Eva Martínez Rull
El mar se convierte en un jardín
Un grupo de expertos noruegos proponen el cultivo de mejillones mejillones y algas con los residuos de una piscifactoría
La ONU estima que en 2050 seremos 10.000 millones en la Tierra, lo que disparará la demanda de alimentos un 70%. Muchos proponen trasladar al océano parte de la producción de verduras y hortalizas o proteína animal o pescado.
La ONU estima que en 2050 seremos 10.000 millones en la Tierra, lo que disparará la demanda de alimentos un 70%. Muchos proponen trasladar al océano parte de la producción de verduras y hortalizas o proteína animal o pescado. Baste recordar que el 70% de la superficie del planeta es agua.
La acuicultura representa ya un 47% de la pesca mundial y según datos de la FAO el porcentaje de especies cultivadas superará el de las salvajes en 2020. Aumentar el pescado de piscifactoría puede ser una forma de asegurar alimentos para la población, pero no está exenta de consecuencias medioambientales. En Noruega, uno de los grandes productores de salmón, surgió un proyecto para convertir el mar en un jardín. Dicho de otra manera, crear un medio donde crecen salmones, moluscos y algas, además de otras especies que absorben los residuos de los peces de cría.
La idea es fruto de una colaboración entre la empresa Leroy y la Fundación Bellona (una ONG ambientalista). «Hay margen de mejora en el impacto de la cría de salmones; sobre todo en lo que se refiere a la transferencia de enfermedades a los ejemplares en libertad y en el tratamiento de los nutrientes residuales», dicen desde Bellona. Para producir un kilo de alimento hacen faltan diez de otra proteína natural con la que alimentar a los peces.
El grupo apuesta por utilizar el exceso de nutrientes que genera la cría de pescado para cultivar algas, que son cada vez más requeridas en restauración y están llamadas a ser uno de los grandes alimentos del futuro. También se experimenta para transformarlos en biocombustibles para coches y aviones, en fertilizantes y en los futuros bioplásticos. Sin olvidar que las algas contribuyen a fijar el CO2 y evitan que se acumule en la atmósfera. «Se necesitan más alimentos, piensos y biomasa como materia prima para la energía renovable y tenemos tierras limitadas. En Noruega, por ejemplo, solo el 3% de la superficie es apta para el cultivo. Sin embargo, el potencial del mar es enorme. Para ser sostenibles debemos cosechar especies que no requieran alimento o fertilizante para crecer. Las algas son ideales, nativas y, además, crecen rápidamente. Están repletas de proteínas, carbohidratos, minerales, antioxidantes y sustancias antibacterianas», afirma Anders Karlsson-Drangsholt, experto de Bellona en acuicultura. En 2016, cosecharon unas 17 toneladas de algas. El año pasado, la producción subió a 40 y en 2018 esperan que el balance sea de cien toneladas, aunque quieren alcanzar las mil. El grupo también recuerda que los bosques de algas son refugio de especies capaces de acabar con los residuos generados por la piscifactoría.
Además, cultivan moluscos que filtran el mar de forma natural y sirven en esta granja-cultivo para fabricar harina rica en Omega 3 y proteínas marinas con la que alimentar a los peces. Así se reduciría la dependencia del pescado silvestre.
Horas de sol de las ciudades del mundo
La Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier) ha realizado un análisis sobre el potencial de la energía solar de diferentes ciudades según la cantidad de horas de luz que disfrutan. El municipio español de Lorca, con sus 3.200 horas de sol anuales, lidera este ránking solo por detrás de El Cairo. Hay que recordar que actualmente hay en España 4.500 MW de fotovoltaica instalados. Otros países con menos incidencia solar como Alemania cuentan con unos 50.000 MW instalados. Todo un ejemplo del potencial de crecimiento de esta energía renovable en la Península.
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