Entrevista

Pedro Delgado: «Newton no descubrió los campos magnéticos»

Ex ciclista y comentarista de TV. Ha creado un lenguaje propio en televisión que ahora traslada a su segundo libro, «A golpe de micrófono»

Pedro Delgado
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Pedro Delgado guarda mil anécdotas en la memoria y unas cuantas ha decidido compartirlas con el mundo en un libro, «A golpe de micrófono», que se le queda pequeño. Aún no ha calculado las siestas que le debe a España –«no soy muy de cuentas», dice–, pero compensa con un idioma propio que adorna sus comentarios televisivos. Nadie conocería al Tío del Mazo, ése que fulmina a los ciclistas cuando menos se lo esperan, si no fuera por él. Y todavía se sorprende cuando lo reconocen por la calle.

–¿Cuándo conoció al Tío del Mazo?

–Se presentó de pronto, sin llamar. Y fue una sorpresa, porque creía que era más amable. Pero se presenta así, suave, como una especie de sombra. Y tiene la mala costumbre de no llamar. Se presenta en cualquier momento. Imagino que en juveniles ya le conocí, lo que pasa es que luego ya le empiezas a frecuentar.

–¿Fue él quien le contó la teoría de los campos magnéticos?

–No. Es que son muchos años encima de una bicicleta y encuentras situaciones, vas descubriendo cosas un poco como Cristóbal Colón. De repente crees que estás en la India y estás en América. Y tú cuando eres ciclista vas por una carretera que es llana y la bicicleta no se mueve. Entonces te paras, levantas la rueda y la haces girar. «Está bien». Te montas en la bici, sigues pedaleando y eso no camina. Paras, levantas la otra rueda y la haces girar. No roza nada, va todo correctamente. Ese día lo pasas, pero no entiendes nada. Y luego te das cuenta de que hay una ley que Newton no descubrió. Descubrió el efecto de la gravedad, pero en el ciclismo hay otro que es el efecto de los campos magnéticos. Y cuando los descubres es mejor que te pille con las piernas a tono.

–¿Qué es el periquismo?

–Salió cuando a Pedro Delgado le empezaron a llamar Perico y los medios de comunicación lo empezaron a poner de moda. Ya me quedé con Perico y hago palabras afines, los «pericopuertos», las «pericadas». Es una seña de identidad.

–¿La pericada más grande fue la de Luxemburgo? [llegó 2 minutos 40 segundos tarde al prólogo del Tour del 89]

–Como corredor, sí. Desde luego. Eso fue una «pericada» incomprensible. Porque no me he cruzado con Perico. Si no...

–¿No le ha preguntado a Perico qué hizo?

–No le he preguntado nunca. Si acaso me he despertado con sobresaltos. ¡Que llego tarde! Y revivo la imagen. Ahora ya no, pero en aquella época tuve pesadillas. Incluso después de dejar de correr tenía esa pesadilla. Como corredor he pasado dos momentos muy malos, uno cuando falleció mi madre, que creo que es comprensible. Y luego no supe dar valor a salir tarde de Luxemburgo. Ese día estaba tan desbordado por algo que no sabía cómo había podido llegar a ocurrir que no fui capaz de dormir. Ahora desde la distancia veo que perdí totalmente la concentración en la carrera. Fue tal la «pericada» que me rompió y me costó muchísimo rehacerme. Y cada vez me iba rompiendo más.

–¿España sigue siendo «periquista»?

–En cierta manera, sí. Al tener una imagen fresca gracias a los medios, me encuentro muchos «periquistas», gente que me dice: «Yo no te he visto correr, me hubiera hecho muchísima ilusión». Para la gente joven soy el que comenta el ciclismo, no soy el ciclista que ganó un año el Tour y dos Vueltas.

–¿Ser comentarista es pedalear con las piernas de otro?

–Sí, pero con las piernas buenas. Cuando era corredor pasaba mis momentos buenos y mis momentos de miseria, pero en la tele vas con el que está ganando. El que pierde es una visión fugaz, pero el que gana tiene más presencia. Por eso siempre tienes las piernas del ganador.

–Su anterior libro se llamaba «A golpe de pedal». Ahora publica «A golpe de micrófono». ¿Lleva la vida a golpes?

–Todos llevamos la vida a golpes. Hay que aceptarlos y seguir tirando para adelante. En lugar de contar mi vida, prefiero contar anécdotas que me pasan. Puede haber un libro de batallitas, pero creo que me va a costar. De hecho, cuando contactaron conmigo en la editorial querían que contara batallitas de corredor, pero según me lo estaban contando ya me iba quedando dormido.

–Pero batallitas tiene.

–Podía contar algo más deportivo, pero eso es algo para la gente que le gusta el deporte y yo quería que esto fuera una lectura para todos.

–¿Hay muchas cosas que se ha guardado?

–Muchas, pero sobre todo porque me limitaron el tamaño del libro. Tenía al menos cuatro anécdotas buenas más. Una que me vetó mi compañero Carlos [De Andrés] y tres al menos o cuatro muy buenas para desarrollar. Sin tocar carrera hay otras cuantas maravillosas, pero eso ya no sería el ciclista. Sería Pedro Delgado, no Perico. Como un día que estuve a punto de dormir en una cárcel en Jamaica o cuando perdí tres veces un avión a Canarias.

–¿Diferencia a Pedro de Perico?

–Sí, esto es Perico Delgado y las otras historias es Pedro Delgado, cosas que le pueden pasar a cualquiera por viajar, pero yo tengo cierta tendencia a que me pasen cosas muy raras. No son malas, son cosas que pasan.