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Ivana Trump explica cómo cazar a un millonario

La primera esposa del magnate compartió con LA RAZÓN sus consejos de amor, familia y trabajo: «Con las parejas prefiero hacer de canguro que de enfermera geriátrica», asegura.

La primera mujer de Trump y madre de sus hijos mayores, Ivana, asegura que, «como Madonna, no necesito apellido»
La primera mujer de Trump y madre de sus hijos mayores, Ivana, asegura que, «como Madonna, no necesito apellido»larazon

La primera esposa del magnate compartió con LA RAZÓN sus consejos de amor, familia y trabajo: «Con las parejas prefiero hacer de canguro que de enfermera geriátrica», asegura.

Gracias a Tomás Terry tuve la oportunidad de conocer a Ivana Trump hace siete años en Sevilla durante un Salón Internacional del Caballo. Dada la victoria de Donald Trump, recordar aquellos consejos tipo «Ask Ivana» (pregúntale a Ivana) ha cobrado actualidad. La primera mujer del nuevo presidente norteamericano viajaba con sus Cavallis de leopardo, minifaldas de pedrerías, un Murat de lentejuelas doradas, una colección de stilettos, un arsenal cosmético y un par de postizos para el pelo, metidos en dos baúles de Vuitton que ella misma subía al portaequipajes del hotel.

Ivana sólo estuvo horas en Sevilla, una la dedicó a las compras –estaba empeñada en hacerse con una camisa de torero que tuviese chorreras–, otra a compartir sus experiencias vitales conmigo. Su ex marido habrá soltado por la boca atrocidades contra las mujeres, pero, conociendo a Ivana, con ella no las practicó. Por cierto, estarán divorciados por culpa de la infidelidad cometida por el magnate con la que luego sería su segunda pareja, Marla Maples, pero Ivana estará unida para siempre aTrump, no sólo por ser la madre de sus tres hijos mayores, sino porque recibe de él una renta vitalicia de muchos millones.

Por tanto, Ivana sería la reina madre en una hipotética monarquía norteamericana. Y si la futura primera dama, Melania, desea ser del estilo de Jackie Kennedy, desde luego Ivana habría aspirado a crear el suyo propio, a juzgar por lo que me dijo en aquella ocasión: «Igual que Cher y Madonna, yo no necesito apellido. Quiero decir que soy, antes que nada, Ivana. Y luego, Ivana Trump... y pongo un guión después de Trump y añado el apellido de mi siguiente marido. O lo quito, si llega el divorcio».

Lleva cuatro esposos, pero los hijos los tuvo con Donald, y sobre ellos Ivana es rotunda: «He sido la auténtica responsable de su educación. Les he ofrecido una que yo llamo “de cocina” porque es la que da una madre. Los he formado yo y le he entregado a Don un producto bien hecho y la prueba es que los tres están trabajando». Incluso le han dado nietos. La abuela de Donald Trump III se acerca a los 70 años y su coquetería evita el tema: «No permito que mis nietos me llamen abuela. Quiero que me digan “glam mum”, mamá glamourosa. Para ellos soy Ivana. A mí no me llaman “grandma” (abuelita), está prohibido». Es muy rápida contestando, mira a los ojos, tiene una voz rotunda con un inglés de fuerte acento, porque es checa, y no hace honor a la imagen de barbie que su ex atribuye a las mujeres. Aunque ella sí es rubia y luce postizo, parece más alta de lo que en realidad es y gracias al ejercicio conserva un cuerpo diez.

Lleva divinamente cuatro divorcios a sus espaldas y de ahí que se permita dar consejos sobre despecho, amor, infidelidades o sexo en un consultorio llamado «Ask Ivana». Es más, cuando le pedí hacerle fotos, me aconsejó: «Siempre, cuando poses, di “sex” (sexo); si lo haces, tu boca siempre sonríe». Por cierto, bebe vino blanco seco y se maquilla sola. Dice levantarse a las 6:30 si está en Nueva York y a las 7 de la mañana cuando vive en Saint Moritz y lo primero que hace es consultar la bolsa. Ivana supo colocar muy bien la ingente cantidad de millones que recibió de aquel divorcio. Cuenta con una cadena de hoteles de lujo, escribe libros, posee su propia línea de ropa y complementos y sus consejos son impagables. Por ejemplo, cuando opina sobre la edad de los hombres –los que vinieron después de Trump han sido más jóvenes que ella– , asegura que «no tengo nada contra los maduros, pero tengo una tremenda energía y si me voy con un viejo... no. Con las parejas prefiero hacer de canguro que de enfermera geriátrica».

Como media humanidad le achaca el rol de rubia tonta que se casa con un millonario, la pregunta era obvia; ¿Ivana, cómo se caza a un rico? «Escucha y escribe», me contesta: «Si el hombre es millonario, será brillante, y si estás buscando un millonario él se dará cuenta. Mejor búscate uno inteligente y trabajador, puede que llegue a tener mucho dinero. El mérito es encontrar a uno trabajador». Ella pasó de la austeridad de una familia de Europa del Este a la opulencia: «Crecí en los valores que me dieron mis padres; no engañar y tener seguridad en mí misma. Todo se reduce a disciplina, confianza y carácter competitivo. Ésos son mis valores». También hubo ocasión de preguntarle por lo que más le molestaba. «Como mujer de negocios y en general, lo que más me molesta son la estupidez y la incompetencia». Desde luego no ha perdido el tiempo, se dedicó a cuidar de un marido, hoy elegido 45 presidente de Estados Unidos ,y a criar hasta los 21 años a los tres hijos que tuvieron. Recuperada su soltería, repitió matrimonios y explotó sus dotes para los negocios. Hoy es multimillonaria por sí misma y su consejo principal es: «Búscate una vida propia».