Sharon Stone
Sharon Stone, ella es «lo sexy»
A sus 57 años, el «sex-symbol» de los noventa «lo revela todo» en un posado desnuda para «Harper’s Bazaar», que saldrá en septiembre
A sus 57 años, el «sex-symbol» de los noventa «lo revela todo» en un posado desnuda para «Harper’s Bazaar», que saldrá en septiembre
Cuenta Sharon Stone que los chicos del cine y los factótums de Hollywood no la tenían para nada por sexy a principios de los años 90. «Me veían como una ‘‘nerd’’ devoradora de libros y de ropa ancha». Eso cambió tras su primer desnudo en la revista «Playboy». La cabecera del viejo Hugh Heffner ya había obrado toda suerte de milagros con chicas con muchos menos mimbres, aventureras de todo tipo venidas desde cualquier estado de la Unión, prácticamente como ella misma, salida a la fuga (con 19 años) de su Pensilvania natal. Aquel posado con cardado ochentero y los antebrazos medio tapando medio potenciando sus senos conquistó a Paul Verhoeven, que la convirtió en un mito erótico-fatídico en «Instinto básico» (1992).
Desde aquella primera y afortunada sesión para «Playboy», la Stone no se ha cortado un pelo a la hora de exhibir sus encantos en revistas, sea por superstición, vanidad o promoción. Y la edad, lejos de recatarla, la espolea. Con 57 años, la actriz ha posado para el próximo número de «Harper’s Bazaar» casi como Dios la trajo al mundo un 10 de marzo de 1958 en la pequeña localidad de Meadville. Su única vestimenta: zapatos de Jimmy Choo, joyas de Tiffany’s, Cartier y Hearts on Fire. En pulcro blanco y negro y, presumiblemente, retocada, la diva noventera luce su «estatus de mujer líder, con más temperamento que nunca», según apostilla la propia publicación norteamericana tras un titular conciso pero descriptivo a rabiar: «Sharon Stone lo revela todo».
¿Y qué es todo? Aparte de su físico, cuyas partes pudendas están ligerísimamente ocultadas por manos, brazos o escorzos, la Stone repasa las dificultades que atravesó durante y tras la operación por el aneurisma que sufrió en 2001. Se vio separada de su marido, sola, sin la custodia de su hijo Roan y en una profunda crisis laboral: «Pensé ¿Sabes qué? Me echaron del tren-bala en el que iba, y ahora voy a tener que subir por una colina llena de cristales rotos».
El «tren-bala» es, por supuesto, aquellos años dorados que dieron comienzo con «Instinto básico» y cristalizaron en la nominación al Oscar por «Casino». Desde entonces, la palabra «sexy» viaja con ella, como un segundo apellido. Nunca le ha incomodado; nunca he renegado de ella, aunque (ya sea modestia, ya sea clarividencia) matiza qué es para ella «lo sexy»: «Soy consciente de que mi culo parece un bizcochito, pero no pretendo ser la más guapa del mundo. Llega un momento en que te preguntas, ‘‘qué es realmente sexy’’. No es exactamente la elevación de tus tetas. Es estar presente y que se diviertan contigo y quererse uno a sí mismo lo suficiente como para gustar a la persona que esté cerca. Si creyera que sexy es lo que estaba tratando de ser cuando hice ‘‘Instinto básico’’, entonces tendríamos todos un día difícil hoy».
A pesar de estas declaraciones, la chica del coeficiente 154 –la más «inteligente» de Hollywood–, no renuncia a pasar por el quirófano, aunque eso no lo «revele» en «Harper’s Bazaar». Su último retoque es todo un «must» entre la clase alta interpretativa de Los Angeles: las arrugas de las rodillas. Un incómodo delator de la edad que en ningún momento aparece en las fotografías que ayer mismo colgó la revista norteamericana en su cuenta de Instagram.
Sólo hace menos de un mes, la actriz se dejaba ver «de paisano» y mucho más natural camino de la manicura en Beverly Hills. Por delante tiene varios proyectos: la promoción de «Agent X», serie en la que interpreta a una vicepresidenta del Gobierno, un disco junto al hijo de Ennio Morricone y las numerosas causas solidarias con las que colabora. Soltera nuevamente, despeja las continuas dudas sobre su sexualidad: «¿Usted cree que nadie se da cuenta de que soy hetero? Lo que pasa es que tengo tantas amigas lesbianas en este momento...». Y da pistas: «No creo que los hombres se den cuenta de que estoy coqueteando».
De portada en portada
Desde su primer posado desnuda en «Playboy», Sharon Stone ha participado en una infinidad de sesiones, con más o menos ropa. Es una «adicta» a las portadas y un señuelo infalible para las revistas. Tras unos años más complicados, volvió con fuerza a ser una imagen icónica en la última década.
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