Gente

Aquel agosto del 69

En la fiesta de Dior
En la fiesta de Diorlarazon

Nunca olvidaré ese agosto del 69 en el que una noticia nos produjo horror y escalofrío: el asesinato de Sharon Tate, mujer de Román Polanski en su casa de Bel-Air, embarazada de ocho meses y con tan solo 26 años. Ella y cinco personas más fueron acuchilladas hasta la muerte. Los asesinos embadurnaron las paredes con pintadas de sangre y títulos de canciones de The Beatles. El inductor de esta matanza a la que seguirían otras era Charles Manson que liquidó en esa noche la inocencia de nuestro sueño hippy al ordenar a sus adoradores una masacre a navajazos. Él era hijo de madre soltera, muy pobre y de solo 16 años. Este perla pronto se convirtió en un delincuente juvenil pero, en realidad, era un psicópata que cautivó a un grupo de jóvenes despistados y los arrastró a una comuna, algo muy habitual en esos años donde vivían en un festival de consumo constante de LSD y todo tipo de psicotrópicos y sexualidad desbocada que derivó en una tremenda violencia. Se movían en el efervescente ambiente contracultural de Los Ángeles, incluso vivieron en la casa de otro bala perdida, el batería de los Beach Boys, Dennis Wilson que murió ahogado a los 39 años. Este grupo musical me fascinaba y les recomiendo un álbum maravilloso: Pacific Ocean Blue.

En esa época la velocidad de los hechos y las noticias no era tan rápida como ahora, pero mi pandilla de verano y yo nos enteramos rápidamente dado que el director de cine Gonzalo Suárez también pasaba sus veranos en el mismo lugar, Celorio (Llanes-Asturias) y era íntimo amigo de Polanski. Estábamos en la playa tan ricamente cuando apareció Gonzalo y nos lo dijo. Uno de sus hermanos, Carlos, era de nuestro grupo. Yo no podía entender por qué habían matado a esa maravillosa mujer que era Sharon Tate, mi ídolo total. Mi sueño era ser como ella: imitaba sus peinados y forma de vestirse, hasta el día de hoy intento maquillar mis ojos como los suyos... Algo que nunca he conseguido. Ese día aborrecí todo lo que para mí era lo más en mi adolescencia: vivir en San Francisco en una comuna hippy, estupideces que te encantan a los 16 años, especialmente cuando vivía en España, una sociedad muy lejana a todo ese movimiento.

Esta semana leí que el domingo pasado Manson murió a los 83 años en un hospital carcelario tras 48 de prisión. Nunca volvió a pisar la calle. Así funciona la gran democracia americana. En España en lugar de haber muerto en la cárcel llevaría 30 años de paseo. Aquí tenemos un sistema penitenciario absurdo. Si un asesino en serie dice que se porta bien y hasta cultiva la jardinería una pena de 40 años puede quedar reducida a 10 por dos niños asesinados a golpes. En La Coruña sin mostrar remordimiento alguno dijo que había tenido un mal día y había dormido poco... en poco tiempo disfrutará de sus permisos en la calle. Puede que otra noche de insomnio le revire y se cargue al que le moleste. Los psicópatas, los pederastas siempre reinciden. Como mínimo deben estar encerrados para defensa de los ciudadanos de bien.

Y ciudadanos de bien son todas la personas que me están ayudando a organizar el mercadillo solidario que hago cada año por esta época en el centro comercial Moda Shopping de Madrid (Av. del General Perón, 38-40). La revista Yo Dona me ayuda mucho regalándonos las bolsas; botas Hunter, los restos de serie que se venden maravillosamente bien. También una marca de patatas fritas «La Abulense» que regalamos por cada compra. Todo esto nos ayuda a dar un fuerte empujón económico a obras sociales que lo necesitan. Gracias a todos incluida mi hermana María José, a amigas, y a personas como José y Sandra que trabajan en mi casa y estos días echan el resto. Que Dios los bendiga a todos.