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El exilio portugués de la duquesa de Franco

Una vez repartida parte de la herencia de su madre, la duquesa de Franco, planea mudarse a la ciudad lusa junto a su novio, el surfista australiano de 33 años Timothy Mckeague. Allí ha trasladado su domicilio fiscal

McKeague conoció a Martínez-Bordiú en un crucero y ella lo define como su «compiyogui»
McKeague conoció a Martínez-Bordiú en un crucero y ella lo define como su «compiyogui»larazon

Una vez repartida parte de la herencia de su madre, la duquesa de Franco, planea mudarse a la ciudad lusa junto a su novio, el surfista australiano de 33 años Timothy Mckeague. Allí ha trasladado su domicilio fiscal.

Carmen Martínez-Bordiú no hace planes a largo plazo. Esa decisión la tomó hace años, cuando murió su hijo Fran y la tragedia le golpeó de una manera brutal. A sus 65 años vive su vida a su manera y poco le importa lo que opinen los demás. «No hago daño a nadie, no me meto en las intimidades ajenas y me da igual lo que digan de mí los que no me conocen». Y suele añadir: «No hablo de política y tampoco de la monarquía». Así, responde cuando los periodistas llaman para preguntar su opinión sobre temas candentes que afecten tanto al devenir legislativo o ministerial como a la jefatura del Estado y sus historias colaterales. Ante los últimos frentes abiertos que tiene la familia, prefiere mantener silencio, como el resto de hermanos, a excepción de Francis Franco. A las reivindicaciones de su tío se ha unido Luis Alfonso a través de sus redes y a Carmen le parece bien que su hijo tenga libertad para expresarse. Sí quiso, en cambio, aclarar con un comunicado sus desencuentros con Hacienda. A través de un extenso texto aseguraba que estaba al corriente de sus pagos y que no tenía deudas con la Agencia Tributaria. Ha sido de las pocas veces que Carmen, apodada durante años «la nietísima», ha enviado a los medios una aclaración. Nunca lo ha hecho, ni en los momentos en los que los rumores amorosos y los desencuentros con su último marido eran el pan de cada día. José Campos es el único de sus parejas al que nunca nombra. Hubo denuncias por ambas partes porque el cántabro reivindicó bienes que, según la ex mujer, no le correspondían.

Ahora Carmen quiere cambiar de vida. Mejor dicho, ya ha tomado decisiones importantes. Una vez que parte de la herencia de su madre se ha repartido entre sus herederos (a expensas de la venta del patrimonio inmobiliario), cada uno se encarga de su administración. En el caso de la actual duquesa de Franco, tiene sus asesores, que la aconsejan dónde y cómo rentabilizar su dinero. Una de estas propuestas era trasladar el domicilio fiscal de España a Portugal, una vez que decidió cambiar de aires. Hay exenciones a la hora de comprar vivienda o montar empresas para los extranjeros que quieran invertir. La actriz Mónica Bellucci o el Aga Khan son ejemplos de esas facilidades que proporciona el gobierno portugués y del que pueden beneficiarse todos aquellos que acrediten solvencia y residencia habitual.

Un verano de perfil bajo

Aún no ha encontrado su casa ideal, pero ya ha visto dos lugares donde le gustaría instalarse con su pareja actual, Timothy McKeague: una es Cascais y otra en la localidad de Nazaré. Esta última, hermanada con Cáceres y con una de las playas preferidas por los surferos de todo el mundo. Según los expertos de este deporte, hace cuatro años hubo una gran ola que actualmente está siendo investigada como la mayor jamás surfeada. Y precisamente esta cualidad es la que puede inclinar la balanza para que Carmen decida comprar su casa allí. Ella no se va a dedicar a saltar olas (aunque todo puede ser), pero sí su novio, que ya practicaba esta habilidad desde que era pequeño. El muchacho, australiano de nacimiento, es una mezcla entre el marido de Elsa Pataky, Chris Hemsworth y Darek, el ex novio de Ana Obregón. A Tim no le gusta el protagonismo y sí el deporte, y Carmen quiere facilitarle la vida cambiando de residencia.

La duquesa ha tenido un verano de los llamados «de perfil bajo». No se ha dejado ver en las fiestas de Marbella, ni en Ibiza ni en Palma. Tan solo una parada en Sotogrande, donde estaban instalados Luis Alfonso, Margarita y los tres niños. Fue sin la compañía de su «amigo entrañable» Timothy McKeague. Decían los malvados que lo hizo sola porque su hijo no acepta al muchacho australiano, acompañante desde hace unos meses de su madre. Este rumor resulta poco convincente porque Carmen ha demostrado que los vetos y los condicionamientos sociales no van con ella. Es más creíble pensar lo poco apetecible que podía resultar para el chico de 33 años el ambiente más conservador y familiar en el que Carmen ejerce de abuela. No tiene trabajo fijo, salvo sus temas relacionados con el yoga, la vida sana y hacer feliz a su compañera. La propia Carmen es la que no quiere calificar su relación, a diferencia de lo que sucedió con Luis Miguel Rodríguez, dueño de Desguaces La Torre. A él lo presentaba como una pareja estable y acudía con él a las fiestas y reuniones familiares de los Martínez-Bordiú.

Con el «compiyogui» nunca lo ha hecho. Este genérico, que se utiliza desde que se supo que la Reina Letizia llamaba así al empresario Javier López Madrid, íntimo de Don Felipe, es ahora como se le conoce también a Tim. Se encontraron por primera vez en un crucero organizado por el millonario colombiano Carlos Matos. A partir de ese momento intimaron y se convirtieron en más que amigos. Carmen está encantada con él, que ha demostrado que no quiere ser una estrella mediática. Le han ofrecido trabajos de «photocall» que ha rechazado. Los que lo han tratado aseguran que a Tim «le gusta la vida sana, el yoga y el surf» y eso lo va a tener en Portugal. Como dicen los cuentos, que sean felices y coman perdices.