Casa Real
Pilar de Borbón: «Mis hijos le cogen la ropa al Rey Emérito »
Como las amapolas a los campos en primavera, con los albores de la Navidad llega El Rastrillo de Nuevo Futuro, esa labor social que emplea a 1.200 voluntarios durante nueve días. Las ventas del mercadillo generan buena parte de los ingresos que permiten dar un futuro a 1.188 menores tutelados en acogimiento residencial. Desde hace 49 años la hermana mayor del Rey Emérito, Doña Pilar de Borbón, lidera la campaña de recogida y venta de artículos con tan loable fin social: «Yo sigo pidiendo y pidiendo, les escribo cartas en julio para que estén preparados en septiembre. Lo que pasa es que se me ha muerto mucha gente. Pero, aún así, es impresionante la generosidad de los españoles, no tienes nada más que pedir y te dan», asegura. Mi entrevista anual con la Infanta siempre comienza con las cosas de casa, interesándome por unos zapatos comodísimos que usa y por la colonia casi descatalogada que se aplica de toda la vida: «Estoy desolada porque han cerrado la zapatería tan buena de Bravo Murillo a la que tanta gente he recomendado que comprase zapatos, y ya no sé a dónde ir. Ahora tengo que ir a buscarlos a varios sitios. Por otra parte, la colonia que huele a rosas me la trae mi nuera americana, cuando la encuentra», me cuenta. Este año, dado el buen aspecto que luce, me atrevo a empezar hablando de cirugías estéticas.
–Doña Pilar, parece que se hubiese sometido a un «lifting». ¿Qué se ha hecho?
–Nada, lo que pasa es que las gordas tenemos la ventaja de tener menos arrugas. Tengo esta piel por herencia y porque estoy gorda. Además, no se me ocurriría por nada del mundo meterme nada de esas cosas en la cara. También influye que estoy mejor de salud, el año pasado lo pasé fastidiada. Las caderas y las piernas las tengo estupendas, lo que tengo es una cuestión pulmonar pesada y es lo que más me impide hacer vida.
–Lleva 49 años dando la cara por El Rastrillo, usted es incombustible.
–Sí, bueno, no sé para cuánto me quedará, pero mientras pueda seguiré y gracias a Pina, que es la presidenta, que es la que hace todo el trabajo.
–Pero a usted le toca atender a la Prensa, algo que no le entusiasma especialmente.
–Sí, pero es algo que dura un tiempo corto y que entiendo que es necesario, porque hoy en día si no te anuncias no existes. Además, estoy muy agradecida a LA RAZÓN porque nos atendéis muchísimo.
–¿Le dará tiempo este año a su hermano, el Rey Juan Carlos, entre tanta navegación, a pasarse por El Rastrillo?
–No navega tanto, estuvo un mes entrenándose en Galicia y luego fue a la regata de Canadá. Y, con 79 años, la ganó. Yo no voy a verle regatear, primero porque no tengo tiempo y porque no pinto nada en ese cotarro. Además, tampoco tengo barco ni navego, entonces, ¿para qué voy a ir?.
–¿Le ha llamado ya para que se pase por El Rastrillo?
–No, pero le voy a llamar. Además, todavía no me ha dado nada para vender. Cuando nos donó su ropa se vendió muy bien, desapareció en un minuto. Lo que pasa es que se la cogen sus sobrinos, mis hijos, porque tienen la misma talla y están como locos con la ropa de su tío, así que le queda poca para darnos, pero algo le pediré.
–¿Este año qué es lo que le hace más ilusión?
–Que hay más gente joven y que los decoradores nos han colocado mejor y no como un batiburrillo. También me hace mucha ilusión que siga participando mi hija Simoneta y mi nieta, mi «Mariuchi», que por las tardes suele ir a una residencia de ancianos a tocarles el banjo y les hace cantar y no sabes cómo la quieren los residentes. Ha sido un éxito arrollador. Ella va a entretener a los señores mayores y están encantados con ella.
–¿Qué compra en El Rastrillo para celebrar las Navidades en su casa?
–No puedo comprar pulardas, ni nada que tenga plumas. Las plumas están prohibidas en casa, por eso compro una carne muy buena argentina, para poner un gran pedazo en Navidad porque no sabes cómo come mi familia, aunque aún no tengo hecho el menú.
–¿Siguen reuniéndose en La Zarzuela?
–Vamos en Navidad porque empezamos reuniéndonos todos en Nochebuena en casa de mi hermano, pero asisto con 16 personas y somos demasiados. Lo que hacemos es ir a misa el 25 a La Zarzuela y luego, los que no tienen familias políticas con las que irse, nos quedamos a comer en casa de mi hermano. El día de Nochebuena vienen mi hermana Margarita con sus hijos, alguna amiga que no tiene familia y todos los míos. Mi hermano hace la cena de Nochebuena con su familia en su casa o en la de Felipe.
–La gran noticia de la semana pasada fue el embarazo de su sobrina María Zurita. ¿Se enteraron por la Prensa?
–En la familia ya se sabía, estas cosas nos las contamos y son motivo de mucha alegría. Le hemos deseado lo mejor, que el niño venga bien. Mi hermana estaba deseando ser abuela, así que está muy feliz y nosotros también.
–¿Tiene la bandera de España ondeando en su casa?
–Claro, pero yo tengo dos. En cada farola de la entrada tengo una y las he renovado hace quince días porque estaban un poco viejitas. Las tengo puestas desde el Mundial, están fijas. No tengo un mástil para colocarla también en la entrada porque es todo piedra, pero en la puerta, cuando hay viento, ondean.
–¿Y para cuándo el libro de su vida?
–Ese libro no me toca a mí. Yo no lo escribiré nunca porque aún están vivas muchas personas, o sus familiares, que se sentirían dolidos con algunas cosas que podría contar. No hay que hacer daño a los demás.
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