Casa Real
Familia Real: de los coches «gratis» a los contratos de «renting»
En diciembre del año pasado la Casa del Rey anunció una nueva normativa dirigida a los miembros de la Familia Real en pos de su política de ejemplaridad: «No aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones». LA RAZÓN ha podido saber cuál ha sido el primer ejemplo después de que se diera a conocer la iniciativa, ya que personas cercanas a Felipe VI informan de que Zarzuela llamó a la marca alemana de coches Mercedes Benz a principios de este año con el siguiente fin: firmar un contrato de «renting» para regular el uso de un vehículo clase C que Doña Sofía utiliza habitualmente. La madre de Felipe VI ha estado conduciendo este coche durante, aproximadamente, un año y medio con un contrato de cesión.
Es habitual que las marcas de coches presten durante un tiempo sus vehículos a autoridades, actores, deportistas... como forma publicitaria para sus modelos: ejemplo de ello es Rafa Nadal, quien según la revista «Forbes», generó 25 millones de euros en publicidad en 2013. O los Audi que conducen los jugadores del Real Madrid y que cada temporada les cede la compañía alemana. Durante bastante tiempo esta práctica también ha abarcado a los miembros de la Familia Real –sin pagarles–, pero no sólo de la española, sino también las europeas.
El coche de la madre de Felipe VI ha sido el primero en ceñirse a la nueva normativa de la Casa del Rey, que prohíbe favores y obsequios por encima de la cortesía
No obstante, este hábito comercial no es compatible con los principios generales de la normativa sobre regalos en una «Monarquía renovada para un tiempo nuevo» de la que habló Felipe VI en su discurso de proclamación. Un capítulo de este reglamento establece, concretamente, que «los miembros de la Familia Real no podrán aceptar regalos que por su alto valor económico, finalidad o interés comercial o publicitario, o por la propia naturaleza del obsequio, puedan comprometer la dignidad de las funciones institucionales que tengan o les sean atribuidas».
El contrato de cesión que la Reina Sofía tenía firmado para conducir su vehículo entraría dentro de la deferencia de la marca alemana por un interés comercial o publicitario –Mercedes, asimismo, es la marca de referencia para los coches oficiales de la Casa del Rey, que llevan en sus matrículas una corona real–.
No hace mucho, en 2010, veíamos a la madre de Felipe VI por las calles de Mallorca al volante de un coche eléctrico Peugeot iON –cedido por la empresa francesa y enviado expresamente para ella desde Japón a Palma de Mallorca– con el que la Reina Emérita se identificó enseguida dada su sensibilidad hacia los temas ecológicos y relacionados con la estabilidad medioambiental.
No obstante, algunas marcas de coches, sobre todo americanas, se cuidan mucho últimamente a la hora de llevar a cabo estas prácticas comerciales, concretamente con políticos, para que no puedan acabar involucradas en un asunto de tráfico de influencias. Y este abanico también se abre a los jefes de Estado.
El primer «coche» al que se subió Felipe VI fue un «kart» que le regaló la Escudería Universitaria de Barcelona antes de su Primera Comunión, y con el que jugaba por el exterior del Palacio de La Zarzuela. Siendo Príncipe de Asturias ha utilizado modelos de la marca Seat, como aquel 600 de «juguete» cuando era todavía un niño, o el Ibiza 1.5 que adquirió al cumplir los 18 años.
El 600, concretamente, se encuentra en la Sala Histórica de la Guardia Real en El Pardo –una de las tres cocheras en las que se distribuyen los bienes del Estado que se destinan para el uso de la Corona, situadas en La Zarzuela y en el Palacio Real–, donde además existe un despliegue de vehículos históricos que han pertenecido a la Familia Real, como el Rolls-Royce Phantom IV, de 1952, de los que sólo se fabricaron 18 unidades. Este «ejemplar» se encuentra junto a otros Rolls Royce y Cadillac, utilizados en su mayoría para prestar servicio en ocasiones de máxima relevancia, como lo fue la proclamación de Felipe VI, y también para los jefes de Estado que visiten España.
Lógicamente, las compañías automovilísticas también han querido que Don Juan Carlos condujera sus vehículos para promocionarlos, como el «Maybach 57S» que el presidente de DaimlerChrysler le entregó en 2006, en los premios Laurels de Barcelona, para que lo llevara durante unos meses. Años antes, en 1998, el presidente de Audi le proporcionó al padre de Felipe VI un A8, y en 1993 el entonces Príncipe de Asturias disfrutó de un modelo RS6. Unas costumbres que, en sí, no encierran ninguna controversia, teniendo en cuenta que son las marcas las que deciden poner sus productos al servicio de quien consideren como estrategia publicitaria, pero que en tiempos de austeridad y de acercamiento a la sociedad no tendrían buen encaje.
Actualmente, el Estado reserva para los actos de representación de la Jefatura del Estado un parque móvil de 44 vehículos y 60 conductores –un 7% del presupuesto destinado al parque móvil del Estado que depende del Ministerio de Hacienda–, flota que se ha reducido desde 2013 de acuerdo a la paralela reducción presupuestaria, ya que anteriormente Zarzuela contaba con 72 vehículos oficiales.
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