Ciencia y Tecnología
Escapadas para salvar el planeta
Casi siempre ocurre lo mismo con la conducta humana, puede haber cientos de estudios, pero hasta que un hecho no afecta la conciencia colectiva, es muy difícil que la sociedad se una para cambiar las cosas. En 2015, diez años atrás, un dentista de Estados Unidos decidió que sus vacaciones serían mucho más interesantes si mataba un león. Se fue al continente africano y, con arco y flecha, dio caza a uno de los felinos más emblemáticos, Cecil. La indignación se extendió por todo el globo y obligó al aficionado a las muertes ajenas a cerrar su consulta y a llevar una vida de ostracismo. Pero produjo otros impactos: las aerolíneas comenzaron a negarse a transportar trofeos de caza, la gente denunciaba a través de las redes sociales y lo que un estudio de la Universidad de Duke había afirmado un año antes, acerca de la importancia de las nuevas tecnologías para proteger la biodiversidad, se convirtió en una realidad. La investigación afirmaba que la pérdida de especies era mil veces más rápida que el ritmo natural de extinción y que la tecnología podía evitarlo.
Se crearon bases de datos en internet, aplicaciones y dispositivos para que los turistas que visitaban un sitio alejado pudieran compartir la información y esta fuera suministrada a bibliotecas que nutrían a los expertos. En aquel momento, de acuerdo con Tom Brooks, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, permitió descubrir que las especies amenazadas eran 160.000. La primera aplicación que buscó eludir un futuro mermado en su diversidad biológica fue «Map of Life», una guía de especies animales, como los libros de flora y fauna, sólo que la «app» trabajaba con el localizador GPS y brindaba información de las especies, desde escarabajos hasta secuoyas, que se encontraban en los alrededores. este mapa de la vida –su traducción del inglés– permitía marcar las especies reconocidas y enviaba los datos a biólogos. Así se permitió crear una enorme base de datos que aumentó más de 35 veces cuando, en 2020, la «app» comenzó a operar con algoritmos inteligentes que identificaban las especies, sin utilizar la guía. Al igual que sucede con otras, que piden permiso para acceder a la información de las fotos, «Map of Life» (que trabaja con la NASA) también comenzó a identificar la flora y fauna que podía observarse en las imágenes que los usuarios colgaban en las redes sociales, permitía activar la cámara en modo permanente y así registrar el paisaje.
Pero lo que de verdad cambió el panorama fue la omnipresencia de internet y la tecnología satelital. Respecto a la primera, por más que muchas empresas se empeñaron en colocar antenas en los sitios más remotos para dar conectividad, la respuesta fue sencilla: los móviles comenzaron a ejercer de repetidores allí donde había más de tres, la señal se triplicaba. Y la tecnología satelital fue la que permitió mantener una constante vigilancia sobre los animales en peligro de extinción o amenazados por la caza furtiva. Del mismo modo que la frecuencia cardíaca podía ser utilizada como un identificador seguro y fiable. Los satélites modernos son capaces de identificar aquéllos que están en riesgo, seguirles los pasos y enviar alertas a quienes estén cerca.
✕
Accede a tu cuenta para comentar