Jaén
Acampada bélica tras Asdrúbal, al-Nasir y Napoleón
Tres grandes batallas libradas en tierras jienenses voltearon la Historia. La más antigua, Baécula, despierta las mayores incógnitas y la curiosidad
Een el sentido contrario a las agujas del reloj –a contrahistoria, si se me permite– las circunstancias situaron a Jaén como bisagra de civilizaciones. Tres momentos clave, tres grandes batallas libradas en sus tierras, trascendentes las tres para el devenir de España.
Situada a 40 kilómetros de la capital, Bailén fue la primera muesca en el corazón del hasta ese momento invencible emperador Napoleón. Dos meses después del histórico 2 de mayo, el ejército tomó el testigo al pueblo de Madrid e hizo posible la primera derrota a campo abierto de la «Grande Armée» francesa. Para culminar el rastreo de los resquicios de aquel enfrentamiento de tres días pueden probar lo que el emperador no tuvo: las delicias de la zona, como el revuelto de Bailén (gambas, espárragos, angulas, jamón y huevos).
La segunda vez que la Historia se detuvo en Jaén fue para marcar el camino de la cristiandad. Los textos sitúan el choque en el lugar conocido como la Mesa del Rey, testigo de la virulencia entre los hombres de Alfonso VIII de Castilla y los del califa al-Nasir, señor de Al-Andalus. El Museo de la Batalla de las Navas de Tolosa, en la propia localidad, ofrece más detalles con el objetivo de profundizar en el debate de la multiculturalidad y el diálogo entre civilizaciones. Aprender del pasado, que se dice.
Para conocer primer paso –el último para nuestro viaje– es necesario retrotraerse al año 208 a. C. La distancia en el tiempo es directamente proporcional al desconocimiento. Pero una profunda investigación iniciada hace diez años ha arrojado no ya luz, sino tachuelas de sandalias romanas, proyectiles, puntas de jabalina, vientos de tiendas de campaña, anillos y monedas sobre las 450 hectáreas del alto Guadalquivir donde cartagineses y romanos dirimieron sus diferencias. Los historiadores hablan de un sólo día de enfrentamiento en la Segunda Guerra Púnica. El dominio del Mediterráneo era un objetivo suficientemente ambicioso para la superviviencia de ambos pueblos. Fue la batalla de Baécula, resituada en el Cerro de las Albahacas (en Santo Tomé) tras siglos con el punto de mira desviado hacia Úbeda. El imperio romano derribó el escollo de la futura Hispania. Allí cayó Asdrúbal frente a Escipión. Describir el momento de manera fidedigna corresponde a los arqueólogos; el viajero puede permitirse emular en el pequeño municipio su propia versión de lo que pudo haber sido. Lo ideal entonces es situar el campamento base en uno de los campings del Parque Natural de Cazorla y abandonarse a la vieja usanza –móvil y/o gps sobran– a la búsqueda de leyendas. La única concesión sería mudar tienda por casa rural, otra cosa es llevarse la ciudad al campo. Y para eso, la vista es mejor desde el ordenador.
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