de Gales, Sir Paul McCartney y Madonna.

Saatchi y Lawson se casaron en 2003, dos años después de la muerte del primer marido de la chef, el periodista John Diamond, que falleció por un cáncer. Durante sus últimos años estableció una estrecha amistad con el coleccionista de arte. La pareja vivía con los dos hijos de ella en una casa de siete dormitorios en el exclusivo barrio de Chelsea. La vivienda estaba llena de lujosas piezas de la colección privada del mecenas. Para entonces, Saatchi ya era una de las personas más influyentes del arte contemporáneo. Lo que tocaba se convertía en oro. Había hecho famoso a Hirts y había comprado la cama deshecha de Emin por 150.000 libras cuando era una desconocida. El artista Peter Blake le llegó a calificar de «influencia maligna» por su habilidad de construir dioses y dejar a los «demás como víctimas». El propio Hirts, el padre del formol, se llegó a enfrentar con su mentor acusándole de «reconocer el arte sólo a base de cartera». Dos años más tarde se reconciliaron.

El coleccionista nació en Irak en 1943. Cuatro años más tarde, él y sus hermanos se trasladaron a Reino Unido después de que sus padres tuvieran que dejar el país perseguidos por cuestiones políticas. En Londres, su padre compró dos fábricas textiles y generó un negocio próspero. El joven Charles fue a una escuela local y luego a la London College of Communication, donde descubrieron su potencial para crear imágenes llamativas que transmitieran un mensaje.

En 1970, él y su hermano menor, Mauricio, crearon Saatchi & Saatchi, que creció hasta convertirse en la mayor agencia de publicidad del mundo. Entre sus clientes se encuentran British Airways, Silk Cut y el Partido Conservador. En 1978 desarrollaron el lema «El trabajo no está funcionando», que ilustraron con una fotografía de una larga cola de gente en el paro. Se trataba de una imagen manipulada para crear el impacto necesario. Y lo consiguieron. Los «tories» se hicieron con el poder.

Charles se casó con su primera esposa, Doris Lockhart, una americana entusiasta del arte con la que comenzó a coleccionar sus primeros trabajos. Después de su divorcio en 1990, se centró en una nueva ola de artistas británicos ayudado por su segunda mujer, Kay Hartenstein, con quien tuvo una hija, Phoebe. El matrimonio duró diez años. Kay alegó entonces que era un hombre de «comportamiento irracional», pero ahora ha salido en su defensa matizando que, «pese a sus defectos», jamás fue violento.

Pese a que, en un principio, el coleccionista apuntó que las imágenes en la terraza daban «una impresión más violenta y drástica de lo que ocurrió», la Policía explicó días más tarde que «un hombre de 70 años acudió voluntariamente a una comisaría del centro de Londres y aceptó una amonestación por agresión». El comunicado no lo citaba, pero los agentes reconocían estar «al tanto de las fotos que salieron en la prensa», por lo que se llevó a cabo una investigación. Y es que nadie mejor que Saatchi sabe del poder de una imagen impactante.

UN DIVORCIO POR HONOR

El coleccionista confirmó esta semana que se divorciará de su esposa porque ésta no le defendió después de que se difundieran las polémicas fotografías. «Siento que he sido claramente una decepción para Nigella en el último año más o menos y estoy decepcionado de que le aconsejaran que no hiciera declaraciones públicas para explicar que yo aborrezco cualquier tipo de violencia contra las mujeres y que jamás la he maltratado físicamente de ninguna manera», afirmó. En una entrevista con el «Daily Mail», Saatchi dejó entrever, además, que en alguna ocasión antes la chef lo había sujetado del cuello en forma similar. Según el tabloide «Mail on Sunday», Lawson no tenía conocimiento del divorcio antes de que se publicara el asunto.