Londres

Javier Hernanz, el otro oro de Mireia Belmonte

«En la moda he tenido la suerte que me ha faltado en el deporte»

Javier Hernanz, el otro oro de Mireia Belmonte
Javier Hernanz, el otro oro de Mireia Belmontelarazon

El piragüista Javier Hernanz, actual pareja de Mireia Belmonte: «En la moda he tenido la suerte que me ha faltado en el deporte».

Confiesa, entre el estupor y la frustración, que en el mundo de la publicidad ha tenido la suerte que le ha faltado en el deporte. Para su primer trabajo como modelo, con el que se convirtió en el rostro de la firma de joyas Style Aristos, fue el fotógrafo Bernardo Baragaño el que apostó por él y supo calibrar su potencial más allá del kayak. Sin embargo, en piragüismo, la disciplina que practica desde los siete años, se quedó fuera de las últimas dos olimpiadas por repentinas modificaciones en el reglamento. No es de extrañar que para este palista, los Juegos de Río de Janeiro 2016 hayan pasado de ser una cita deportiva para convertirse en su particular revancha: «El deporte me debe una y me la voy a cobrar», afirma sin titubeos. Mientras se entrena a conciencia para lograr su objetivo, Javier Hernanz coquetea sin remilgos con la moda, en la que se ha perfumado como imagen de la fragancia Loewe Sport. Se sabe guapo, aunque finge no ser consciente de ello. Se sabe simpático, aunque también se muestra receloso de lo que los «paparazzi» intentan captar a traición. Sí, también se sabe que es la pareja de Mireia Belmonte, la sirena dorada de la natación española, pero se siente incómodo con la etiqueta de «novio de»: le viene un poco pequeña después de 15 años en la alta competición. Así son las cosas y así le gusta reivindicarlas.

–¿Cómo se lleva pertenecer a la élite deportiva, como CristianoRonaldo, pero en una disciplina que no genera la expectación del fútbol?

–En piragüismo tampoco estamos acostumbrados a un reconocimiento masivo, aprendes a convivir en tu pequeño mundo, en el que te sientes admirado y en el que sabes que despiertas más o menos cariño. No recibimos grandes elogios, ni nos abrazan por la calle, pero tampoco tenemos grandes críticas y vivimos más tranquilos. El problema es que tampoco generamos un movimiento social que repercuta en las empresas, que las anime a querer patrocinarnos. Por eso recurrimos a las redes sociales, intentamos no fallar en los eventos sociales en los que nos convocan y no decir que no a las entrevistas. No es que me guste ser conocido, pero sí que es necesario para nosotros.

–¿En un deporte como el suyo son indispensables los patrocinadores para sobrevivir?

–El problema es que las becas que recibimos van según los resultados y te juegas todo un año en una competición, en tres minutos. No es como el fútbol, en el que tienes una oportunidad cada fin de semana. Si sale mal y pierdes esa prestación, la temporada se hace muy larga, no estás centrado y vives con el temor de que se te rompa la pala, que podría costarte 400 euros, o la piragua, que ronda los 2.500. Los «sponsors» sirven para estar más tranquilo y ocuparte sólo de entrenar.

–¿Tiene patrocinador en estos momentos?

–No, con la crisis los he perdido. Aunque podría considerar a Loewe como tal.

–¿Cómo se convirtió en imagen de esta firma?

–En 2013 me presenté a un casting que estaba abierto a todo el mundo y me escogieron. Me halaga representar a una marca en la que ha trabajado gente muy reconocida. La verdad es que en la moda he tenido toda la suerte que me ha faltado en el deporte.

–¿Por qué lo dice?

–Por cualidades, me veo muy limitado en la moda, pero en el piragüismo reúno aspectos físicos y técnicos para estar entre los mejores del mundo en este momento. Aunque debo de ser gafe, como me dicen mis compañeros. Este año luchábamos por el oro en Moscú y estábamos en condiciones de batir el récord del mundo, pero se nos rompió el timón a 300 metros de la meta. Y me quedé fuera de Pekín y Londres por decisiones ajenas a mí con los barcos ya clasificados.

–¿Qué tienen de especial las olimpiadas?

–Es la competición con mayor repercusión y es la que más aporta, tanto en el tema de patrocinadores como en becas, y a la hora de hacerte un nombre y ganar prestigio. Es una regata que me ilusiona y quiero ganar.

–Y, como deportista que sabe lo que es el sacrificio de los entrenamientos diarios, ¿no le indigna ver que hablan de usted como el impulso y la motivación de su pareja, Mireia Belmonte?

–No suelo hacer caso a ese tipo de comentarios. Con una carrera deportiva de casi 15 años, que me definan como «el novio de» es una putada, pero que digan que sus logros son gracias a mí todavía me parece peor. Mireia es una máquina, entrena más que yo, y todo lo que se propone lo consigue. Estoy muy contento con ella, encantado, pero no tengo nada que ver en su éxito, sólo se lo debe a ella misma, porque es muy buena.

–Les han llegado a sacar hasta en alguna revista del corazón, ¿cómo lleva de pronto a aparecer en este tipo de publicaciones?

–No me gusta. Yo iba a las peluquerías y cogía el «¡Hola!» para reírme y echar un rato. Pero verme ahí, en mis vacaciones, y que todo el mundo supiese lo que estaba haciendo me costó un disgusto. De hecho, estaba en Ibiza y me fui.

–Con lo cansado que es el deporte, ¿se vive mejor cuando compartes tu vida con una persona que entiende lo exhausto que puede acabar uno después de un entrenamiento?

–Siempre eres más compatible y entiendes perfectamente cosas que para los demás serían difíciles de asimilar.

–Han aparecido en actos sociales juntos, como el besamanos de Felipe VI y Doña Letizia, ¿no conoció usted al «pequeño Nicolás»?...

–Estaba en Madrid concentrado y fui con Mireia, fue una experiencia muy agradable, pero no, no le conocí. He leído hasta que se hizo pasar por deportista de élite, es un fenómeno...

–Asegura que Río 2016 es «mi cita con la Historia», ¿tiene fe en ello?

–Entreno todos los días como si fuese el último. Hay gente que te acaba admirando por eso, por tu capacidad de sacrificio, y se genera cierta repercusión porque soy el único deportista con opciones de ganar dos olimpiadas que se ha quedado en casa.

–¿No cambiaría la piragua por la pasarela, que es más agradable?

–Ahora mismo no. La moda es muy agradecida y, en publicidad, que es lo que yo hago, todo el mundo te dice lo bien que sales, lo guapo que estás... Te ponen en tu mejor versión. Para mí, que suelo vestir ropa deportiva, estar con maquilladores y gente que te cuida es muy entretenido.

–¿Y cómo se le ocurrió cortarse la coleta ahora que Pablo Iglesias la ha puesto de moda?

–Bueno, la mía estaba un poco más cuidada [risas]. Me cansé, fue una decisión personal, después de diez años me quité la melena y me resultó más cómodo el pelo corto. Aunque a veces la echo de menos...

–Prefirió lanzarse al estilo «hipster», con esa espesa barba que luce...

–¡Qué va! Me hace gracia que piensen eso de mí. Dejarme crecer la barba es una costumbre que tengo desde jovencito. En el piragüismo me caracterizo por ser un deportista técnico, no por ser especialmente fuerte. Y en las regatas internacionales competimos contra auténticos animales, así que siendo la mitad que ellos, desde que soy un crío me dejo barba porque me aportaba algo más de confianza. Y, como conseguimos resultados, ya se ha convertido en una especie de superstición dejármela antes de competir.

–¿No le vacilan en su círculo deportivo por aparecer en las revistas y arreglarse la barba?

–Siempre fui muy presumido, me cuido mucho, y en las competiciones llevo una estética que llama la atención, mi ropa y mi pala son diferentes... Creas un poco de tendencia y algún niño incluso te imita.

–Es el David Beckham del piragüismo...

–En el mundo de la piragua tampoco es que hubiera mucha gente con estilo. El «figurín» del fútbol, tipo Cristiano, nunca lo hubo en esta disciplina. Igual me lo traje de ahí.

–¿Qué referentes tiene usted dentro de ese mundillo?

–Me gusta mucho el «bloguero» Mariano di Vaio, y sigo a Kortajarena, Emilio Flores... Ellos están puestos en la moda, yo me paso el día entrenando.

–A su carrera como deportista y modelo hay que añadirle que ha sido tertuliano en televisión y que es un tuitero empedernido con más de 8.000 seguidores...

–Cuando estás en televisión, lo hagas mal o bien, a la gente le interesa lo que dices. También hago comentarios controvertidos, suelo opinar bastante de todo y hay gente que se ofende.

–Póngame un ejemplo...

–Aunque no soy de ninguna ideología, siempre digo que me hace mucha ilusión escuchar el himno en el podio y llevar tu bandera por el mundo adelante, por eso, que haya deportistas que no quieran recoger la Copa del Rey porque no se sienten españoles o que digan que les gustaría competir por alguna autonomía a mí me toca las narices y se lo pongo en Twitter.

–¿Y no continúa en televisión?

–Me siguen llamando, pero no suelo ir porque es muy tarde. Es una experiencia que quería tener, hice muchos amigos, aunque no es el lugar que quisiera ocupar como deportista en este momento. Algun dia seguiré.

–Llegó incluso a salir en «Mujeres, hombres y viceversa»...

–Fui una vez por mi amistad con Pipi Estrada. Cuando era chavalito veía el programa,¡pero no me imagino como tronista, la verdad!

–¿Cómo se ve dentro de diez años si todos sus sueños se cumpliesen?

–Estoy casi convencido de que tendría un oro en un mundial o una medalla olímpica y estaría trabajando en mi bufete de abogados. Me encuentro acabando Derecho y me encantaría montar mi propio despacho, me gustan mucho los temas de economía internacional, me entretienen y disfruto un montón.

Moda y financiación

En la búsqueda de patrocinadores, Javier Hernanz encontró al modelo que llevaba dentro. Ha sabido convertir la moda en una forma de financiación con la que seguir dedicado al deporte de alto rendimiento sin quebraderos de cabeza. Su primer trabajo fue para la firma de joyas Style Aristos junto a la modelo Raquel Balencia. La cámara le quiere y no tardó en seducir a la del fotógrafo Mario Díez ni en meterse en el bolsillo a firmas de lujo como Loewe, para la que remó en el «vintage» «spot» con el que promocionaron la línea de fragancias deportivas, y con la que ha vuelto a repetir este año, aunque ahora con los pies en la tierra y apoyado en un Porsche blanco.

Un noviazgo muy real

No resulta fácil compatibilizar horarios cuando uno vive entregado a una pasión tan absorbente como el deporte. Ambos hacen jornadas maratonianas de entrenamiento y viven concentrados en una pasión común: conseguir el ansiado oro en los Juegos Olímpicos de Río. A pesar de que sean escasos, siempre que tienen ocasión, comparten sus ratos libres y han asistido a algún que otro acto oficial juntos, como el besamanos tras la proclamación de Felipe VI (en la imagen). La exposición mediática de Mireia Belmonte ha obligado a Hernanz a salir de su pequeño círculo de seguridad y el «cuore» ya los ha convertido en un objetivo a seguir: sus vacaciones en las Islas Pitiusas llegaron a ocupar las páginas del «¡Hola!», una repercusión que ambos preferirían no tener.