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Almodóvar, fotofobia y zumbidos en los oídos que lo aislan

Su película más reciente, «Julieta», da pistas sobre la soledad en que vive inmerso el director manchego, quien confiesa que prefiere dedicarse a escribir. Sus amigos, a los que cada vez invita menos a unas comidas que antes eran habituales, afirman que «se ha resignado a que el único antídoto contra el mal que padece es el aislamiento».

Pedro Almodóvar y su amiga, la actriz Bibiana Fernández
Pedro Almodóvar y su amiga, la actriz Bibiana Fernándezlarazon

Su película más reciente, «Julieta», da pistas sobre la soledad en que vive inmerso el director manchego, quien confiesa que prefiere dedicarse a escribir.

Tiene buenos amigos, pero, en el fondo, es un hombre solitario. Pedro Almodóvar ya asumió esa situación cuando confesó que «en mi última película, ‘‘Julieta”, se ve la soledad en la que vivo. Esa imagen de la Julieta madura en su escritorio, escribiendo durante la noche, me representa bastante. No tengo hijos, no tengo el gran problema que tiene el personaje, pero esa vida solitaria, en su casa, esa imagen, sí que me representa». Dicen que desde que salió su nombre en los polémicos «papeles de Panamá» se encerró en sí mismo más que nunca. El Almodóvar anfitrión de fiestas, el que acudía triunfal a actos sociales, el ganador de un Oscar, se ha tornado en una persona menos accesible a los amigos y a los medios de comunicación.

Él mismo ha reconocido que, con el paso de los años, ha sufrido una evidente transformación: «“Julieta” es un poco una demostración de esos cambios vitales. Inevitablemente uno cambia, la vida cambia, tu propio cuerpo cambia, el país cambia, la ciudad donde vives cambia. Empecé mi carrera durante una etapa de enorme apertura en España. Yo era joven y eso se nota en mis películas: la libertad y la celebración de esa libertad. Luego, sin ser más sombrío, en las películas que he hecho en lo que va de siglo la presencia del dolor es mayor. Y también creo que en “Julieta” me he orientado hacia una mayor sobriedad. Pero no lo analizo mucho. Para mí es un cambio natural, casi biológico». El manchego nos dijo también en una ocasión que «no puedo reírme de mí mismo porque me he vuelto un hombre solitario, al que le surgen películas crudas, oscuras y duras, basadas en mis propias experiencias».

Tinnitus, «una pesadilla»

Además, el cineasta padece un fenómeno perceptivo que se denomina acúfeno o tinnitus y que consiste en notar golpes, sonidos o zumbidos en el oído que no proceden de una fuente externa. Cuando se refiere a esa dolencia se queja de que «es una pesadilla. Se dispara de volumen y no puedes hacer nada al respecto. A mí, además, me provoca distorsiones. Escucho a Peggy Lee desafinada». Uno de sus amigos nos cuenta que «Pedro se ha resignado a entender que el único antídoto contra el acúfeno es el aislamiento. Ha comprobado que, en su situación, en los momentos de mayor estrés, se manifiesta a lo largo de tres días con sus noches y no para». Almodóvar reacciona contra esa adversidad, según sus propias palabras, «apartándome del mundo. Mi casa es, por supuesto, muy silenciosa. Vivo bastante aislado, concentrado en mi trabajo, en el hecho de escribir y, sobre todo, de corregir, porque escribir es corregir mucho, es un tiempo de soledad. También he decidido que lo que más me interesa ahora es escribir y rodar. Yo no creo que sea lo mejor. No quiero convertirme en un misántropo, por eso creo que no debo rehuir a mis amistades, que tendría que reunirme y cenar más con ellas. Yo era un ente asocial, aunque también es importante saber vivir en soledad». El cineasta también sufre de fotofobia, pero lo arregla con unas gafas oscuras que le protegen de la luz.

En su caso, los males físicos se unen a los psicológicos. Desde el círculo más íntimo del director nos desvelan que «sus problemas de oído y su fotofobia le han terminado recluyendo en casa. Él no oculta que en estos últimos años ha tenido dolor físico y una gran soledad buscada. Prefiere estar tranquilo en casa que en fiestas o reuniones. Y que nadie piense que rehúye las entregas de premios por sistema, es porque esa fotofobia se agudiza cuando hay muchos focos delante de él». Llaman la atención unas frases pronunciadas por Almodóvar en una entrevista: «No fumo, no bebo, no tomo drogas, no escucho bien y no quiero ser un lastre para otras personas. Por eso me quedo en casa. Es tan simple como eso». La palabra «lastre» molestó a algunos de sus íntimos, a esos que quieren ayudarle a salir de ese enclaustramiento tan asumido.

El año 2016 fue muy duro para él. Al escándalo de ver su nombre vinculado a «los papeles de Panamá» se unió la muerte de su íntima amiga Chus Lampreave. Otra fuente cercana nos indica que «es un hombre muy sensible y las desgracias le afectan muchísimo. No sabe ocultarlo». El estreno de «Julieta» coincidió, desgraciadamente, con la salida a la luz de su presunta implicación en esos «papeles». Y fue un golpe tremendo que le llevó a declarar que «mi película habla de la culpa y no siento ninguna. Soy una persona muy moral, no siento ni un ápice de culpa con respecto a la sociedad en la que vivo y la participación de mi riqueza con las clases más necesitadas. Y sólo podemos hablar del aspecto moral, porque no hay otro aspecto objetivo, además del “reality” en el que me han obligado a participar y en el que yo me he negado a entrar».

«La vejez es una masacre»

Su vida, hoy, se ciñe a una austeridad absoluta. «Con la vejez me siento cada vez más austero», ha confesado. Pasa horas escribiendo en casa, atiende las llamadas de sus amigos, trabaja en estrecha relación con su hermano Agustín, pasea por el jardín con la mirada perdida o juega con su gato. Dicen que le asusta envejecer y que constantemente recuerda una frase de Philip Roth: «La vejez es una masacre». Y que desde hace tres años su estado físico se ha visto agravado por un problema de ciática que le llevó al quirófano cuando los dolores de espalda se convirtieron ya en insoportables.

A pesar de todo, quiere tener una vida más coral y recuperar la sonrisa y el contacto con sus amigos más fieles, aun siendo consciente de que la labor de escribir y corregir demanda el inevitable silencio y aislamiento. El cine es su vida y a él se ha entregado en cuerpo y alma. Con ello ha ido perdiendo la oportunidad de conocer más de cerca otros mundos personales, o, por lo menos, no se ha ocupado lo suficiente de ellos. Pero él es feliz sabiendo que es tan independiente que ha conseguido tener el total control de su propia obra cinematográfica. Algo de lo que muy pocos cineastas pueden presumir.

Su último cumpleaños, 67, lo celebró el 25 de septiembre en un restaurante rodeado de los amigos más íntimos. Al acabar la comida, todos cantaron el «Ay pena, penita, pena» que popularizara Lola Flores. Algunos de los presentes vieron en él un deseo de volver a tiempos más alegres. Quedaron en verse más a menudo, pero Almodóvar no ha llegado a cumplir ese deseo y sigue encerrado en casa. Esperemos que su designación como presidente del próximo Festival de Cine de Cannes le ayude a abrirse a nuevos horizontes personales. Porque los cinéfilos le echamos ya mucho de menos.

Los pocos amigos que aún le rodean

A la casa de Pedro tienen acceso cada vez menos personas. Entre ellas se encuentran su hermano Agustín, sus amigas actrices, como Marisa Paredes, Bibiana Fernández, Loles León, Elena Anaya, Rossy de Palma y Penélope Cruz, y los actores Miguel Ángel Silvestre, Antonio Banderas –que le visita cuando está en Madrid– Javier Cámara y Carlos Areces. Y, también, Fernando Iglesias Mas, fotógrafo y ex jugador de baloncesto, que es la última pareja conocida del director de cine. Pero las reuniones, frecuentes antaño, ya no se celebran tan asiduamente en su chalet. En los últimos tiempos apenas se ha visto por allí a algunos de sus «fieles», como ocurrió el pasado verano con Miguel Ángel Silvestre que apareció en la casa con una enorme paella, mientras un reducido grupo de amigos se bañaba en la piscina. Las risas han dado paso al silencio más absoluto. Sin embargo, son muchos los amigos que siguen demostrándole afecto a través de las redes sociales, como Bibiana Fernández y Rossy de Palma, que no dudan en compartir fotografías con su amigo o en hacer referencia a su trabajo como cineasta.