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El «annus horribilis» de Bill Cosby (y sus víctimas)
Nuevas denuncias se han sumado a la larga lista de mujeres que acusan al actor y humorista de 77 años de haberlas drogado y abusado sexualmente
Bill Cosby ha tratado de frenar la hecatombe que se le ha venido encima en las últimas semanas. Pero cada día que pasa, el recuento de sus horrores añade una nueva víctima, otro relato muy parecido al anterior sobre las técnicas que presuntamente usó para drogar y abusar de un buen puñado de mujeres a lo largo de su vida.
La última en salir a la palestra ha sido Chloe Goins, una modelo y «stripper» que hace sólo dos días confesó a un medio británico que el actor la había drogado y después tratado de abusar de ella. Al parecer, le dio una bebida y «todo empezó a estar un poco borroso». Cuando se despertó, estaba desnuda con Cosby delante de ella, chupándole los pies y masturbándose en la mansión Playboy, un lugar que solía frecuentar fruto de su amistad con Hugh Hefner. Con Goins ya son más de 20 las mujeres que han ido dando el paso al frente y relatando lo vivido con el hasta ahora un hombre de imagen intachable como el padre perfecto de la televisión, que sólo ha roto su silencio con una corta y huidiza entrevista con un medio que le localizó en un teléfono de su casa de Massachussets. Se limitó a dar las gracias a su mujer por el amor y el apoyo para ayudarle a afrontar semejante avalancha de acusaciones. Y poco más. De forma abrupta colgó el teléfono poco después asegurando que no tiene intención alguna de hablar con la Prensa. Los únicos que de momento han salido a la palestra han sido sus abogados, que han tachado de broma de mal gusto todo lo narrado por las presuntas víctimas.
Una defensa nada barata
Asimismo, el actor ha contratado una legión de abogados que se estarían ocupando de encontrar «elementos turbios» del pasado de las chicas denunciantes para así volverlo en su contra, según informa el periódico «The New York Post». Este acoso y derribo de la defensa de Cosby hacia las chicas es legal, aunque nada barato, ya que entre sus defensores se encuentra el popular abogado Martin D. Singer, que llega a cobrar un cheque de 700 euros por una jornada de 60 minutos. Según el diario americano, el cómico ya habría usado esta táctica anteriormente contra Tamara Green en 2005, que habló de abusos sexuales y quien acabó viendo en otro medio intimidades perjudiciales para ella y su testimonio.
Lo que sí es indudable es que Cosby tendrá que lidiar con las demandas que pesan en su contra y que podrían llevarle a la cárcel de prosperar. A favor cuenta con el hecho del tiempo que han tardado todas esas mujeres en denunciar las agresiones, ocurridas, en algunos casos, hace más de 30 años. Un buen ejemplo es Judy Huth, ahora de 55, que ha visto cómo su denuncia se rechazaba por ser un delito que habría prescrito de haberse producido. Huth explicó que conoció a Cosby en un parque en 1974, cuando tenía 15 años, y que terminó siendo embaucada por él antes de terminar en la mansión Playboy y ser ultrajada sexualmente. Esa misma semana de la demanda de Huth, otras tres mujeres convocaron una rueda de prensa para compartir su experiencia con el país expectante. Una de ellas, Beth Ferrier, dice que se despertó sola en su coche, «totalmente desaliñada y con el sujetador desabrochado», después de haber sido violada y drogada. Pero prefirió no decir nada por temor a las represalias de un hombre del poder de Cosby.
Una tras otra, todas reclaman
También Chelan, que así decidió ser identificada, contó que fue drogada. Tenía sólo 17 años y era una empleada en la recepción del hotel Hilton de Las Vegas con la ambición de convertirse en modelo de la mano de su gran contacto. Pero Cosby sólo tenía una cosa en mente, abusar de ella. «Me desperté 13 o 16 horas más tarde cuando Cosby daba palmas diciendo: ‘‘Papá dice: despiértate’’. Me dio 1.500 dólares». Y esa fue la última vez que la chica dijo ver al supuesto agresor.
Su relato coincide con el de Beverly Johnson, una de las últimas en manifestarse. Johnson, conocida por haber sido en los 70 la primera modelo afroamericana en aparecer en la portada de la revista «Vogue», eligió «Vanity Fair» para dar cuenta de lo vivido junto a Cosby. «Fui una top model durante la década de los 70, un periodo en el que las drogas circulaban en fiestas y sesiones fotográficas como agua en un balneario», redactó Johnson. «Me divertí y tuve mi dosis de experimentación con los alteradores de ánimo. Y por eso supe al segundo sorbo de la bebida que Cosby me había dado que había sido drogada». También habló Louisa Moritz en el portal TMZ, otro explícito recuento de lo que fue toparse con el actor afroamericano. «Se me acercó y se sacó el pene, que estaba ante mi cara, y lo presionó contra ella». En su declaración, Beverly Johnson se refirió a su amiga Janice Dickinson, la supermodelo. Cosby la violó y drogó en 1982, sin que se acordase de mucho a la mañana siguiente. «Lo último que recuerdo era a Cosby en bata, dejándola caer y montándose encima de mí. Rememoro mucho dolor. La mañana siguiente recuerdo despertarme sin el pijama». Joan Tarshis, una joven que pretendía meterse en el mundo del espectáculo tras conocer a Cosby, resume el sentimiento de las víctimas como nadie. «Es un violador en serie», un calificativo que, de ser ciertas las acusaciones, encajaría a la perfección con la faceta más desconocida y oscura de una leyenda de la televisión.
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