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Inga Verbeeck, la casamentera de los 50.000 euros: garantiza un 85% de éxito
Inga Verbeeck garantiza un 85% de éxito en su método de «match sentimental». El ejército de sexólogos, psicólogos e informáticos que trabajan a sus órdenes se han convertido en el mayor rival de cupido.
Inga Verbeeck garantiza un 85% de éxito en su método de «match sentimental». El ejército de sexólogos, psicólogos e informáticos que trabajan a sus órdenes se han convertido en el mayor rival de cupido.
Inga Verbeeck calla cuando se le pide un detalle de alguno de sus clientes. Un logro profesional, unas iniciales, algún rasgo de su personalidad. Si destaca por su excentricidad o es pura formalidad. Algo que aplaque nuestra curiosidad por saber quién paga 50.000 euros para encontrar el amor. Sí, ha entendido bien: Inga es una casamentera cuyas tarifas pueden llegar a los 250.000 euros si el interesado escoge la opción Diamond de Ivy Relations, la empresa que ha fundado para organizar encuentros amorosos en los círculos más elitistas del mundo. Hablar de alcahuetas en la era de Tinder suena delirante, pero precisamente este viejo oficio ha renacido por los descalabros que ocasionan las citas virtuales, según nos cuenta Verónica Alcanda, fundadora de Alcanda Matchmaking: «Son tiempos de relaciones líquidas, que se viven rápida y compulsivamente y sin invertir en ellas el mínimo esfuerzo. Quien recurre a nosotras desea una relación que perdure, una persona con la que formar familia y emprender una vida en común. A menudo son usuarios de aplicaciones cansados de búsquedas infructuosas, citas grotescas y filtros incapaces de detectar la mentira. Jugar a los contactos digitales se ha vuelto demasiado arriesgado y muchas veces incómodo».
La británica Lara Asprey apuntilla: «Las citas on line tienen su sitio, pero destruyen el alma». Esta empresaria es conocida por su oficio de alcahueta en los círculos más elitistas de la sociedad británica. Más locuaz que sus colegas Inga y Verónica, no pone reparos en desvelar que ha ayudado a buscar pareja a más de uno de los compañeros de polo del príncipe Carlos, algún actor de Hollywood e intérpretes de la ópera londinense, a través de su empresa The Sloane Arranger. A ellos y a otras figuras destacadas del deporte, líderes políticos y médicos de renombre. Sus tarifas parten de los 15.000 euros por un contrato de seis meses. Educada en St George’s School, en Ascot, cuenta que su oficio de casamentera surgió de manera espontánea como consecuencia de su singular inclinación a juntar personas y avivar pasiones en ellas.
Inga procede de la industria del acero donde trabajaba como directora ejecutiva de un próspero negocio familiar. Se mueve como pez en el agua entre empresarios y otra gente adinerada que, cuando la contrata, exige, sobre todo, discreción y rigurosas cláusulas de confidencialidad. En España, la llaman, sobre todo, de ciudades como Marbella, Barcelona o Madrid. «Cualquier otra mención que hiciese podría ayudar a dar con su identidad y rompería nuestro compromiso con el pilar de este negocio, la prudencia», indica.
Perspicacia comercial
La imagen de estas casamenteras cosmopolitas nada tiene que ver con la caricatura que presentan de ellas los textos literarios: arpías, viejas corredoras, feas y profesionales del engaño. Las de hoy son alcahuetas de alta costura que hilvanan muy fino sus exquisitas redes de contactos a nivel mundial. Elegantes y encantadoras, presumen de perspicacia comercial, carisma y pasión por el amor romántico. Verónica descubrió las delicias del «head hunting sentimental» –así define ella su profesión–ojeando una revista de American Airlines durante uno de sus vuelos a Estambul, hace ya cinco años. «Me llamó la atención un anuncio de una empresa de «matchmaking» americana y pensé: la búsqueda de pareja de alto nivel es un segmento de mercado que en España no está cubierto». Entonces ideó un proyecto que aplica las técnicas de los cazatalentos profesionales. «Lo único que varía es el objetivo. En lugar de buscar perfiles profesionales para cubrir un puesto de trabajo busco personas afines al perfil de nuestros clientes con el fin de que establezca una relación sentimental estable», explica.
La fuerza con la que habla invita a saber más acerca de su profesión, cómo traza sus hilos amorosos o encamina voluntades. Y si el amor es ciego, ¿por qué la búsqueda se limita a gente adinerada? «Las relaciones son siempre complejas, pero más aún si existe una brecha social, cultural o financiera muy grande. El amor a largo plazo es un objetivo costoso, a veces imposible en personas que se han visto obligadas a descuidar su vida sentimental. Esto no es una agencia de presentaciones, sino una empresa de selección muy rigurosa, con un equipo a disposición del cliente para darle un trato personalizado y atender sus necesidades, como consultores, estilistas, psicólogos o entrenadores. Lo que requiera», nos dice Verónica. Aviso a navegantes: no se admiten cazafortunas. Para evitarlo, Ivy Relations obliga a pagar a todos sus miembros, tanto hombres como mujeres. «La primera reunión con el interesado es vital. Dura aproximadamente dos horas y en ella se detalla su perfil, qué necesita, cómo le puedo ayudar y si existe lo que él o ella piden. Normalmente, hay que ir puliendo sus expectativas después de cada encuentro», relata Inga. Trabaja con una base de perfiles y la búsqueda se inicia con un 60% de filtrado automático (sobre todo por el país de origen). Inmediatamente empieza la selección en función de la edad, el físico o los intereses. «El resto es puramente intuitivo», aclara. Estas mujeres se reservan el derecho de admisión, lo que significa que alrededor del 20% de los candidatos son rechazados. «Unas veces –matiza Verónica– porque llegan con heridas abiertas y aún no tienen disponibilidad sentimental, aunque crean que sí. En otros casos, son personas poco serias o con objetivos poco realistas.
Sus clientes tienen una media de edad de 40 a 60 años. Son hombres y mujeres de alto nivel sociocultural, normalmente empresarios o altos ejecutivos de empresas multinacionales, diplomáticos, deportistas de élite y otros profesionales exitosos. «Hablamos de personas sin tiempo para la búsqueda de pareja. No quieren ni pueden exponerse públicamente a través de los medios alternativos, como internet o lugares de ocio». El caso es que, a los ocho o nueve meses y después de unas seis presentaciones diferentes, resulta que prende el amor. Es la media que dan las empresas de «matchmaking sentimental», con un porcentaje de éxito que ronda el 85%. Es decir, al cabo de dos años, la relación sigue en pie.
Futbolistas famosos
Verónica asistió recientemente al enlace de una pareja que ella había creado e Inga cuenta con orgullo que uno de sus primeros clientes, suizo, conoció a la que hoy es su esposa 20 días después de contactar con su empresa. Es verdad que el dinero no es suficiente para extorsionar a Cupido, pero el camino hacia el amor puede que sea más transitable si el destino es una playa paradisíaca, entre mojitos, o un restaurante de ensueño al que se accede en jet privado. Salvo que los interesados expresen lo contrario, estas citas transcurren en el anonimato. Otra cosa será que al embrujo inicial le siga ese sentimiento natural que nace de una simple sonrisa o una mirada. Y, entonces sí, puedan hacerse las presentaciones oportunas. El «matchmaking» sentimental es un ejemplo más de cómo el sector del lujo se mantiene fuerte incluso en medio las crisis o dificultades económicas. El impulso humano por la exclusividad permite a las casamenteras sortear cualquier turbulencia sin demasiada complejidad. El último en llamar a la puerta de Alcanda Matchmaking es un conocido deportista ya retirado que vive en Valencia. Desconocemos si frecuenta la ópera y los buenos restaurantes, si le gusta el golf o prefiere el mundo de la equitación, pero si es usted mujer, con buen nivel sociocultural y asidua a círculos privados, observe si las flechas de Alcanda apuntan en su dirección. Como dice un viejo adagio árabe, la verás caminar cortés y acogedora, sin que sus pasos molesten al vecino. «Sonríe siempre, es muy piadosa, sabe muchos chismes y cuentos. Capaz sería, por lo suave de sus palabras, de unir el agua con el fuego». Antes de entusiasmarse, compruebe que tiene a buen recaudo el cuerno de la cabra Amaltea, es decir, el de la abundancia.
El éxito de las «head hunting» sentimentales
Ligar en tiempos modernos saliéndose de las reglas del juego que impone la tecnología tiene un coste. Verónica Alcanda, pionera del «head hunting» sentimental en España, lo supo el día en que decidió trasladar al mundo de la seducción su amplísima red de contactos y el toque intuitivo que adquirió durante sus más de 25 años seleccionando personal para empresas de servicios en cuatro continentes. Su tarifa más básica parte de 5.000 euros. A cambio, el cliente ahorra tiempo y desgaste emocional frente a otros métodos más convencionales. «El éxito –explica– está en un trabajo honesto, paciente e íntegro, además del trato exquisito que damos a cada candidato hasta que queda cubierta esa vacante en su corazón. No podría ser de otro modo cuando se pone como meta el amor, una de las expectativas humanas más altas». Su fórmula busca, además, acabar con el sexismo que impera en otros países, como Estados Unidos, donde la mujer suele tener un papel pasivo como candidata. «Desde sus inicios, buena parte de mis clientas son ejecutivas o empresarias con las mismas exigencias que el hombre».
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