Podemos
El precio de la fama de Podemos: año y medio con las mismas zapatillas
Los líderes de la formación de izquierdas evitan las actividades cotidianas para no lidiar con la muchedumbre que les asalta.
Los líderes de la formación de izquierdas evitan las actividades cotidianas para no lidiar con la muchedumbre que les asalta.
ubo un día en que Pablo Iglesias pensó que podía tomar el poder en España y este sábado, unas primarias con apenas el 16 por ciento de participación le ratificaron como el candidato a La Moncloa de Podemos. Hasta este punto, que comenzó con una sorpresa electoral en las elecciones europeas de mayo de 2014 al obtener cinco diputados (con un programa, eso sí, cuanto menos fantasioso), mucho ha llovido en la casa de la formación populista. Iglesias, aunque también su segundo, Íñigo Errejón, y el malogrado Juan Carlos Monedero llevan casi dos años en el punto de mira de la actualidad. Eso, y su manera de despertar sentimientos de amor u odio entre los españoles, han agitado sus vidas privadas, que no gozan ni por asomo de la tranquilidad a la que estaban acostumbrados.
Fuentes cercanas a Podemos cuentan, por ejemplo, lo que para Íñigo Errejón supuso el querer graduarse la vista en una óptica. «Sabía que si acudía en horario comercial habitual se iba a formar mucho revuelo y temía que se filtraran detalles absurdos como las dioptrías que tiene. Así que empezó a tirar de contactos para ver si alguien conocía a un óptico de confianza que fuera a su casa o si él podía acercarse a una hora en la que el negocio estuviera cerrado al público», explican como ejemplo de lo que supone para estos políticos algo que sería rutinario en la vida de cualquier persona anónima. «Y eso que Errejón es la debilidad de las señoras mayores, que lo paran por la calle como si fuera el nieto perfecto», añaden. Algo similar le ha ocurrido a Pablo Iglesias con su calzado, ya que en «petit comité» bromeaba con que llevaba «un año y medio con las mismas zapatillas, porque no se atrevía a meterse en un centro comercial a por unas nuevas». Y eso que el líder de Podemos acostumbra a lucir ropa de la firma 198, autodenominada «la marca del cambio» (aunque un polo cuesta unos 40 euros) y cuyos creadores han reconocido públicamente que le envían sus productos. Y es que la vida del líder «podemita» ha cambiado inmensamente desde que decidió salir de su despacho de la Universidad Complutense. «Ahora no puede improvisar un plan que le apetezca y si está en un lugar público no debe quedarse solo en ningún momento, ni para ir al baño», matizan estas fuentes. Comentan que el partido tiene a su servicio «un dispositivo de seguridad coordinado con la Policía, quizá por orden del Ministerio del Interior». Si bien este sistema no se limita a estar encima de él constantemente sino que conllevaría instrucciones que el político debe seguir a rajatabla: «Si está en un restaurante, en una terraza o charlando con alguien en la calle, es importante que se sitúe mirando hacia la pared en lugar de hacia dónde esté todo el mundo», arguyen.
Otra cuestión es controlar a las personas que le rodean para evitar que su vida se convierta en un Gran Hermano en las redes sociales. Así, en los aviones que le llevan de mitin en mitin o a las instituciones europeas, «controla no quedarse dormido, porque sabe que si lo pillan, la foto va a estar en Twitter al instante».
Quienes les rodean reconocen que los encontronazos con detractores no son habituales y que quien se acerca es para saludarles o decirles algo agradable. «La cobardía y la vena agresiva la gente se la guarda para internet», señala un miembro de Podemos que ha estado cerca de ellos en actos públicos. Este mismo cuenta cómo tomar algo en un bar se convierte en «una rutina de selfies cada dos minutos». «Además tampoco pueden poner mala cara porque no les beneficia, así que o no van a tomar nada o pasan el peaje», añade. De la cúpula de Podemos, estas fuentes afirman que fue Juan Carlos Monedero quien más sufrió el tener que adaptarse a estas rutinas. «Un tío como él, de más de cincuenta años, se veía de repente sin poder ir a tomar algo con unos amigos y no lo aceptaba», explican. «Una vez iba para su casa en su moto y no había avisado, así que cuando llegó tenía un montón de periodistas en la puerta. Tuvo que ponerse a dar vueltas por su barrio hasta que llegaron para echarle una mano y poder acceder a la finca», cuentan.
La foto de monedero en el metro
Las mismas fuentes explican que cuando el ya ex político Juan Carlos Monedero fue cazado viajando en el metro de Madrid, fotografía que llevó en portada LA RAZÓN en enero de este año, se debió a que su moto estaba estropeada: «Le dijeron que le podían proporcionar un coche para evitar ser reconocido, pero insistió en que él podía ir en transporte público tranquilamente. Claro, luego pasó lo que pasó, que es lo que se quería evitar», matizan. Una pelea que, si en la privacidad está casi perdida, al menos se busca mantener en lo que a su integridad física se refiere. «Es que además Pablo tiene una estética muy definida, con la coleta, la perilla..., es muy difícil que no le reconozcan por ahí», cuentan quienes han estado cerca de él en esta carrera quizá personalista por «el cambio».
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