Andalucía
Carreras truncadas
El Cine Club Vida, institución con seis décadas de existencia, que tanto bien ha hecho por la difusión del séptimo arte a numerosas generaciones de sevillanos, dedica esta tarde a las 20:00 en el Teatro Cajasol un más que merecido homenaje a quien ha sido su responsable durante mucho tiempo, el padre Manuel Alcalá. Este sacerdote jesuita atesora una larga trayectoria de dedicación al cine y puede presumir de haber sido amigo de Luis Buñuel y Andrei Tarkovski, entre otros. Además del homenaje, materializado en un libro con los programas de mano editados por esta entidad en los últimos 16 años, hoy se inicia un pequeño ciclo dedicado a quien fuera uno de sus más insignes miembros, Claudio Guerin Hill, que tendría 80 años de no haber caído desde el campanario de una iglesia en Galicia el último día de rodaje de «La campana del infierno». Esta es la película que podrá verse esta tarde tras la presentación de Jesús Ponce, autor del estupendo documental «La última toma» (programado para el próximo viernes) en el que indaga en la figura y la importancia de Claudio Guerin gracias al testimonio de diversos actores y profesionales que trabajaron con él, como Emilio Gutiérrez Caba, Lucía Bosé o Cesáreo Estébanez, en la que fue su última aparición ante una cámara.
La prematura muerte de Guerin no le permitió desarrollar una carrera en el cine, iniciada de la mano de Elías Querejeta y Víctor Erice, pero donde sí pudo demostrar su talento como realizador de documentales y adaptaciones teatrales fue en Televisión Española. Aunque el archivo de RTVE disponible en internet es excelente, lamentablemente solo incluyen su versión de «Hamlet», con Emilio Gutiérrez Caba, y «Acreedores», de Augusto Strinberg, con José María Rodero, estrenadas en 1970 con dos semanas de diferencia. El magnífico libro de Rafael Utrera sobre Guerin Hill, fruto de una exhaustiva investigación, reproduce dos esquelas publicadas que señalan lugares diferentes de fallecimiento: Noya, donde cayó, y Santiago de Compostela, a donde fue trasladado en un desesperado intento por salvar su vida. Sorprende leer en una de ellas que murió «en el ejercicio de su profesión». No hay muchos casos de fallecidos durante el rodaje, pero sí en diversos accidentes que han truncado carreras. Tal vez una de las más significativas fue la de F. W. Murnau, un gran talento del cine alemán, reclamado por la industria de Hollywood, que solo pudo dirigir cuatro películas en la meca del cine debido a un desgraciado accidente en una autopista californiana; por el contrario, Fritz Lang, perteneciente a su misma generación, pudo realizar casi treinta películas tras huir de la Alemania nazi el mismo día que Goebbels le transmitía el encargo personal de Hitler de convertirle en el cineasta oficial del Tercer Reich. Más cerca, en el tiempo y en el espacio, la actriz Inma de Santis falleció en un accidente de tráfico en el Sáhara cuando apenas tenía 30 años; su último trabajo fue el ingenioso cortometraje «Ella, él y Benjamín», proyectado en las salas como complemento de una película de Woody Allen, con el que debutó por la puerta grande (se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián) el cordobés José Ángel Bohollo.
Una gran pérdida, a los 77 años, fue la del granadino José Val del Omar en un accidente de coche en agosto de 1982. A diferencia de Claudio Guerin, que permanece en el olvido salvo en contadas ocasiones, la obra de Val del Omar está, si cabe, más viva que nunca. Recientemente, el sello Cameo, uno de los más prestigiosos en el mercado del cine independiente, ha reeditado en una recopilación integrada por cinco discos en dvd su «Tríptico elemental de España» formado por «Aguaespejo granadino», «Fuego de Castilla» y «Acariño galaico». Tras su muerte, Val del Omar fue objeto de reconocimientos en la Seminci de Valladolid, la Mostra de Cine de Venecia, San Sebastián, el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía y un largo etcétera. Cuando se inauguró la Filmoteca de Andalucía la sala principal fue bautizada con su nombre; esta misma institución se preocupó en difundir su corta pero fascinante obra. En la actualidad, su sobrina, la productora Piluca Baquero, cuyo primer trabajo, dirigido por Cristina Esteban, se tituló «Ojalá, Val del Omar» en referencia a una de sus dos películas inconclusas, es quien promueve la difusión de su obra en exposiciones, como una en preparación para ser presentada en Washington, y otros eventos, como el que tendrá lugar este viernes en Granada durante la clausura del Festival de Jóvenes Realizadores. De este modo, su ciudad natal rinde homenaje a este cineasta, cuyo legado artístico está hoy más al alcance de todos gracias a esa recopilación en dvd, que ha contado con el apoyo del Reina Sofía, la Diputación de Granada y el Centro José Guerrero, que incluye filmaciones familiares, con el propio Val del Omar besando a su esposa, una amplia colección de fotografías y trabajos inspirados en su singular obra.
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