Doña Letizia: Deslumbrante e impecable

La Reina está dejando, de nuevo, constancia de que su imagen impecable –esa con la que siempre equilibra a la perfección dos cualidades, a priori contrapuestas, como son la sofisticación y la sobriedad– es su real seña de identidad.

Sencillamente deslumbrante. La Reina está dejando, de nuevo, constancia de que su imagen impecable –esa con la que siempre equilibra a la perfección dos cualidades, a priori contrapuestas, como son la sofisticación y la sobriedad– es su real seña de identidad.

Lo ha dejado patente en todas y cada una de sus apariciones en público desde la llegada a su querida tierra con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Antes de anoche, durante el concierto, se enfundó un delicado vestido de largo midi y falda de estilo años 50, de Felipe Varela, que acompañó de unos pendientes de lágrima de diamantes y topacios azules de Yanes y de los brazaletes de Cartier, pertenecientes a las «Joyas de Pasar».

Ayer por la mañana, doña Letizia eligió flores, con un romántico vestido de Carolina Herrera New York que, con el mismo estampado y diferente largo, ya lució la «top model» Karlie Kloss. Pero, claro está, aún quedaba más, el momento más esperado. En la entrega de premios, la Reina ha epatado, también de Varela, con un vestido en «georgette» de seda blanco con la cintura bordada con cristales de Swarovski de 2 mm. de diámetro, bordados a mano uno a uno. ¿La pulsera? La «art decó» de Cartier, inspirada en las columnas de los templos griegos. Todo un acierto.

La Reina emérita, doña Sofía, ha elegido dos trajes de chaqueta. El de la mañana, en azulón, con adornos en el cuello y el de la noche en arena y dorado de encaje. La madre de la Reina, Paloma Rocasolano, ha optado, inteligentemente, por un modelo sencillo que ha combinado con una cartera en azul eléctrico. Rara la mezcla, desde luego, pero no chirriante.