Gobierno de España

Confluyentes

Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez, junto a Susana Serrano y Noelia Vera / Foto: Ke-Imagen
Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez, junto a Susana Serrano y Noelia Vera / Foto: Ke-Imagenlarazon

Lo menos que puede reprochársele a Teresa Rodríguez, de regreso de su baja maternal para lanzarse enseguida a la campaña, es su escaso don de la oportunidad; o su magnífico sentido del oportunismo, que tampoco es cualidad que debiera adornar a un responsable político. Ensayan los senadores de Adelante Andalucía la pinza que quebrantará la frágil osamenta de Pablo Iglesias: sus anticapitalistas por un lado y, por el otro, los moscones atraídos por la luz cegadora del PSOE, ese núcleo irradiador que definió Íñigo Errejón en su momento con infinita cursilería. Habrá caído el sagaz lector en la cuenta de que a los dos líderes críticos de Podemos, escabechados por la dirección en los sucesivos congresos, todo los separa excepto el odio filipino con el que distinguen a su antiguo amigo y más reciente verdugo. No es un enemigo común mal punto de confluencia para empezar a caminar juntos, en un país tan cainita como éste, pero sí deberían explicar los promotores de esta izquierda confederal qué se proponen y qué proponen más allá de su obsesiva propuesta y obsesionada proposición de reventar a Iglesias, a quien la enésima repetición electoral descuajaringará para siempre. Es fácil intuir que los caudillos sureños –en la reserva Maíllo, cierto, pero activas las vanguardias gaditanas de «Kichi» y el gang jornalero del SOC, o como ahora se llame– sueñen con una oposición salvaje a la Junta y la batasunización de la calle, tan caras como le son aquellas ideas que consistan básicamente en liquidar España. El socialismo radical y disolvente, o sea, de Carmen Calvo. Sus compinches madrileños, empero, tienen un perfil más institucional: el de un Ábalos deseoso de tender puentes a Ciudadanos o una Susana Díaz consciente, porque ya escarmentó, de que no debe nadie serio juntarse con los comunistas.