Miguel Boyer
La herencia invisible de Miguel Boyer
Se abre la incógnita sobre la fortuna del ex político: a lo largo de su carrera ha ganado más de 10 millones de euros, pero no parece haber invertido en ninguna propiedad.
Cuando el pasado lunes moría de un tromboembolismo pulmonar Miguel Boyer, el «superministro» del felipismo y marido de Isabel Preysler, las preguntas acerca de su herencia comenzaron a multiplicarse. Después de casi 50 años en activo, el socialista había reunido un patrimonio considerable, aunque no contaba con ninguna propiedad a su nombre. En 2012 trató de afianzarlo tras sufrir el ictus que le apartaría no sólo de la vida laboral sino también del escaparate público en general. El marido de Isabel Preysler quería asegurar el futuro de su familia, que no sólo incluye a Ana Boyer, sino también a Laura y Miguel, los hijos que tuvo con Elena Arnedo, y a sus nietos.
Nacido en Francia a causa de la Guerra Civil, su vida en España fue muy fructífera. Nada más licenciarse en Ciencias Físicas y en Económicas, Boyer se convirtió en profesor. Con poco más de 20 años ya impartía clase en la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones, por lo que en seguida empezó a manejar dinero, ahorrar e invertir. Después de estar un tiempo encarcelado por «militancia clandestina», comenzó a trabajar en la Junta de Energía Nuclear. Entre 1971 y 1974 estuvo en el Servicio de Estudios del Banco de España, y entonces fue nombrado director del Instituto Nacional de Industria (INI), puesto del que dimitió en marzo de 1975 al ser nombrado director de Planificación de Unión de Explosivos Riotinto. Ya se perfilaba como un gran economista, y en apenas 20 años había amasado una fortuna aproximada de 80 millones de pesetas de entonces, unos 480.000 euros.
Su entrada en política no se hizo esperar. Siempre había militado en el PSOE, pero acabó en la presidencia del Comité de Estudios y Programas en la Federación Socialdemócrata de Fernández Ordóñez. Al final volvió al PSOE y como coordinador del equipo económico del Gabinete Técnico de la Comisión Ejecutiva. Fue diputado por Jaén, consejero de Presidencia en el Banco de España y trabajó en el Instituto Nacional de Hidrocarburos como director de Planificación y Estudios. Sus sueldos, ya de por sí altos, se combinaron para hacerle ganar, en apenas tres años, casi 200.000 euros. A partir de 1982 y hasta 1985 fue uno de los hombres fuertes de Felipe González: su etapa como ministro de Economía, Hacienda y Turismo le reportaba un sueldo al que renunció al dimitir, pero en tres años ganó aproximadamente 160.000 euros.
El empresario socialista
Pocos días después de abandonar su puesto de «superministro» fue nombrado presidente del Banco Exterior de España, a la vez que entraba en el CERN y en el comité de expertos para el Estudio de la Unión Económica y Monetaria. Cargos muy importantes que sumaron otros 520.000 euros a su ya abultada cartera. En 1988 se convirtió en presidente de Cartera Central, sociedad de la que acabaría concentrando todos los poderes. Por las mismas fechas entró a formar parte de los consejos de administración del Grupo de Construcciones y Contratas, S.A. –del que acabaría siendo presidente tras los divorcios de las Koplowitz–, Portland Valderribas y Fomento de Obras y Construcciones S.A. Presidente, consejero ejecutivo, vicepresidente, asesor... Puestos muy altos, de un gran poder y sueldos desorbitados y, para más inri, en algunas de las empresas más importantes de España: FCC, Compañía Logística de Hidrocarburos, Urbis, Campsa... Cuando dejó de ser presidente de esta última, su liquidiación ascendió a 1,6 millones de euros. Fue patrono de FAES, y en la inmobiliaria Urbis, José Ramón Carabante le concedió un sueldo de 1,5 millones al año. En los últimos tiempos, a su dilatada experiencia y conocimiento del mundo político y empresarial se sumó la influencia de su mujer, Isabel Preysler. Según Javier Chicote, escritor y periodista que ha estudiado a qué se dedican los antiguos ministros de Felipe y lo ha plasmado en el libro «Socialistas de élite» (La Esfera de los Libros), en un primer momento Boyer tenía miedo de no poder seguir el tren de vida de la «reina de corazones». Pero en cuanto dejó de ser ministro empezó a cobrar 100 millones de pesetas al año (600.000 euros). Después fue consejero dominical en Reyal Urbis –trabajo por el que se embolsó más de un millón de euros–, consejero externo independiente en Red Eléctrica de España –520.000 euros–, administrador único de Iversiones Delos y asesor de Bosch GmbH. En total, unos tres millones y medio, y eso sólo en sueldos: nadie sabe las acciones o las rentas que pudo percibir o cuántos intereses ganó a lo largo de los años. Como destaca Chicote, «Boyer fue una de las figuras más controvertidas de la generación de socialistas de élite por pasar de defender la expropiación a hacerse con una de las mayores fortunas del país».
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