Papel
Sandra Barneda: «¿Cómo voy a sonreir con las noticias que hay?»
Presentadora.. Rostro potente de la televisión, y en Mediaset lo saben, de ahí que no paren de darle programas de todo tipo; otra de sus facultades: la polivalencia
Dicen de ella que es un misterio dentro de un enigma. Sea como fuere, la periodista, reservada y tímida de niña, confiesa que en la facultad le dijeron que con su voz no llegaría a ningún sitio.
Es, lo que se dice en baloncesto –que lo practicó–, una jugadora polivalente, que igual la pones de base, alero o pívot, que defiende lo mismo que ataca, pero no nunca deja su posición desguarnecida a merced del ataque rival. Mediaset lo sabe y, por eso, tras un otoño-invierno en el que «Hable con ellas» iba y venía, ha confiado en ella para «El programa del verano», más un suma y sigue con «Trencadis» y «Gran Hermano VIP». Dicen de ella que es un misterio dentro de un enigma, digo yo que la fama, no el prestigio profesional, le viene muy pequeña. Se abre la puerta...
–Cuando le dije a mi madre que le iba a entrevistar me dijo: «Ah, la chica de la voz»... ¿Usted es consciente de la voz tan resultona que tiene?
–¡Qué mona tu madre! Soy consciente porque me lo ha dicho mucha gente pero te diré que en la primera clase en la facultad mi profesor de radio, porque quise empezar en este medio al que adoro, después de hacer la primera prueba muy bien me dijo: «¿A ti te gusta la radio, verdad? Pues le voy a decir una cosa, no creo que con esta voz llegue a ninguna parte».
–¡Qué ojo clínico!
–Vengo de una familia de profesores y hay de todos los tipos. Pero los educadores tienen mucha responsabilidad en lo que dicen. En mi primera novela recogí una frase de Van Gogh: «Aunque te digan que no sabes pintar, pinta».
–Eso se lo compro, aunque también le digo que para ser una periodista de televisión nos ha costado mucho verla sonreír. Gracias a «Hable con ellas» intuimos la sonrisa de Sandra Barneda.
–Eso de que nunca sonrío es mentira. Siempre he luchado contra los encasillamientos y es difícil porque tendemos a ellos igual que tenemos muchas creencias y valores que nos cuesta mucho quitarnos de encima. Depende del programa. Es verdad que tengo una parte de responsabilidad que, por ella, quizá he mostrado pocas veces mi faceta más relajada y divertida. Hasta cuando hacía informativos me decían: «Sonríe más», y yo les contestaba: «¿Cómo voy a sonreír con las noticias que hay?». Cada uno tenemos una pantalla y la mía es la de la seriedad, aunque luego no lo soy tanto.
–Recuerdo la canción de «El final de verano», para usted no será tan nostálgica, le tocan vacaciones...
–Este año no. La primera incursión de Mediaset en una autonómica es en Cataluña con 8tv y estoy feliz porque vuelvo a mi casa, donde tengo a toda mi familia y mis sobrinos no se creen que esté a dos pasos de ellos. Cada estación del año tiene sus pros y sus contras: este verano ha hecho mucho calor, además ha estado cargado de actualidad y de sucesos muy desagradables. Y, encima, al levantarme a las cinco de la mañana no favorecía esa vida social de terracismo que siempre se agradece.
–Hablando de la sección de sucesos o crónica negra... ¿Cómo afronta esa información en directo sin que se le altere el rictus?
–Lo paso muy mal dando esas noticias porque reflejan la maldad pura. Es muy complicado entrevistar a gente que acaba de perder a un familiar por un acto violento. Y siempre está el mismo debate, si es bueno que les demos voz, pero tampoco se puede silenciar como hace épocas. En ese sentido, la educación es importantísima para que paremos esta escalada. No tiene que haber violencia por el hecho de que una pareja se separe o por el desamor y se instrumentalice a los hijos. Pero la verdad es que no me cabe en la cabeza.
–Últimamente la veo muy rebelde...
–Sí, me he vuelto más intolerante en mis comentarios. El otro día alguien comentó, a cuenta de la bajada de la gasolina, que «eso es porque la suegra no está detrás» y yo salté: cómo si los suegros fueran más ligeros. Soy intolerante con las bromas de género porque hay que ser muy sutiles y crean un poso irreversible. ¿Tú te has dado cuenta de que si un niño se tira por un tobogán los padres tienen menos miedo que si lo hace una niña?
–Por cierto, ¿cómo se recuerda de niña?
–Era reservada y tímida, pero hay distintos tipos de tímidos. En mi caso me hice extrovertida. Recuerdo que me costaba mucho interpretar esta sociedad y regirme por los parámetros habituales. Me llamaban el espíritu de la contradicción, pero es que me interesaban cosas que al resto del mundo les daba igual. Me costó adaptarme y todavía no sé si me he adaptado. Pero estamos viviendo un momento apasionante en el que nos están pidiendo a la ciudadanía que nos movamos, que la acción es buena y no hay que dejar toda la responsabilidad en los otros. En ese sentido, hay veces que te tienes que mojar.
–Y en invierno le espera «Gran Hermano VIP», a ver cómo se moja con los famosos...
–Pues le aseguro que mejor que con los políticos, porque al menos a un vip le puedes decir que se calle y a un político, si se lo dijese, estaría en todos los titulares por haberle mandado callar. La casa es entretenimiento puro y es mucho más sencillo manejarse. Eso sí, yo en el «Gran Hermano VIP» no duraría ni tres días. En ese sentido prefiero «Supervivientes» que al menos te puedes aislar en una playa, que no en «Gran Hermano» donde las discusiones son como bucles...
–¿No le fastidia que por ser catalana le pregunten por el proceso independentista?
–Sí, viví, cuando estaba en Telemadrid, el boicot a los productos catalanes y me dolió mucho. Como no tengo una opinión formada hasta que no se termine todo ese proceso mi opinión me la reservo para mi intimidad.
El lector
«Leo cinco periódicos al día y tengo que confesar que crea adicción. También leo los confidenciales. A la ciudadanía le recomendaría, si se lo puede permitir, que leyese al menos dos diarios al día y que fuesen de distinta ideología porque te abre la mente y no te quedas con la verdad que sólo diga un periódico».
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