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Bikram, el gurú del insulto se aloja en Benidorm

La Razón
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«Tú, gordo, como eres muy elástico, nunca vas a adelgazar, ¿no?», fue una de las perlas que espetó a uno de sus alumnos en España.

Bikram Choudhury de 69 años, el gran gurú del yoga de nuestro tiempo, aparece en la sala azorado y descontento. Acaba de llegar a España, acompañado de su hija y su ayudante, para impartir durante varios días un seminario sobre su disciplina en el hotel Meliá Villaitana de Benidorm, Alicante. Se sube a un púlpito, que sus seguidores han preparado para su aparición, y sus primeras palabras –en un inglés-indio muy marcado– son para renegar de nuestro país. «No me gusta España», empieza diciendo, y continúa refiriéndose a que no está contento con el trato que se le ha ofrecido desde la organización; está acostumbrado a otras deferencias personales. Sus exabruptos iban dirigidos a la falta de una limusina que le recogiera en el aeropuerto y que no consideraba que tuviese bastantes coca-colas para calmar su sed. Es habitual que sus alumnos pongan de manifiesto que se ha ido endiosando con los años. No es mal comienzo para alguien sobre quien pesan seis acusaciones civiles de abusos.

Maltratar para sacar lo mejor

Pero tras el improvisado e indignado «speech» llega el momento en el que el «boss» –como se hace llamar por sus adeptos– tiene que dar la clase magistral por la que los asistentes, en su mayor parte extranjeros (venezolanos, cubanos...), han pagado 100 dólares por sesión (más de 92 euros), a los que hay que añadir 30 más si se quiere disfrutar de un «lunch». Los precios se disparan, si el seguidor quiso alojarse durante el seminario (del 14 al 20 de marzo), hasta los 1.600 dólares con habitación individual. España se ha convertido en esta ocasión no sólo en sede de las clases magistrales sino también en campo de pruebas. La idea era comprobar que nuestro país era buen caldo de cultivo para, en otoño, volver, pero esta vez para impartir formación para profesores. Así que Choudhury, siempre manteniendo la distancia con los asistentes, se sienta cómodamente en un sofá que le han preparado en la misma sala, a la que le han acercado una hielera en la que rebosan las coca-colas y los tés. Desde esa posición, el gurú casi grita sus axiomas, que, en ocasiones, son auténticas demandas, llamadas de atención, pero siempre fuera de tono y con insultos incluidos. Y es que los que ya han asistido a sus clases en California para convertirse en profesores están acostumbrados a sus ataques personales, que disculpan bajo la filosofía de Bikram: «Maltratar para sacar lo mejor de cada persona». Y en España no ha sido menos. Un acólito, con algunos kilos de más, borda una de las posturas más difíciles de conseguir que consiste en estar agachado y lograr mantener la espalda completamente recta. Pero Bikram ataca de nuevo: «Tú, gordo. Como eres muy elástico, nunca vas a adelgazar ¿no?». La clase de la mañana siguió la misma tónica con llamadas desde el sofá a «la chica de la camiseta naranja» o la «lazy girl» (chica perezosa) a la que subió al púlpito y la hizo forzar la postura de la media luna (con ambos brazos hacia el mismo lado) e incluso él tiró fuertemente de sus miembros.

Sexta denuncia

Ésa sería la única ocasión en la que hubo contacto entre el profesor y sus alumnos. No está el horno para bollos, ya que la fama del yoguista no sólo viene dada porque tras su estela se han unido a esta disciplina muchas celebridades, que encuentran en este «hot» yoga, la manera de quemar frustraciones y calorías (George Clooney, Madonna y Lady Gaga, entre muchos otros), sino que en la actualidad su nombre está unido al de varias jóvenes que acusan a Choudhury de asalto y violación. El último caso es el de la canadiense Jill Lawler, que en 2010 se apuntó con 18 años a unas clases de entrenamiento en Las Vegas y, según la demanda, acabó masajeando al gurú durante horas mientras éste veía películas de Bollywood e intentó tocarla. Semanas más tarde, y después de haberse disculpado, Bikram convenció a la joven para que acudiese a su habitación del hotel y allí, según el testimonio de Lawler, la agredió sexualmente. Sus denuncias se prolongaron hasta la última, en febrero de 2013. A las acusaciones los abogados de Bikram han respondido negándolo todo a través de un comunicado: «Mr. Choudhury no asaltó sexualmente a ninguna de las demandantes» y añadieron que las mujeres «han intentado explotar injustamente el sistema legal» para conseguir dinero. «Sus afirmaciones son falsas y deshonran el yoga Bikram y la salud y los beneficios espirituales que ha traído a la vida de millones de practicantes en todo el mundo». Pero más allá de lo legal, algunos de sus profesores, que se han formado con él, no han esperado a que en agosto de este año comience el primer juicio contra Bikram y ya han renegado de la filosofía y hasta del nombre del gurú porque se sienten incómodos con la asociación de ideas. «Dejé de enviar personas a formarse con él y he cambiado el nombre de mi centro», asegura Tiffany Friedman, que como otros muchos se ha quitado la venda y ha descubierto que presumiblemente el endiosado gurú puede tener los pies de barro.