Premio Nobel de Literatura
Isabel Preysler también conquista a Perú
En su primer viaje juntos al país latinoamericano, la pareja celebró los 81 años de Vargas Llosa en un restaurante de comida típica junto a sesenta amigos. «Don Mario es una celebridad, pero la atracción fue doña Isabel.
En su primer viaje juntos al país latinoamericano, la pareja celebró los 81 años de Vargas Llosa en un restaurante de comida típica junto a sesenta amigos. «Don Mario es una celebridad, pero la atracción fue doña Isabel.
«El profeta está otra vez en su tierra», escribían esta semana en el diario «El Correo» de Perú con respecto a la llegada de Mario Vargas Llosa el martes a Arequipa, su ciudad natal. En otro medio local, en cambio, hacían mención a una «lluvia de críticas» al Nobel por celebrar su cumpleaños en medio de la tragedia que vive el país a causa de las inundaciones. Sin embargo, en su pueblo la alegría era el sentimiento general: desde hacía cinco meses preparaban versiones teatrales de algunos de los libros del escritor para homenajearle; en La Nueva Palomino, su picantería predilecta, lo agasajaron, junto a sus sesenta acompañantes, con un bufete de más de cuarenta platos, y en la Biblioteca Regional Vargas Llosa esperaban con impaciencia la llegada de los siete mil libros que el peruano donó en esta ocasión.
Sin embargo, que el Nobel celebre su cumpleaños en su pueblo es ya una tradición (aunque el año pasado haya faltado), por eso, la verdadera novedad era su novia, Isabel Preysler. Como dice Mónica Huerta, dueña de La Nueva Palomino:«Don Mario es una celebridad en Arequipa, pero la atracción fue doña Isabel. Cuando se supo que venía, todo el mundo quería conocerla». El entusiasmo era tal que la policía reforzó la seguridad como nunca antes se había visto en el pueblo:«Siempre hay policías cuando viene, pero lo de esta vez fue anormal. Había seguridad del Estado por toda la manzana», afirma Huerta. Desde el día anterior los oficiales revisaron las instalaciones de la biblioteca y el hotel donde se hospedaba la pareja, así como la ruta que iban a seguir durante su estancia.
Si entre los habitantes de la llamada Ciudad Blanca ella era el centro de atención, en la Prensa tampoco faltó mención de la filipina. Czar Gutiérrez, de «El Correo», relataba así su llegada a la biblioteca:«Una sonrisa perfecta sincroniza con la de su pareja, espigada dama que es abrasada por los amables rayos de luz, esos mismos que hace exactos 81 años viera por primera vez su amado. Esa fue la única y breve aparición de Isabel Preysler, cuyos primeros pasos podrían calificar como de atemperada musicalidad». Gutiérrez, además, terminaba así su crónica: «Al cierre de esta edición aún estaba por resolverse la interrogante que desvela a la Prensa del corazón a ambos lados del charco: ¿Isabel Preysler hundirá el diente en el corazón de un cuy chactado?». El periodista se refiere a un plato típico de Arequipa: un cuy o conejillo de indias que se fríe y se sirve entero, del rabo a la cabeza. Huertas responde a la interrogante: «Muchos de los invitados, incluso los de Europa, sí se animaron a probarlo. Doña Isabel, en cambio, lo miró no más».
Pero, en general, el veredicto sobre la novia del hijo predilecto de Arequipa es positivo: «Es una persona encantadora, muy amable y sencilla. Estábamos un poco preocupados de que no se sintiera cómoda en la picantería porque a ella la rodea mucho glamour y aquí no todo es tan elegante, sino rústico. Como dice el poeta Alonso Ruiz Rosas: una picantería es una mesocracia, un espacio donde no existe la distinción de clases». La dueña del restaurante afirma que Preysler disipó todas sus preocupaciones: estuvo relajada, disfrutó de la comida –«Probó de todo. Comió una nadita, pero le gustó mucho, en especial los postres», asegura– y paseó por las mesas saludando y haciéndose fotos con los invitados y los empleados de la picantería.«Todos querían sacarse fotos con la señora Isabel, más que con don Mario», comenta Huertas entre risas.
A la hora del postre –les ofrecieron el típico queso helado de papaya arequipeña y buñuelos tradicionales– no podía faltar la tarta de cumpleaños para celebrar los 81 del Nobel. «Hoy es el gran día, día de don Mario, hay que festejarlo con todita el alma. Todo es alegría por nuestro hermanito, ¡viva don Marito!», le cantaron los asistentes, siguiendo la versión peruana del «Happy birthday». El escritor se sumó a la celebración mientras Preysler sonreía a su lado. Luego, la gobernadora de Arequipa le regaló un hipopótamo –el animal preferido del Nobel– tallado en sillar rosado, una piedra procedente de uno de los volcanes de la ciudad:«Es un material muy preciado porque hay muy poco y es difícil de obtener. Don Mario se emocionó muchísimo con el regalo», afirma Huertas.
El halo de glamour que menciona la arequipeña con respecto a Preysler también ha sido utilizado en su contra por los detractores del Nobel, que consideran que no debe desviarse la atención de la tragedia que vive el país. El congresista fujimorista Juan Carlos Del Águila dijo a los medios locales que «es necesario que (Vargas Llosa) venga a sumar, a poner el hombro y que sepa corresponder el esfuerzo de los peruanos (...). Sería lamentable que sólo haya venido a la frivolidad de celebrar su cumpleaños». La ciudad de Piura se inundó este semana después de que 15 horas seguidas de lluvia desbordaran el río que atraviesa la localidad. Allí justamente vivió durante tres años el escritor, que desde que llegó a Perú ha mencionado varias veces la situación: «Con mucha pena veo que El Niño sigue causando estragos en Piura. Varios de mis libros los escribí a partir de recuerdos y experiencias que viví en esa ciudad que llevo de manera entrañable en el corazón y en la memoria», afirmó el martes.
A la mañana siguiente, la pareja asistió al Colegio de Abogados de Arequipa, donde Vargas Llosa participó en la clausura del «Foro internacional América Latina; Desafíos y oportunidades». Allí criticó fuertemente a la OEA, especialmente por su falta de acción en relación a la crisis de Venezuela. Nuevamente, el Nobel y Preysler atrajeron la atención de los medios locales, que les esperaban a la entrada y a la salida del foro. Y es que la novia del peruano ha acaparado los titulares de los medios locales estos días:«A sus 81 años, Mario Vargas Llosa está enamorado y sensible», publicó, por ejemplo, el diario «El Pueblo». El miércoles, Preysler lució una impecable camisa blanca y grandes gafas oscuras y, aunque no parecían incomodarle las fotografías, no respondió a las preguntas de los periodistas. El día antes, sin embargo, sí comentó a su salida del hotel que la ciudad le parecía «hermosa y bella». Ese mismo día, «El Correo» titulaba:«Arequipa conquistó a Isabel Preysler». A juzgar por la reacción del pueblo durante esta semana, fue la reina de corazones la que conquistó a la Ciudad Blanca.
patricia llosa evita a su ex y su hija se reencuentra con él
No sólo es la primera vez que Vargas Llosa lleva a Preysler a Perú, se trata también de la primera vez que visita Arequipa sin su ex esposa, Patricia Llosa, con la que hasta 2015 celebró allí sus cumpleaños. Para Mónica Huerta, dueña de La Nueva Palomino, fue un gran cambio:«Es extraño, porque él solía venir con su esposa y yo he atendido a doña Patricia muchas veces». Sin embargo, afirma que, en general, «la gente lo tomó bien porque lo veían muy feliz y ella es encantadora. Además, estaban allí su hijo mayor y bastantes de sus íntimos amigos». Efectivamente, Álvaro, el primogénito, sigue manteniendo una buena relación con su padre tras el divorcio. Sus hermanos Gonzalo y Morgana, sin embargo, sí hicieron pública su postura de defensa de su madre. En el momento de la separación, Gonzalo habló del «exhibicionismo innecesario» de la nueva relación del Nobel. Por su parte, Morgana, que es fotógrafo de profesión y recientemente inauguró una exposición en Perú, parece estar en mejores términos a día de hoy con el escritor, ya que le dedicó unas horas del domingo en Lima. Preysler no estuvo presente en esa ocasión.
Patricia Llosa, en cambio, habría decidido evitar a su ex y se habría ido a pasar unos días a República Dominicana, donde la familia tiene una casa en el resort Club Hemingway, según afirma «Vanity Fair».
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