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Cuero de piña y otras propuestas para vestir vegano

La sostenibilidad ha llegado a la moda. Los residuos que generan algunos alimentos son usados para crear ropa

Cuero de piña y otras propuestas para vestir vegano
Cuero de piña y otras propuestas para vestir veganolarazon

La sostenibilidad ha llegado a la moda. Los residuos que generan algunos alimentos son usados para crear ropa.

Ya es posible vestir con cuero respetando los cánones del veganismo. Piñatex es un tejido hecho a base de los residuos del cultivo de la piña que, además, no utiliza químicos. La industria de la piña produce anualmente 13 millones de toneladas de hojas como subproducto; unos restos que se queman como biogás o se utilizan como fertilizante natural. Al menos así sucedía hasta que la española Carmen Hijosa se puso a investigar. Ella trabajaba en Filipinas cuando empezó a considerar si existirían materiales alternativos –medioambientalmente amigables y ajenos a cualquier planteamiento ético–, a los que tradicionalmente usan las industrias de curtido y de fabricación de cuero. Así nacieron Piñatex® y la firma que lo comercializa, Ananas Anam, que trabaja mediante asociaciones de fabricación. La materia prima se obtiene de las cooperativas agrícolas de Filipinas, que quitan la fibra de las hojas y retienen la biomasa, que luego usarán como fertilizante natural. La producción del tejido también es filipina y los procesos de acabado especializados se hacen en España. Con la tela obtenida se fabrican actualmente prendas de vestir, muebles, piezas para automoción y relojes y otros complementos. La piña no es la única novedad en lo que a biomateriales se refiere. El diseñador Salvatore Ferragamo presentó hace unos meses una colección creada a base de naranja. En su caso, se reutiliza la pasta de naranja, es decir el residuo húmedo que queda tras la producción industrial de zumo. Se calcula que solo en Italia, de donde es originario el tejido Orange Fiber, se producen cada año 700.000 toneladas de estos residuos.
Sin embargo, la última frontera de los tejidos veganos está en la biotecnología. La firma Modern Meadow inició su investigación tras darse cuenta de que toda la piel animal con la que se hacen los cueros está compuesta principalmente por colágeno. Aplicando la biotecnología han conseguido crear lo que ellos llaman biopiel libre de animales. Lo que hacen es básicamente cultivar el material utilizando células vivas en lugar de ganado y alteran su ADN para que crezca con la forma y características que se desean. Dicho de otra forma crecen colágeno, la proteína que se encuentra en la piel de los animales pero sin estos. Al material biológico que obtienen le han llamado ZoaTM.
Otra forma de aplicar la biotecnología es que la propone Biolace; una firma con una visión bastante más futurista sobre la forma de fabricar telas. En su caso quieren utilizar cultivos hidropónicos y modificar el ADN de las plantas para obtener cosechas «multifábrica» de las que extraer el alimento para la población mundial, al mismo tiempo que los tejidos del futuro. Así propone cinco tipos de plantas alimento-tejido; las nuevas especies Strawberry Noir, Basil nº 5, Tomato Factor 60 and Gold Nano Spinach encierran en su raíces el secreto del vestir del futuro.

Cajas de pizza manchadas, al contenedor de orgánico

La Asociación Española de Recicladores Recuperadores de Papel y Cartón, Repacar, recuerda que los papeles y cartones manchados con aceite o materia orgánica como los de pizza, deben depositarse en el contenedor de resto, debido a que al mezclarse con otros limpios los pueden contaminar, poniendo en riesgo la reciclabilidad del resto de material. Se debe depositar en el contenedor azul, por tanto, solo papel y cartón, como, por ejemplo, folios, libros, cuadernos, cajas de cartón, revistas, periódicos, bolsas de papel, cajas de cereales, cajas de zapatos o cartulinas. Además la entidad alerta de que si bien históricamente la cantidad de contaminantes en el contenedor azul no superaba el 10%, las últimas cifras señalan que estos materiales no deseados suponen, en algunas poblaciones, entre el 14% al 18% de cada contenedor. Hecho que preocupa al sector por las enormes dificultades que encuentran los gestores para hacer reciclable un flujo cuando está muy contaminado.