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Joachim Sauer: el «canciller» de las bermudas

El marido de Angela Merkel ha causado sensación durante su visita a Doñana con un peculiar «look» que lo ha sacado de su habitual segundo plano

Con este atuendo, Sauer, de 69 años, acompañó a la mandataria alemana en su visita al centro de cría El Acebuche de Doñana/Foto: Gtres
Con este atuendo, Sauer, de 69 años, acompañó a la mandataria alemana en su visita al centro de cría El Acebuche de Doñana/Foto: Gtreslarazon

Hay torneos que se juegan en el campo de fútbol; otros, en el agua; y otros directamente ante las cámaras. Estos suelen ser los de estilo, que reducen a ropa cualquier tema de interés mundial. La alta política tiene todavía un problema con ello: las reuniones de las primeras damas suelen quedar reducidas a una simple competición de vestidos. ¿Quién ha sido las más elegante o la que mejor ha sabido combinar los colores? ¿Quién ha sabido sacar el mayor partido al lugar que visitaban? Con cada vez más mujeres en los primeros puestos (véanse Theresa May, Angela Merkel o la posibilidad de ser primera presidenta estadounidense que rozó Hilary Clinton), se plantea la cuestión de si el papel de las parejas de los líderes políticos (que no han sido elegidas para ese cargo) deben ser de representación institucional. ¿Qué habrían hecho en Estados Unidos si la «primera dama» hubiera sido Bill Clinton?

La cuestión nos lleva hasta este pasado fin de semana. España se jugaba mucho en política migratoria y para ello puso toda la carne en el asador: no solo quiso epatar a Merkel con el Palacio de los Guzmanes y con la inmensidad de Doñana, sino también la pareja anfitriona. De este modo, Pedro Sánchez y Begoña Gómez emplearon tres cambios de vestuario frente a los dos de la pareja alemana. Y esta no salió muy bien parada, sobre todo, por Joachim Sauer, el marido de la canciller, que se convirtió en la estrella gracias a unas bermudas.

Poco dado a exhibirse en público (son contadas las ocasiones en las que lo hemos visto fotografiarse con Merkel o en las reuniones con sus «compañeras» primeras damas), es complicado dibujar un perfil completo de él más allá del académico. Pero sí que podemos analizar su estilo. En Sanlúcar de Barrameda se presentó con americana azul y camisa pantalón claro, un «look» que contrastaba con las opciones más oscuras de Sánchez y Gómez (él, en azules oscuros y ella, en verde).

DEL ESMOQUIN A LA GORRA

Aunque la traca mayor la tenía reservada para la tarde. En su visita a Doñana (y al día siguiente cuando acudieron al centro de cría El Acebuche, ya que no se cambiaron de ropa), Sauer se presentó delante de los medios con bermudas deportivas, camisa de cuadros, gorra y zapatillas de montaña, una opción que debió dejar algo desconcertados a sus anfitriones, que prefirieron un estilismo que, si bien tenía un aire «sport», seguía siendo formal. ¿Adecuado? No, sobre todo, si tenemos en cuenta que la mandataria alemana sí «cumplió» con la etiqueta. Cierto es que se planteaba como una mezcla entre cumbre al más alto nivel y fin de semana relajado, pero Sauer se lo tomó demasiado al pie de la letra, algo que, como es nuestro caso, ha hecho correr muchos ríos de tinta. Un vaquero largo, unas zapatillas y una camisa de lino o algodón habrían sido prendas mucho más adecuadas. Sorprende esta opción, sobre todo, cuando el marido de la canciller sabe llevar a la perfección el esmoquin.

Quizá es que este catedrático de Fisicoquímica, cargo que ejerce en la Universidad Humboldt de Berlín, se siente más cómodo en su terreno que en las marismas. Así lo confirman personas que lo conocen de cerca, que cariñosamente lo describen como «rata de biblioteca». Es donde pasa las horas, porque investigar es lo que más le apasiona, después del pastel de ciruela que le suele preparar la mandataria. Es lo poco que conocemos de la vida archi privada de Sauer, «tan invisible como una molécula», como lo describía recientemente un rotativo alemán. Las malas lenguas del país aseguran que se aburre en las visitas de mandatarios con sus parejas y por eso decide no acudir. Sin embargo, eluden el pacto al que llegó con su mujer cuando esta alcanzó la cancillería en 2005: «He optado por no conceder entrevistas ni hablar con periodistas», advirtió entonces en un escueto comunicado, considerando que era lo mejor para que las cámaras no se distrajeran con su presencia y, viendo lo acontecido durante su visita a Doñana, quizá acertó.

Pero su perfil bajo no ha evitado el interés mediático que ha despertado en sus escasas apariciones públicas. De hecho, tras sucesivas peticiones de entrevistas, la universidad donde trabaja (el único canal por el que era posible llegar a él) ha tenido que retirar de su página web la información de contacto del catedrático de 69 años, que, contra viento y marea, sigue en sus trece. «Gracias por su interés, aunque las preguntas sobre la vida del profesor Sauer no van a ser respondidas», nos advertía la oficina de prensa cuando este periódico se interesó por conocer un poco más al «consorte» de la canciller, con la que lleva casado desde 1998, tras divorciarse de su primera mujer, con la que tuvo dos hijos.

Siendo una eminencia de la Química, dicen que tiene cerca el Nobel, aunque aseguran que su deseo de no ser vinculado con el cargo de su esposa le aleja, por el momento, del reconocimiento. Algo que, pese a que su nombre en alemán signifique «malhumorado», seguro no le quita el sueño al químico «invisible».

Rumores de crisis

La visita del matrimonio (sobre estas líneas) a España ha servido para acallar los rumores que, desde la Prensa alemana, estaban tomando fuerza y que apuntaban a una posible crisis de la pareja después de que Merkel fuese vista la semana pasada durante sus vacaciones en el norte de Italia sin su esposo, con quien acostumbra a ir todos los veranos. «¿Dónde está el “canciller”? ¿En su residencia de verano o visitando a su madre de 90 años? ¿Crisis matrimonial?», planteaba el diario alemán «Bild».