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Javier Rigau: «No quiero que Gina haga más el ridículo»

Se reabre el caso por matrimonio ilegal, al ordenar un nuevo test caligráfico de la actriz

Lollobrigida y Rigau en un acto al que acudieron en 2006
Lollobrigida y Rigau en un acto al que acudieron en 2006larazon

No se muestra sorprendido pero sí transmite cierto hartazgo ante un conflicto judicial que no parece tener fin. Ayer se supo que un juez de Barcelona ha encargado a la Policía Nacional un segundo examen caligráfico de la firma de Gina Lollobrigida para saber si los poderes que firmó para casarse con Javier Rigau son auténticos, después de que los Mossos d’Esquadra descartaran que su firma fuera falsificada. «Me alegra, porque estoy convencido de que el análisis de la Policía Nacional corroborará que la firma es verdadera, por lo que me darán la razón por segunda vez», afirmó ayer a LA RAZÓN, Javier Rigau, que añade: «Desde el pasado 6 de agosto ya conocía que los Mossos concluyeron que la rúbrica fue realizada por ella, pero no quise decir nada, porque me temía lo que acaba de suceder y no quería que Gina volviese a hacer el ridículo». Es más, la actriz viajó a Barcelona en mayo de 2014 para hacer una prueba caligráfica cuando acudió como testigo del pleito.

El juez acordó el pasado mes de enero archivar la querella contra Rigau, al entender acreditado que el poder no es falso. Es más, indicó que «no consta que la celebración se llevase a cabo a sabiendas de su ilegalidad, pues el poder es auténtico». Eso sí, manifiesta su sorpresa ante el hecho de que el enlace no se inscribiera en el registro civil hasta mediados de 2013, cuando la ceremonia ante el párroco se ofició en 2010».

Al no estar conforme con la decisión del juez, Lollobrigida, a través de sus abogados, ha recurrido a la Audiencia de Barcelona, igual que Javier Rigau, que pide el archivo definitivo de la causa abierta contra él, por lo que se ha reabierto el caso. «Estoy harto de decir que todo fue legal: durante la firma estaba presente un notario y un fotógrafo que la propia Gina contrató para que nos hiciese una instantánea del momento de la rúbrica en Barcelona».

Detrás de todo este intrincado proceso, Rigau ve la mano negra de Andrea Piazzolla y su madre, un joven que se presentó en la vida de la artista en 2009 para, según Rigau, dinamitar sus relaciones familiares y afectivas. «Hay que tener en cuenta que Piazzolla es el administrador de su patrimonio –que tampoco es tan grande como mucha gente piensa, tiene un piso y tres casas en Italia– con facultad de disposición en Mónaco, ni siquiera en Italia y es el que está manejando todo», explica.

«La han vampirizado»

A Piazzolla –del que recuerda que empezó a frecuentar la casa de la italiana para retocar las fotografías de la actriz, para pasar a ser «el chico de los recados» y después controlar hasta el más mínimo detalle de su vida–, le culpa directamente de que Lollobrigida haya dejado de ver a su hijo Milko, con el que no tiene ningún contacto desde 2012, y a su nieto Dimitri. «Para mí, ellos son como de mi familia, hablamos con cierta asiduidad y estamos preocupados. No es que Gina esté gagá, es que la ha vampirizado y en ello ha colaborado mucho la madre de Piazzola, que es experta en la persuasión de la mente... ¿Es un poco raro, no? », dice Rigau intentando sugerir que Gina, a sus 87 años, está siendo manipulada. «Hay que tener en cuenta que soy un hombre que ahora tiene 54 años y que conoció a la actriz a los 23. He estado ligado a ella más de la mitad de mi vida; es una mujer muy importante para mi». Y parece ser que para ella también, ya que afirma que «me llama muchas madrugadas para comentarme que está viendo una película y, de repente, me cuelga. No entiendo nada», comenta entre una mezcla de cansancio, decepción y también pena por la situación que está atravesando la que fue su esposa.

Cuatro intentos de boda

Gina Lollobrigida y Javier Rigau intentaron casarse hasta en cuatro ocasiones, «aunque ella iba cambiando de fecha y de lugar: en 2001 iba a ser en Mónaco; en 2006, en Nueva York; en 2007, en Roma, hasta que en 2010 por fin nos esposamos en Barcelona», dice Rigau. En la imagen, parte del documento de certificación del matrimonio canónico.