Moda

El negro irrumpe en los vestidos de novia

Una modelo con una creación de Isabel Zapardiez
Una modelo con una creación de Isabel Zapardiezlarazon

El color negro ha irrumpido en los vestidos de novia y será tendencia la próxima temporada, según las propuestas de los diseñadores que estos días presentan en la Barcelona Bridal Fashion Week sus nuevas colecciones.

También entra con fuerza el color y la tendencia apunta a que los vestidos no serán para llevar sólo una vez, porque según argumenta a Efe la diseñadora vasca Isabel Zapardiez, "con la carga emocional que tiene un vestido de novia cuando se escoge, no se puede abandonar después de una puesta en el armario".

Zapardiez, que ha arrancado con un esmoquin blanco al que ha seguido un brillante abrigo negro, ha sido de las que más ha apostado por este color, que según la tradición no se puede llevar a una boda porque se reserva para el luto.

El negro ha sido una constante en su colección, aunque el protagonismo estaba en las txapelas, las boinas vascas reinventadas y exageradas que ha convertido en tocados; y en los bolsos que ha puesto "a las novias urbanas que se casan en un juzgado cuando tienen un hueco, y que esconden es este imprescindible complemento todo su universo".

El invitado extranjero de esta pasarela, Naeeem Khan, también cerró anoche su desfile con un pomposo y solemne vestido de novia negro con aplicaciones de flores, con un estilo muy distinto del de Galia Lahav, otra invitada internacional que ha desfilado este mediodía, y que ha enseñado vestidos joya con mucha pedrería, mucha transparencia y muchas líneas ajustadas al cuerpo en tonos blanco y nude.

La colección que ha enviado a Barcelona esta diseñadora de origen ruso y afincada en Tel Aviv (Israel), que ha excusado su presencia, no ha cumplido con las espectativas y sus vestidos parecían más pensados para una alfombre roja, y con varias puestas, que para una boda.

Matilde Cano ha sido otra diseñadora que ha contado con el negro al vestir a las novias, entre otros muchos colores, y también Jordi Dalmau, que cada temporada hace de su desfile un auténtico espectáculo, divertido y muy alegre, y que este año estaba dedicado a los vampiros que muerden a una inocente novia.

De sus propuestas para la próxima temporada ha sobresalido un pantalón tableado de cintura alta que ha combinado con una cazadora de cuero blanco con tachuelas y piedras brillantes de la que salía una cola de tul a modo de velo.

Dalmau es inconfundible porque sus vestidos de novia siempre se transforman en vestidos de fiesta, algo por lo que ahora parece que muchos creadores tienen interés.

Algunos diseñadores explican que no buscan que se guarde todo el conjunto de una novia, pero si que algún top o alguna torera de pedrería se utilice luego combinado con otras prendas y tenga una segunda vida.

La gallega Patricia Avendaño también ha cosido un vestido negro de novia para esta pasarela, de cuerpo de gasa con pedrería en el pecho, corte imperio y con falda de encaje de mucho movimiento.

Las flores también entran con bastante fuerza en el mundo de las novias, en estampados, bordados, y aplicaciones. En los vestidos blancos, los lazos son otro recurso que tiende a volver.

Muy floreadas y con color, incluido el gris, han sido los vestidos de M&M, Marco y María, muy vaporosos, y poco solemnes pero agradables y correctos.

Hoy también se han conocido las propuestas de Marylise & Rembo, que viste a las novias muy blancas con toques de actrices de cine de los años 20.

Otra constante en esta pasarela son los vestidos de aspecto camisero, con cuello incluido, pero en tejidos nobles, aunque la conclusión es que al final una mujer se puede casar con cualquier vestido, si se siente radiante y la más feliz del mundo.

También crece la presencia de pantalones y de monos para casarse, que pueden ser con reminiscencias de los años 70 y hechos con tejidos sofisticados pero ligeros como el 'flocado', o de pedrería con casaca que acaba en cola.

En cuerpos, los escotes de la espalda se convierten en imprescindibles, y desaparecen los delanteros de vértigo que resaltan el pecho, que se cambian por los de tipo caja que tapan con recato pero que insinúan. Y lo que no se lleva nada son los escotes palabra de honor, que arrasaron durante tantos años.

Efe