Moda
Cibeles se viste de aniversario
Teresa Helbig y Amaya Arzuaga celebraron ayer dos décadas sobre la pasarela, y los hermanos de Ailanto 15 años, con desfiles llenos de flores y volúmenes
Teresa Helbig y Amaya Arzuaga coinciden en cumplir 20 años de desfiles. La catalana lo celebra bailando y la burgalesa, desempolvando sus trajes guardados durante dos décadas. Helbig se monta una discoteca de «brilli-brilli» y saca a bailar a Ginger Rogers y a Bianca Jagger. Con un denominador común: la pluma de ave, porque ahí empezó todo. Ella era escaparatista y, a raíz de una falda de plumas que se hizo para una boda, su vida cambió y el mundo de la moda ganó a una gran artista. La falda estrella de su colección «Baila, baila», cuajada de bordados brillantes y marabú, ya tiene dos candidatas, una princesa árabe y una neoyorquina, ambas fans absolutas de Helbig. Pero ahí no queda su puesta en escena, que contó con 40 piezas excelentes. Desde un mono tipo «pierrot» cuajado de «pailletes» hasta una «bomber» de piel teñida en plata, pasando por el ya clásico traje de tul bordado, que mientras no lo usas lo podrías colocar en una peana en medio del salón, cual obra de arte.
Arzuaga optó, dado el tsunami vital en el que vive, por repasar su trayectoria. Unos volúmenes que Santiago Calatrava tendría que estudiar, porque éstos no se agrietan y aguantan el paso del tiempo sin desprender trencandís.
Los hermanos de Ailanto vuelven al jardín, un tema recurrente en esta edición, para celebrar su 15º aniversario. Nunca se ha visto tanto interés por la botánica y, dado que ellos son unos exquisitos dibujantes, han pintado sus bolsos de piel y sus telas como si fueran lienzos de Monet en su jardín de Giverny o unas láminas de Linneo. Telas estampadas, abejas, libélulas, parterres de flores e, incluso, han rescatado el efecto «plumeti» para alguna falda, bordando puntos negros sobre «voile» de algodón. Siendo de Bilbao, es normal que tengan como prenda fetiche el abriguito de entretiempo con manga tres cuartos. Los vestidos son largos y vaporosos gracias a las bambulas de seda y los crepés cortados al biés con espaldas pronunciadas; otros son de estilo lencero, y algunos se decoran con nido de abeja y con collares hojas de nenúfar creados por Liana Pattihis. Por su parte, Maya Hansen regresa a sus corsés primitivos con toques deportivos y María Escoté, que vende mucho en China gracias al reality «Muse Dress», en el que ha participado, ha impreso sus telas con el zodíaco de este país y trabaja por primera vez con siluetas XL. Las monjas de clausura del convento de las Carmelitas Descalzas de Huelva han cosido el tricot de «God is on the road», la colección de Maria Ke Fisherman, presentada a modo de campo de desguace con coches desvalijados e incluso con la presencia de Yung Beef, un «trapero» catalán que no tiene reparo en reconocer que «antes robaba la ropa y ahora me la regalan» y que es uno de los protagonistas de la campaña mundial de Calvin Klein.
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