Estreno

Nacho Vigalondo: «Chiquito de la Calzada es mi referente vital»

Nacho Vigalondo
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Tiene un humor burlón. No sabes si te habla en serio o si se está quedando contigo cuando responde. Asegura que le gustan las entrevistas con preguntas inteligentes y no tiene un minuto libre desde que estrenó «Open Windows». Le va la marcha. Odia fregar los platos, aunque lo haga enganchado a sus auriculares y él es el encargadao de limpiar su casa de arriba a abajo. Vamos, que Vigalondo no tiene asistenta.

-No sé si cree que «Open Windows» es una película pionera en su estilo.

-Pionera es, pero no creo que cree continuidad. El proceso de rodaje, paradójicamente fue más sencillo de lo normal, estaba todo bastante planificado, muy marcado por la previsualización de la película. Para mi como director fue más fácil, para los actores más difícil de lo normal. Dicho de otra manera, mi relación con la cámara y el contexto, no tuve tantos quebraderos de cabeza como otras veces, pero con los actores sí que tuve que matizar una barbaridad. Mi relación con ellos fue más delicada, es un filme en el que ningún personaje tiene continuidad con ningún otro personaje, cada uno está en su ventana, las relaciones que hay son cosa que hemos inventando en el montaje, ellos no están cara a cara más que en el final.

-¿Cómo se consigue a un actor de la talla de Elijah Wood para protagonizar tu película?

-De la manera más rastrera del mundo, conociéndole antes y haciéndome amigo suyo. La historia dice poco de mí, como persona, y mucho de él, porque el guión era lo que de verdad le atraía. Trabajar para mí no es la bomba. Elijah es un amante de los retos y de los atrevimientos, por ello la película le pareció una salida de tono muy curiosa.

-Además está Sasha Grey y su controvertida historia: pasar del cine para adultos al convencional.

-A veces se nos olvida, pero el porno ha perdido hace tiempo la connotación marginal que tenía. Hoy, inevitablemente las figuras del porno seguirán ejerciendo una fascinación que a veces nos desmonte las expectativas y nuestro orden de pensamientos, es un género que está bastante más metabolizado y generalizado que años atrás.

-¿Se puede definir el cine de Nacho Vigalondo?

-A mí lo que no me resulta fácil de ver son las cosas en común y las cosas en las que me voy repitiendo con el tiempo, creo que dentro de cada película existe algo mio, pero ninguno de mis trabajos anteriores anticipa al siguiente ni continúa al anterior. Y va a seguir siendo así, sorprendiendo y sorprendiéndome a mí.

-Le conocemos como actor y como director, ¿con qué se queda?

-Si me lo preguntas ahora, como director. Aunque trabajar como actor en mi propia película tiene mucho de divertido, se disfruta, aunque lo paso mejor delante de la cámara. Recuerdo de cuando era adolescente, en mis cortos, realmente era yo en un plano secuencia. Ese arrojo y exhibicionismo juveniles toca vivirlos en una época. En este momento no tiene ningún sentido que esté delante de la cámara.

-¿Cuál es el límite entre el realismo y la ficción en sus producciones?

-El realismo es una trampa, es otra herramienta más. Nunca es un valor en sí mismo. Nunca una película se descifra por ser realista, la realidad ya está ahí no hace falta reflejarla. Ya hay bastante realidad. En «Extraterrestre», por ejemplo, fuerzo un elemento realista no porque quiera hacerla más verdadera sino porque al hacerlo planteo otra cuestión.

-Ha estado cerca del Oscar, pues estuvo nominado. ¿Recuerda qué hacía en aquel momento?

-Perfectamente: estaba en un restaurante japonés, con mi productor de entonces. Me olía un poco la tostada porque habíamos llegado a la terna final, sabía que quedamos quince en la selección y de ésos, cinco seríamos nominados. Fue muy divertido todo, me lo tomé como la oportunidad que se me brindaba para poder hacer cine. Yo hago cine porque estuve nominado al Oscar.

-«Open Windows» es su primera película en inglés. ¿Cómo reaccionó al verla por primera vez doblada al español?

-Como director es lo mismo. Cuando vas a un festival internacional sólo los españoles y los japoneses no lo hablan a la perfección. Hablar inglés no hace falta para dirigir. La primera vez que vi la película doblada tuve la sensación de desequilibrio. En algunos aspectos me sentí más relajado, pero yo sólo soy el director, qué sabré.

-¿En estos momentos tiene algún proyecto en la cabeza?

-Tengo un montón, siempre tengo en mente una película que se pueda hacer con un presupuesto irrisorio, para que en el peor de los casos pueda sacarme algo de la manga.

-¿Cuál ha sido mayor satisfacción dentro del mundo del cine?

-Siendo un tío de pueblo como yo y habiendo crecido en los 70, hacer cine resulta algo ya tan improbable que a partir de ahí es posible que cualquier cosa venga después. Tras la nominaciónal Oscar, el salto fue tal que era imposible que la cosa fuera a más. Y mira, ya he rodado tres películas.

-Elija una frase de despedida. Vamos, un adiós distinto.

-Hasta luego Lucas, de mi amado Chiquito de la Calzada, uno de mis referentes vitales. Me encantaría ser consciente de cómo me tengo que morir y soltar mis últimas palabras, conscientemente, y que sean «hasta luego Lucas», sin lugar a dudas. No se puede acabar mejor.