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Marie-Louise, la mujer que marcó a Mitterrand
Al ex presidente francés le precede su fama de Casanova, pero según una nueva biografía el fracaso de su primer gran amor con una joven de 15 años, con quien planeaba casarse, sería la causa de su cinismo
Al ex presidente francés le precede su fama de Casanova, pero según una nueva biografía el fracaso de su primer gran amor con una joven de 15 años, con quien planeaba casarse, sería la causa de su cinismo
¿Cómo un chico romántico empedernido puede convertirse en un cínico donjuan? François Mitterrand fue un seductor empedernido. Sus conquistas, sin contar la de su esposa, Danielle Mitterrand, y la de su concubina, Anne Pingeot, fueron innumerables.
La nueva biografía sobre el antiguo presidente de la República de Francia, «François Mitterrand. De lo íntimo a lo político», describe la evolución del joven católico de derechas, inmerso en el mundo de la literatura, que llegó a ser un político «inimitable» por su «instinto maniobrero y maquiavélico» y por «su habilidad para sacar partido de las circunstancias».
Para su autor, Eric Roussel, la causa de esta transformación hay que buscarla en su primer y último desengaño amoroso. Roussel revela la correspondencia de Mitterrand con sus grandes amigos de juventud, François Dalle y André Bettencourt (futuros dirigentes de L’Oréal), y, sobre todo, con su prima, Marie-Claire Sarrazin, que fue su mayor confidente. En una de sus cartas, escrita a principios de febrero de 1938, François Mitterrand habla por primera vez a su prima de una chica que había conocido poco antes en una fiesta, a la que describe como «una mezcla de encantos físicos y de tontería». La misteriosa joven era Marie-Louise Terrasse, que con el tiempo se convirtió en la locutora más conocida de la televisión francesa bajo el nombre de Catherine Langeais. En aquel entonces, con sólo 15 años, había conquistado el corazón de François Mitterrand, siete años mayor que ella.
- Un romance idílico
Fueron cuatro años de idilio. Mitterrand la llamaba Beatriz, evocando la obra de Dante: «Esta noche, en compañía de H. Bouvyer, he querido ver a Beatriz (...) apenas el tiempo de percibir los cabellos rubios...», escribe a su amigo François Dalle. Para Eric Roussel no hay duda alguna, «a la vista de su correspondencia y de las iniciativas que toma» el joven, de que Marie-Louise Terrasse fue en aquellos años previos a la Segunda Guerra Mundial «la dulce y casi exclusiva preocupación de François Mitterrand». Su «deseo más ardiente» era casarse con ella, pero «Marie-Louise no se decide a ceder a las instancias del tenebroso Charentés».
La pasión de Mitterrand asustaba a la joven, pero ésta acabó aceptando un compromiso. La guerra los distanció. Y cuando Mitterrand regresó a París tras evadirse de un campo de prisioneros, se encontró con que Marie-Louise le había encontrado un sustituto. El reencuentro tuvo lugar en el Pont-Neuf, ella le devolvió el anillo de compromiso y él, despechado, lo tiró al Sena, aunque su hermano Jacques aseguraba que aún lo llevaba consigo meses después.
Según Roussel, la certeza de que no viviría con Marie-Louise tuvo consecuencias profundas en Mitterrand: «Había soñado con un amor absoluto, total (...) habría querido ser, sinceramente, el hombre de una sola mujer. Puesto que la que había escogido no había respondido a su llamada, nadie le tomaría ya. A partir de ese momento, la conquista desenfrenada del placer no le abandonará». A su prima Marie-Claire le confiesa: «Tengo un gran poder de indiferencia que se convierte en debilidad y miseria cuando amo».
Reina de la televisión
Tras su romance fallido con Mitterrand, Marie-Louse se cambió el nombre a Catherine Langeais (en honor a la novela de Balzac) y comenzó a trabajar como presentadora de televisión. Su encanto la convirtió en una estrella de la pantalla y en 1987 el ya presidente Mitterrand la condecoró con la Legión de Honor.
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