Famosos

«La vida hasta las tantas» de David

«La vida hasta las tantas» de David
«La vida hasta las tantas» de Davidlarazon

Paula estuvo escurridiza y evasiva. Desconcertó al día siguiente de anunciarse su ruptura matrimonial. Pareció sobreponerse al trance y cumplir como anunciadora de una colonia –me resisto a llamarlo perfume, ya que vale, según tamaño, entre 8 y 12 euros– que lleva su nombre. No es la primera y su ex Bustamante tiene varias que se venden en Carrefour y similares. No son la quintaesencia del género. Ni Echevarría de la concreción. Acabó liándose dando respuestas vacilantes, una postura como nerviosa, nada que ver con lo segura, firme, convincente y resuelta que estuvo previamente posando largo rato, primero a la derecha, luego a la izquierda, con la botellita en la mano o acercándosela a nariz y labios, aparentemente extasiada con el aroma. Confundió y, a estas alturas, sin nuevas pistas, ignoramos su situación matrimonial. Si sólo es una nueva pausa, tregua o definitivo adiós en su siempre inquietante relación, donde hace tres años aseguran que hicieron un «stop» para marcar sus posiciones económicas y aclarar lo que es de cada uno, como el domicilio conyugal, cuyo 80 por ciento es de David. Juntos, sí, pero no revueltos. A cada uno lo suyo. Ante semejante disyuntiva, sorprendió de entrada con un vestido mal escogido. Dejaba hombros al descubierto y mostraba barriga. Matinal y veraniego, pero poco serio con unos volantes que acentuaban la casi desfachatez. Ideal para Marbella o la noche ibicenca. Mejor hubiera encajado un sencillo dos piezas o blusa con pantalón. Lo dejo a su gusto. Resuelta y profesional al posar, pero temerosa ante las preguntas, repitiendo «acaso, quizá, puede ser y tal vez».

Si hasta ahora ella y el cantante abandonado y a la baja componían nuestra «pareja ideal», el título deberá recaer ahora en un dúo más estable. No sé si el marqués de Griñón y Esther Doña, la Campos y Bigote –que soportan estoicamente la tormenta provocada porque fue el primero de los supervivientes escogidos por el programa–, o acaso la distinción honradora mejor corresponda a Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa que, desde su Parnaso, superan cualquier emergencia y siguen flotando sobre las conjeturas. Acaba de verse en el 81 cumpleaños del Nobel en el que nuestra eterna «más» casi pareció franciscana en su accesibilidad. Estuvo cercana en Perú como aquí no recordamos los más viejos del lugar. Es buena estratega en conquistar, sabe cómo rendir multitudes sin perder el encanto o dulzura de los que Paula careció decepcionándonos.

De todos es conocido cómo la incesante vida nocturna «hasta las tantas» de Bustamante la venía trastornando, especialmente desde que el amor se enfrió y él retomó unas aficiones –dejémoslo ahí– que nunca superó, mientras ella no veía forma de rescatarlo. Y eso que tiene genio, ambición y hasta coraje siempre demostrados en una carrera que, sin convertirla en émula de Sara Montiel o Penélope Cruz, nadie imaginaba. Pronto empieza una nueva serie. También seduce como Preysler con su experimentada escuela tantas veces superadora de fracasos. Sin argumentos ni respuestas, Paula recurrió a lo mas fácil: echarse a llorar con la excusa de que «tanta Prensa junta me presiona». Impactó sin conmover en su aflicción. ¿No sabía a dónde iba, o acaso la tensión llevó al oportunismo de aprovechar la coyuntura para así aumentar el morbo y la concurrencia? Funcionó, como pudo verse, aun con ella padeciendo y soltando inesperados lagrimones de inexperta. Fue lo único contundente de todo. Resultó efectivo, enmudeció lenguas de doble filo y de causante de romper su unión se convirtió en víctima de las circunstancias. No dejo de preguntarme por qué, dado su débil estado, no aplazó este lanzamiento que no era de vida o muerte. Mientras, inteligentemente y precavido, David opta por un beneficioso silencio. Podrían airear su lado malo –mejor no meneallo–; Paula enredó lo que parecía diáfano y debería citarnos de nuevo para aclarar tanto embrollo. Parece «la Parrala» de la copla.