Sevilla
Cuento de los Magos del Sur
Dice la leyenda que, no hace mucho tiempo, algunos pobladores de Doñana vieron los últimos dromedarios en el Coto del Rey, descendientes de aquellos que trajeron los reyes magos para ir hasta Belén. Y como provenían de la antigua Tarsis, los magos se guiaron por la «estrella de Almonte», la que más brillaba, en un lugar junto a una ermita, conocido como «las Rocinas». Desde Sanlúcar de Barrameda, atravesaron el río y las marismas del Guadalquivir, para llegar hasta el Aljarafe y todas las tierras que se vislumbran desde la Giralda. Recogieron en el Baratillo a parte de su séquito, con pajes que portaban el famoso incienso del Salvador. Se dirigieron, entonces, hacia la ciudad de los califas, y envueltos por el embrujo de su Mezquita, continuaron caminando por la Costa del Sol, donde se incorporaron otros pajes montados en los borriquillos de Mijas. En La Alhambra encontraron la mirra y dieron de beber a los camellos, para dirigirse ya hacia tierras de olivares, por Úbeda y Baeza. Fue allí donde hallaron el secreto de los alquimistas: el oro líquido. Exprimieron el mejor aceite del mundo para ofrecérselo al Niño al que iban a adorar. Al fin, cruzaron el desierto, camino ya de otros países y otros continentes. Y es así como sus majestades los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron las ochos provincias andaluzas (Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada, Jaén y Almería) repartiendo regalos y presentes a todos los niños por todos los hogares de Andalucía hasta llegar a Jerusalén. Al entrar en la ciudad santa, le acompañaron los pastores, para ver al Niño, junto a la Virgen María y al señor San José: Que vienen de la Marisma/ los reyes vienen del Sur/ de tierras de Andalucía/ para rezarle a Jesús.
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